El papel crucial de la infanta Cristina que el rey Felipe no puede ignorar: por qué ha heredado las amistades poderosas del rey Juan Carlos

Las aguas han vuelto a su cauce en la vida de la infanta Cristin a, más o menos estabilizada en su existencia a caballo entre Ginebra y Barcelona . La idea de adquirir un gran piso de lujo en la ciudad condal no pudo ser más feliz: su nueva base de operaciones le permite estar cerca de su hijo Pablo y reunir a los demás cuando pueden viajar. Con el plus de poner cierta distancia de Zarzuela, donde su madre la reclama pero la reina Letizia continúa siendo un elemento disuasorio .

Puede que la relación entre la reina Letizia y la infanta Cristina se haya enfriado para siempre, pero con su hermano el Rey van camino de entibiarse para bien. La reconciliación pública que se selló en aquella foto de los dos hermanos en el mismo coche, de camino a la boda de Victoria López-Quesada, continúa en encuentros y comunicaciones. Sus hermanas son las que ahora informan sobre el estado de saludo del rey emérito Juan Carlos.

Lo pudimos comprobar con Juan, Irene y Miguel Urdangarin : el rey Felipe no puso ningún obstáculo a que cualquiera de ellos residiera en Zarzuela, junto a la reina Sofía. De hecho, los dos menores así lo hicieron. No sucede lo mismo con los dos jóvenes Marichalar y tampoco la infanta Elena parece muy contenta con su relación con la Casa del Rey. En este momento, la infanta Cristina gana enteros en el equilibrio de poder familiar y su hermana, los pierde.

Además de afectos y complicidades, la particular posición de la infanta Cristina en el entramado de relaciones que une a los miembros de la familia Borbón favorece el entendimiento. Si observamos la gestión de crisis que han desempeñado las dos hermanas, comprobamos que ambas pudieron refugiarse en la autoridad y protección de su padre, el rey Juan Carlos, para resolver sus respectivos divorcios. El de Cristina, es cierto, algo más complicado que el de Elena y Jaime Marichalar.

Sin embargo, no parece existir la misma dependencia del abuelo entre el clan Urdangarin y el Marichalar. Mientras Juan, Pablo, Miguel e Irene parecen ir resolviendo sus vidas con el apoyo de su madre, Juan Carlos I sí está más directamente involucrado en la existencia de Felipe Juan Froilán . Sabemos, además, que sus dos nietos favoritos poseyeron tarjetas de crédito con cargo a sus cuentas.

Siempre se ha deducido que las frecuentes reuniones de la infanta Cristina y el rey Juan Carlos en Suiza venían motivadas por el problemático divorcio de su hija. Sin embargo, no podemos obviar que es en Ginebra donde se ventilan las cuentas del rey emérito y que su hija, como heredera directa, puede ser la más indicada para representarle en despachos, firmas y decisiones. Si esto es así, Cristina de Borbón ejerce desde ya como el nuevo cerebro financiero de la familia.

No solo Cristina heredaría el conocimiento exhaustivo de la gestión de cuentas de su padre y los destinos de las mismas, sino también algunos de sus amigos más poderosos. Por lo que sabemos, Froilán no parece del todo interesado en ejercer de nuevo contacto en España con jeques y emires. La infanta Cristina, sin embargo, está acostumbrada a relacionarse al más alto nivel, aunque el hecho de ser mujer no la favorezca en Arabia Saudí y alrededores.

Aún así, el rey Juan Carlos traspasó a su hija menor el contacto con una de las personas más poderosas de su red: el príncipe Karim Aga Khan IV, fallecido la semana pasada a sus 88 años . Para entender la trascendencia de esta familia, baste decir que Isabel II le concedió el título de Alteza que se sumó al de jefe de un Estado sin territorio, pero imán de 20 millones de musulmanes ismaelitas. Su sucesor, su hijo Rahim , recibió de Carlos I la misma dignidad solo tres días después del entierro de su padre.

En suma: la infanta Cristina está más que próxima a una familia lo suficientemente poderosa como para ser una prioridad para Carlos I. No se trata únicamente de una familia considerada descendiente directa del profeta Mahoma: sus negocios mueven sumas de dinero impensables. Se les calcula una fortuna entre 1.000 y 13.000 millones de dólares, proveniente de inversiones, empresas conjuntas y participaciones privadas en sectores como la hotelería y el turismo, la aviación, la cría de caballos de carreras y los medios de comunicación.

Cristina de Borbón se convirtió en protegida del Aga Khan tras el estallido del caso Nóos, cuando el rey Juan Carlos le pidió a su amigo de infancia (se conocieron en el internado de Marianistas de Friburgo) que empleara a su hija durante su exilio en Suiza. No solo trabajo para la Fundación Aga Khan con un sueldo millonario, sino que se convirtió en amiga íntima de su hija, la princesa Zahra. ¿Cuántos más amigos poderosos habrá hecho la infanta Cristina por intermediación del rey Juan Carlos en Ginebra y otras capitales europeas?

La capacidad para circular en estos elitistas círculos financieros es un activo de la infanta Cristina que el rey Felipe, seguramente, no ignora. En estos tiempos inciertos en los que los equilibrios de poder se están reorganizando, un link de confianza con personas como el Aga Khan no tienen precio. Contar con una persona de máxima confianza, con una hermana, tan internacionalmente conectada ha de ser más que conveniente para el Rey y para Zarzuela.