La mala suerte de la infanta Elena: por qué sus hijos Froilán y Victoria Federica heredan su papel irrelevante en la familia del rey

La maquinaria simbólica y literal que mueve Zarzuela enfila su década prodigiosa con la generación que ha de tomar el relevo en su funcionamiento al final de su trayectoria de formación. Como sabemos, la familia real funciona como un núcleo duro restringido que ocuparán los reyes Felipe y Letizia, sus hijas y sus respectivos consortes. Sin embargo, las infantas Elena y Cristina y sus hijos continúan contribuyendo a la imagen de la Casa Real, aunque no tengan cometido oficial. Importa que son familia del rey.

Desde el punto de vista de la salvaguarda de la institución, las biografías de la infanta Elena y su hermana corren paralelas, aunque el daño que el matrimonio Urdangarin infringió a la Corona fue infinitamente más grave que el divorcio de Jaime de Marichalar. Con todo, cada paso que dan las dos hermanas del Rey se proyecta en Zarzuela como mérito o disfunción de su gestión. De ahí que el silencio sonriente y los gestos de armonía familiar sean esenciales.

Los quebraderos de cabeza que supusieron las historias de desamor de las infantas, neutralizados hace no tanto, tienen de alguna manera continuidad en sus hijos. Aunque los dos Marichalar y los cuatro Urdangarin no ejerzan como royals de cara a la galería, sus acciones se reflejan también en el delicado mecanismo que mueve la Corona española. En su caso sí es verdad que el privilegio que disfrutan supone cierta responsabilidad. La conocida responsabilidad de la discreción.

En las últimas semanas hemos contemplado algunos movimientos significativos que, de alguna manera, reformulan las posiciones de los distintos miembros de la familia del Rey. Decimos que la reformulan a efectos públicos, pues en el plano privado pueden ser algo más que sabido u reconocido. Primero fue la reconciliación pública de Cristina y Felipe VI . Luego, las quejas de la infanta Elena indirectamente expuestas en la revista 'Hola'.

La hermana mayor del Rey, si nos atenemos a la entrevista que mantuvo con la biógrafa de su padre emérito, la francesa Laurence Debray, se siente ninguneada. De puertas afuera, nadie hubiera advertido que su posición hubiera variado sustancialmente al menos durante una década. Si la infanta Elena se siente desempoderada, irrelevante o impotente, puede ser porque la posición de la infanta Cristina sea cada vez más fuerte . La suya y la de sus hijos.

No es necesario elucubrar demasiado para advertir la delicada y, a la vez, decisiva posición que mantiene la infanta Cristina en el complejo entramado de relaciones que sustenta la familia Borbón. De hecho, si ha de existir un cerebro financiero que releve al rey emérito Juan Carlos, todo apunta a que será el suyo. También es significativo que sus hijos hayan contado con el apoyo de Zarzuela cuando lo han necesitado y no de su abuelo. Los Urdangarin Borbón disfrutan de lo mejor de los dos mundos, como quien dice.

La infanta Elena , sin embargo, no parece ostentar posición decisiva más que en los afectos, esos que ella misma describe como defraudados en boca de la biógrafa Debray . Tampoco es que el rey Felipe la haya distinguido con ningún cometido desde que llegara al trono, al menos que se haya hecho público. Algunas apariciones públicas de la infanta Elena pueden haber sido desafortunadas (la celebración de la Eurocopa en el Ayuntamiento de Madrid el pasado julio, por ejemplo), de ahí que Zarzuela pueda reservarse el veto a las invitaciones que acepta o no.

Si el silencio y la docilidad realzan a la infanta Cristina y sus hijos, todos perfectamente discretos, las quejas y la notoriedad hacen lo contrario para la infanta Elena y sus hijos, Froilán y Victoria Federica. Los jóvenes Marichalar no ayudan a la causa materna por subir enteros en el favor de Zarzuela, aunque el más problemático se haya exiliado en Emiratos Árabes con su abuelo para desaparecer del objetivo de los paparazzi. Ahora el problema es su carrera profesional.

Las informaciones contradictorias acerca de la vida de Froilán en Abu Dabi sugieren un tira y afloja de versiones que no sugiere tranquilidad alguna. De un lado se asegura que el joven no trabaja ni estudia y es mantenido por su abuelo. De otro, que trabaja como junior (no sabemos dónde), comparte piso (como si no fuera nieto y sobrino de reyes) y que estudia un Master (tampoco sabemos cuál). Ante la imposibilidad de contrastar versiones, queda la sospecha de lo mucho que disgusta, lo poco que conviene, la mala prensa sobre Froilán.

Victoria Federica, por su parte, tampoco colabora para realzar la figura de la infanta Elena en Zarzuela. Su carrera como influencer, hasta la fecha prácticamente muda, se ha convertido en una carrera en televisión en la que concede entrevistas y aparece como concursante o en anuncios, más por su apellido Borbón que por su efectividad o carisma. Sus compañeros insisten en que es agradable y buena persona, pero con tales dones no se hizo nunca a una estrella de televisión. Pablo Urdangarin, sin embargo, mete goles contantes y sonantes.

La efectividad de Victoria Federica como influencer, esto es, su capacidad para convencer al público de que consuma tal o cual marca ha sido también cuestionada recientemente. 'Monarquía confidencial' publicó la satisfacción con su desempeño de una marca que la contrató para anunciar cafés por, según sostienen, 20.000 euros. Pues bien: la marca desveló que el resultado no fue el esperado. Cabe subrayar que el anuncio la presentaban como 'legítima heredera', tirando de su conexión con la familia real.