Se conocieron poco después de la llegada de Isabel Preysler a Madrid, en 1969. Coincidieron en el mismo grupo de amigas, pero, al principio, no se fijaron mucho la una en la otra. Ambas tenían 18 años (los cumplieron con unos días de diferencia), pero vidas muy distintas. Carmen era la nieta primogénita de Francisco Franco y la favorita de su abuela, Carmen Polo.
Isabel era una chica de buena familia a la que sus padres, Beatriz Arrastia y Carlos Preysler, habían enviado a Madrid desde Manila para quitarle de la cabeza un amor inconveniente. Isabel había decidido estudiar secretariado en la capital y se instaló en casa de sus tíos, Tessa Arrastia y Miguel Pérez Rubio. Su tía empezó a invitar a algunas jóvenes de la alta sociedad a tomar el té para que Isabel hiciera amigas.
Así conoció a Chata López Sáez, hija del general López Sáez, y a Marta Oswald, hija del financiero suizo Victor Oswald, que formaban parte del círculo de Carmen Martínez Bordiu. Ambas coincidieron y empezaron a trabar los primeros hilos de su amistad. Aunque todavía pasó algún tiempo. Los carácteres de ambas eran distintos. Isabel, recién llegada a la vida madrileña, era tímida, pero con un aire enigmático.
Carmen, que en esa época, salía con el jinete Jaime Rivera, su primer amor de juventud, y nada bien visto por sus padres, era, al contrario, extrovertida y con unas enormes ganas de disfrutar de la vida. En esos años, no tenían todavía la intimidad suficiente para que Carmen invitara a Isabel a su boda. A la inversa, pasó lo mismo.
Isabel se sentía mucho más libre en Madrid que en Manila. Podía entrar y salir, sin vigilancia. Fue en una de las múltiples fiestas a las que asistía toda la alta sociedad madrileña, en la que Isabel conoció a Julio Iglesias. Los presentó el relaciones públicas Julio Ayesa. Al año siguiente, Isabel y Julio se casaban, el 20 de enero de 1971. Carmen lo hacía con Alfonso de Borbón el 8 de marzo de 1972. Su historia comenzó a consolidarse cuando ambas se trasladaron a vivir, recién casadas y con niños pequeños, a un edificio de la calle Francisco de Sales, en Madrid.
Isabel vivía en el quinto y Carmen en el cuarto. Los padres de Julio Iglesias, el doctor Iglesias y Charo de la Cueva, también vivían en el mismo edificio, con el hermano menor de julio, Carlos. Entonces se fijaron la una en la otra y empezaron a intimar. Eran dos jóvenes madres que salían a menudo a las reuniones más atractivas de Madrid. Eso las unió. Subían y bajaban la una a la casa de la otra continuamente. Sus maridos viajaban constantemente.
Poco a poco, ambas empezaron a protagonizar la vida social madrileña. Acudían a las fiestas del Club Puerta de Hierro o a las que organizaba el relaciones públicas Jean Louis Matthieu. Había cenas en casas privadas, como en casa de los March, los Fierro o los Lapique y numerosas fiestas en embajadas. Pitita Ridruejo y su marido, embajadores de Filipinas, eran también anfitriones afamados en la época. Ambas disfrutaban también de El Rocío. Y los periodistas las seguían allí donde fueran. Empezaron a viajar por todo el mundo –a París, Los Ángeles, Nueva York– de reunión en reunión.
Ambas vivieron trayectorias similares. Acabaron divorciándose, huyendo de un ambiente que consideraban asfixiante. Se habían enamorado de nuevo y querían vivir su vida. Isabel había conocido al marqués de Griñón, Carlos Falcó, y dejó a Julio Iglesias, en 1978, cuando su carrera ascendente le hacía viajar constantemente y vivir aventuras con otras mujeres. Al año siguiente, fue Carmen quien causó un gran escándalo al dejar a su marido, Alfonso de Borbón, duque de Cádiz, y a sus dos hijos, Francisco y Alfonso, para vivir con un anticuario parisino divorciado y padre de dos hijos, Jean-Marie Rossi.
El duque de Cádiz echaba la culpa de su separación «a las malas compañías». Parece que Isabel estaba entre ellas. Fue una influencia «nefasta y sutil», según diría más tarde el duque. «Esas personas no dejaban de encomiar los encantos de la libertad». Cuando Isabel se enamoró de Miguel Boyer, Carmen acogió a su amiga en París, y ambas parejas se encontraban en esos días en la residencia francesa de los Rossi.
La amistad entre Isabel y Carmen sigue hasta el día de hoy, aunque ahora llevan vidas que las alejan. Solo tuvieron un pequeño desencuentro que duró unos meses. Llegaron a no hablarse. La razón: la intervención de Chábeli en el programa «Tómbola», uno de los más populares de la década de los noventa. Era el primero que se emítía y en el participaron la hija de Isabel y Carmen Martínez Bordiú. La intervención de Chábeli acabó en escándalo: se levantó encolerizada y abandonó el plató, indignada por las preguntas que le hacían los periodistas.
Isabel recibió mal lo que consideraba una falta de apoyo por parte de su amiga. La realidad, según defendía Carmen, era que todo había sido muy brusco y que no había tenido tiempo de reaccionar, aunque luego dijo unas palabras para disculparla. Las cosas volvieron a su cauce dos años después. Siempre que se les pregunta a la una por la otra, responden lo mismo: que se ven menos de lo que les gustaría, aunque hablan mucho por teléfono. Isabel acudió a la boda de Carmen con José Campos.