HABLA DE SU EMBARAZO
HABLA DE SU EMBARAZO
No siempre es fácil eliminar la coletilla de hija de, amiga de o novia de, pero a Isabelle Junot (Nueva York, 1991) la oportunidad le ha llegado en forma de programa de televisión y ante una audiencia millonaria. Fue el pasado otoño, en la última edición de Masterchef Celebrity, cuando dejó de ser solo la hija de Philippe Junot, la amiga de Tamara Falcó y la novia y esposa del marqués de Cubas, Álvaro Falcó, para convertirse en un rostro conocido que levanta miradas cómplices y más de un comentario, cuando entra en un restaurante para preguntar si tienen mesa libre o se sienta en una céntrica terraza, en un helado día del enero madrileño.
Poco antes habían llegado las primeras páginas en el papel couché y una boda convertida en uno de los acontecimientos sociales del año. Después, el último día del año, el anuncio de su primer embarazo con una foto de perfil en su cuenta de Instagram y una sola frase : «¡Y pensaba que este año no podía ser más mágico!».
Está claro que 2022 ha sido un año muy especial para ella. «¿Que si ha sido un antes y un después? Es casi como otra vida», reconoce entre risas, para apostillar inmediatamente con un «es broma», que repite a lo largo de una conversación salpicada con palabras en inglés.
«Todavía sigo teniendo una vida bastante discreta, aunque sí noto que la gente me mira. Me parece muy cariñoso el amor que recibo tanto en las redes como en la calle. Me paran y me dicen: «Me encantó verte en Masterchef». Pero para mí, esa ha sido la única diferencia», reconoce con una sonrisa que no se borra de su cara.
Lo de la vida discreta tiene gracia cuando eres hija de uno de los hombres que más portadas de revistas acaparó durante los 70 y los 80: el financiero francés Philippe Junot, primer marido de Carolina de Mónaco. Su matrimonio con la princesa duró solo dos años, pero el rechazo de la familia real monegasca a la boda por su diferencia de edad (ella tenía 21; él, 37) y su larga lista de conquistas antes y después del enlace lo convirtieron en uno de los objetivos preferidos de los paparazzi, en aquellos años de la jet set.
Siete años después del divorcio principesco, Junot se casaba con la ex modelo Nina Wendelboe-Larsen, perteneciente a una aristocrática familia danesa. Cuando se conocieron, ella tenía 24 años, vivía en Nueva York y trabajaba como relaciones públicas en la ONU. La boda se celebró primero en Copenhague y luego en Marbella, donde Junot era una figura habitual por aquel entonces y los padres de Nina tenían una residencia que disfrutaban varios meses al año.
La pareja tuvo tres hijos, Victoria, Alexis e Isabelle, que solo tenía tres años cuando sus padres se divorciaron, en 1997. «Siempre guardaron una muy buena relación por nosotros. Y la siguen teniendo. Yo no les recuerdo juntos, pero nunca les he oído a ninguno de ellos hablar mal del otro. Al contrario, siempre han mostrado admiración y nos han contado que se han querido muchísimo. Son un buen ejemplo de cómo hay que mantener una familia unida», reconoce. Incluso ahora, cuando su padre vive en París, su madre en Nueva York, su hermana en Washington y su hermano en Londres, siguen compartiendo fiestas y vacaciones.
«Crecí viajando. Viéndolo ahora, con distancia, fue genial, porque vaya donde vaya tengo una muy buena amiga o una muy buena amiga que me pone en contacto con otras. Pero nunca he disfrutado de todas ellas a la vez, en el mismo sitio. Movernos era parte de nuestra vida, nos adaptábamos».
Pasó su infancia y adolescencia en Nueva York, Virginia, París, Copenhague, Madrid, Marbella y hasta en un internado suizo. Pero en enero de 2018 decidió quedarse en España. Venía de unas vacaciones en Kenia y viajaba hacia Nueva York, antes de marcharse a vivir a Los Ángeles, pero al final se quedó en Madrid. «Me encanta. Pero vosotros lo sabéis mejor que yo: aquí se vive muy bien y me siento como en casa. Me gusta el carácter alegre de Madrid, que hace buen tiempo, es barato, hay buenos restaurantes, no paran de abrir nuevos sitios, es muy internacional... y es muy fácil ir a visitar a mi padre».
De Philippe Junot, su hija destaca «su bondad, su gran sentido del humor, lo positivo que es, tanto en las buenas como en las malas... ¡Es mi debilidad! ¿Qué te voy a decir yo?», reconoce. El financiero ha cumplido 82 años, pero no los aparenta. «Creo que es por su alegría de vivir y, ahora, por convertirse en abuelo por primera vez. Le gusta disfrutarlo todo, nunca hay un problema con él».
¿Le sorprendió descubrir el currículum amoroso de su padre? «No, no me sorprende nada, ¡mi pobre padre! [risas]. Creo que nos enamora a todos, a mí también, pero por su carácter. Él es muy discreto y ese no es un tema de interés en casa. No es un secreto y seguro que, si le preguntamos, nos contaría alguna cosa, pero ni surge ni se acuerda. Igual debería preguntarle más», reflexiona mientras se ríe.
Dice que de él ha heredado «su humor. ¡Que no falte nunca! Sin humor, qué triste es la vida... Y de mi madre, creo que la perseverancia. Es valiente, tiene coraje. Para todo encuentra soluciones, nunca hay problemas suficientemente importantes. Siempre sale adelante e intenta ayudarte, porque nos pone a todos por delante».
Ella se define como «sencilla, simpática, leal, honesta y bastante intuitiva en todo lo que hago», y reconoce que sus padres le han inculcado «que trabaje en lo que quiera, hasta cuando era camarera en Nueva York, pero que siempre lo haga al 100%, que sea profesional».
Eso fue antes de venirse a Madrid, cuando intentaba abrirse un hueco en el mundo de la interpretación, tras estudiar Arte Dramático en la Universidad de Virginia. «Siempre me ha fascinado todo lo relacionado con el cine y el teatro. Desde pequeña, me gustaba ver películas con mi padre». Allí rodó su primer largo y en 2019, ya en España, participó en el segundo, Fuel.
Pero su actual proyecto no tiene nada que ver con la interpretación, y sí con la mesa, como Masterchef. «Siempre me ha interesado la vida saludable, es lo que nos enseñó mi madre. Cuando estaba en Nueva York, mientras iba a los castings y hacía cortometrajes, decidí sacarme el certificado de coach en nutrición. Y luego seguí estudiando online. Hasta que llegó el confinamiento y me lancé con Isa Healthy Life», una plataforma web que ofrece programas para mejorar la alimentación y tiene una comunidad de más de 17.000 seguidores en Instagram. «Era un momento de ansiedad, angustia e incertidumbre, y todos nos volvimos locos con la comida», recuerda.
Isabelle aboga por la « alimentación intuitiva: en vez de enfocarte en dietas restrictivas que no te dejan comer lo que te gusta, se trata de buscar las señales de tu cuerpo: el hambre, la saciedad, las emociones... Se trata de aprender a comer sin perder el control, escuchándote. Parece fácil, pero no lo es. A mí me ha cambiado la vida y por eso quiero ayudar a otros. Es una forma de relacionarte de otra forma con la comida y contigo misma, más conectada con tu presente, para saber lidiar con tus emociones y tener una vida más tranquila, más feliz».
¿Y a ella qué le hace feliz? «Te puedo decir antes lo que no me hace feliz: no vivir de acuerdo con mis creencias y mi ética. Si pienso de una manera y actúo de otra, algo no funciona. Y me hace feliz ver a mi familia, cuidarme y cuidar a los demás, sentirme productiva, trabajar...».
Y ahora, sobre todo, el nacimiento de su primera hija, de la que aún no quiere desvelar el nombre. «Estoy encantada, igual que lo estaría si fuera un niño. Pero ahora tendré a mi mejor amiga para el resto de mi vida. Será un cambio enorme, pero me llena de ilusión».
Su nacimiento será el broche a una historia de amor que la llevó a convertirse en marquesa de Cubas y que tanto ella como su marido, Álvaro Falcó, han llevado con discreción. Un encuentro accidental unió sus vidas: en la estación de Gstaad (Suiza), Isabelle se acercó a saludar a Falcó, pensando que era otro español y estuvieron hablando, aunque luego ella se dio cuenta de que no era quien pensaba. Dos años después llegó el reencuentro, a través de amigos comunes (como Tamara Falcó, amiga de ella y prima de él) y el inicio de su relación. «Yo creo que el humor nos ha unido desde el minuto uno. A Álvaro no le falta».
Peluquería/maquillaje: Sonia Marina para Sonia Marina Cosmetics. Ayudante digital: Dani Caparrós. Ayudante de Estilista: Maria Vidal. Agradecimientos: AN CONCEPT. C/ Salustiano Olózaga, 5· Bajo Interior Dcha · 28001 MADRID · www.adriananicolau.es