Marie-Chantal con Pablo de Grecia, luciendo la impresionante tiara de los Miller. /
A pesar de su precipitada salida de Atenas a finales de 1967 hacia el exilio, Constantino y Ana María pudieron recuperar su colección privada de joyas, provenientes de las dotes de las reinas griegas , que fueron pasando de otra, de generación en generación. Tanto Ana María como su hija, Alexía, y sus nietas y nueras han podido lucir, durante todos estos años, las impresionantes tiaras que componen esta colección.
La razón de este conjunto, solo igualado por la dote de la reina Isabel de Inglaterra , reside en la cantidad de antepasadas pertenecientes a las casas reales más importantes de Europa. Desde Gran Bretaña, a Prusia y Alemania, pasando por Dinamarca y Suecia. A ellas, se añaden otras piezas, regalo de los padres de Marie-Chantal Miller a su hija. Repasamos algunas de las más bellas y espectaculares.
En realidad es la tiara «corsage», de corpiño. Es una diadema de diamantes y perlas, encargada a principios de los años sesenta por la reina Ingrid de Dinamarca como regalo de cumpleaños para su hija, Ana María de Grecia.
Marie Chantal Miller el día de su boda con la tiara Corsario.
Para diseñarla se tomó como modelo una joya de corpiño, muy popular en el siglo XIX, heredada de Victoria de Baden, esposa del rey Gustavo V de Suecia y abuela de la reina Ingrid. La tiara la han lucido, además de Ana María, Marie-Chantal, Tatiana Blatnik y Nina Florh, en sus respectivas bodas.
Es una diadema de estilo 'kokochnik' o ruso, adornada con unos impresionantes cabujones de esmeraldas y diamantes. Fue un encargo de Elena de Rumanía, esposa del rey Jorge II de Grecia, en la primera mitad del siglo XX.
La joya se confeccionó con piezas de la colección personal de la reina Olga, su suegra. Se puede llevar también como collar. La han lucido todas las reinas de Grecia. Solo pueden hacerlo cuando ciñen la corona.
Fue la tiara que lució Ana María en su boda con Constantino en 1964. Es una pieza clásica, diseñada con ondas y motivos en forma de hojas de laurel, de diamantes. Se puede utilizar también como ornamento de corpiño. Fue encargada por el kedive de Egipto Abas II Hilmi y confeccionada por Cartier en 1905 como regalo de boda para la princesa heredera de Dinamarca, Margarita de Connaugth, la primera esposa del futuro rey Gustavo VI Adolfo de Suecia.
Ana María de Grecia con la tiara del kedive de Egipto en su boda con Constantino II, /
La heredó la reina Ingrid y se la pasó a Ana María de Grecia, a su muerte, en 2000. La han lucido todas las princesas de Dinamarca, incluida la actual monarca, Margarita, con ocasión de su boda con Henri de Montpezat, el 18 de septiembre de 1967. Fue también la escogida por Alexía para el día de su boda.
Fue doña Sofía quien sugirió a doña Letizia que la llevara el día de su boda . Es la misma tiara que llevó ella para casarse con Juan Carlos I en Atenas en 1962. Es conocida como la tiara prusiana, porque proviene de esa rama de la familia de doña Sofía.
De estilo imperio, inspirada en el arte helénico -su diseño evoca las columnas del Partenón-, está realizada en p latino, diamantes y tiene un brillante en forma de lágrima en el centro. Fue un regalo de Guillermo II de Prusia a su hija Victoria Luisa por su boda con Ernesto Augusto III de Hannover. Victoria Luisa se la regaló a su vez a su hija Federica cuando se casó con el rey Pablo de Grecia, y la ha heredado doña Sofía.
Es una pieza de exquisita orfebrería. Fue un regalo para la futura reina Sofía, nacida princesa de Prusia y Alemania, por su boda, en 1889, con el heredero al trono griego Constantino I. Parece que fue su hermano, el emperador alemán Guillermo II quien la encargó.
La llevaron también la reina Elena de Rumanía, la reina Federica, la reina Ingrid de Dinamarca y, en los últimos años, la princesa Marie-Chantal de Grecia, aunque se creía perdida.
Se puede adornar con una perla suspendida en el círculo central. Fue una herencia de la reina Sofía para su nuera, Federica de Hanover, madre de la reina Sofía, y, más tarde a la princesa Irene. Esta pieza la ha lucido la infanta Elena en más de una ocasión.
Un diseño muy bello y elaborado, pertenece a la colección de la reina Olga, que se la legó a su nuera Elena, la esposa de su tercer hijo, el príncipe Nicolás, que, a su vez, se la dejó a su hija mayor, la princesa Olga, esposa del regente Pablo de Yugoslavia.
Fue utilizada por la duquesa de Kent, Marina de Grecia, tercera hija de Nicolás. El rey Pablo I la recuperó para ofrecérsela a su esposa, la reina Federica, que se la legó a la entonces princesa Ana María, su nuera.
Es una creación de Cartier y data posiblemente de la segunda mitad del siglo XIX o principios del XX. Es una clásica tiara «fringe» o de estilo ruso, muy de moda en esa época.
Fue un regalo de bautizo para María Olympia de Grecia de su abuerla materna, Chantal Miller. La han lucido en numerosas ocasiones tanto ella como su madre, Marie-Chantal.
Tiene un dibujo en forma de elipses, rematadas con piedras redondas. Parece que se trata de un regalo por la mayoría de edad de la princesa Alexía, la primogénita de Constantino y Ana María. De hecho, fue la primera en lucirla, aunque también se la ha prestado a su hermana Teodora.