UNA CEREMONIA HISTÓRICA

Las crisis de Leonor en los Premios Princesa de Asturias: el mal rato del discurso, la despedida del rey y la emoción de Letizia con Serrat

Fue una ceremonia especial, no solo por la hondura poética y reivindicativa de los discursos de Ana Blandiana y Marjane Satrapi. El rey Felipe anunció que dejaba la presidencia de honor de los Premios Princesa de Asturias para que Leonor tome el relevo.

La princesa Leonor, flanqueada por la reina Sofía (de blanco) y la infanta Sofía, a la entrada del Teatro Campoamor de Oviedo. / GETTY IMAGES

Elena de los Ríos
Elena de los Ríos

Al final del acto de entrega de los Premios Princesa de Asturias, tras la salida de los premiados al son de las gaitas, bajo la mirada atenta de una reina letizia espectacular como nunca, el rey Felipe convocaba cada año la siguiente edición. En esta ocasión, en vez de hacerlo previsible, encendió los micrófonos de Leonor para que fuera ella la que anunciara que el trabajo para encontrar a los próximos galardonados comenzaba. Fue el momento clave de un relevo que el monarca anunció en su discurso, nostálgico y con sabor a despedida. El año que viene, su hija presidirá la gala.

El momento era emocionante, sobre todo para el rey Felipe. Este no pudo evitar fundirse en un abrazo con su hija en el hall del Teatro Campoamor, donde suelen esperar a que la reina Sofía descienda desde su palco para dirigirse, ya todos juntos, hacia los coches. Leonor, sin embargo, no parecía tan contenta como era de esperar. Quizá le pesó la responsabilidad de un discurso más largo que en otras ediciones: pronunció la laudatio a los premiados que solía hacer su padre.

Leonor lo pasó mal durante su discurso

Efectivamente, más largo de lo habitual y probablemente no dictado por ella (algunos susurraban ver el estilo su madre en esas frases), al discurso de Leonor le faltaban sus propias palabras para poder marcar el ritmo de esa oratoria personal que todo el que presenta en voz alta necesita para sentirse seguro ante su audiencia. De ahí que esa laudatio se convirtiera en un momento arduo para la heredera que, por momentos, no conseguía encontrar su voz, pero en otros marcaba la pauta con soltura.

A la salida, en esa conversación informal, pudimos ver cómo Leonor buscaba a la reina Letizia para preguntarle cómo la había visto. Empeñada en constatar si la percepción que ella había tenido de su desempeño era o no acertada, pasó por alto que su abuela, la reina Sofía, trataba de trabar conversación con ella. No era el momento de hablar con la preocupada heredera, pero sí lo hizo con la infanta Sofía , muy consciente de la circunstancia y del papel secundario que le toca ejercer en ella. Y la necesidad de su apoyo total y absoluto en momentos difíciles.

El rey Felipe sonríe a Leonor, orgulloso y enternecido, mientras Letizia aplaude el discurso de su hija. / CSA REAL

El ingrato papel de la infanta Sofía , presencia obligatoriamente silenciosa en estos eventos institucionales, se torna vital para la princesa Leonor. Solo había que ver cómo la heredera enlazaba su brazo con el de su hermana, buscando una protección que aligerara la responsabilidad que debía sentir al entrar en el teatro ovetense. Por eso vistió un esmoquin brillante y oscuroque trasladaba la seriedad y solemnidad con la que asume la presidencia de los Premios Princesa de Asturias.

La gravedad planeó en el ambiente de los premios

La idiosincrasia de los premiados y la situación de guerra en tantos puntos de planeta llenó de melancolía una ceremonia en la que predominó el negro, sobre todo, encima del escenario. De oscuro vistieron todos los galardonados, la familia real y la gran mayoría de los invitados . Solo la reina Sofía, con una preciosa chaqueta blanca bordada de pedrería, se erigía en deslumbrante punto de luz desde su palco.

De negro vistió Marjane Satrapi, quien pidió para los niños «enseñarles que el verdadero éxito radica ante todo en el humanismo». La poeta rumana Ana Blandiana, también con traje negro y camisa blanca, conmovió con su discurso hasta al habitualmente inescrutable rey Felipe. Insistió en el poder de la poesía para salvar, sino vidas, almas. Su voz delicada y entrecortada hizo un silencio impresionante entre los asistentes a los Premios Princesa de Asturias.

La infanta Sofía y la princesa Leonor se enlazaron a la entrada y salida del Teatro Campoamor, donde se celebran cada año los Premios Princesa de Asturias. / CASA REAL

La emoción de la reina con Joan Manuel Serrat

La presencia de Joan Manuel Serrat, premio Princesa de Asturias de las Artes, llenó de nostalgia el Teatro Campoamor, y no solo por sus palabras. Aunque la reina Letizia, que ya le había propinado un beso fuera de protocolo en la recepción de la mañana, se emocionó especialmente cuando el cantante mencionó una frase concreta en su breve discurso: «Prefiero los caminos a las fronteras, la razón a la fuerza y el instinto a la urbanidad».

Contra todo pronóstico, Serrat dio fin a su discurso, se bajó del estrado y anunció que prefería cantar, algo que no hace desde su retirada de los escenarios, en 2022. Acompañado de una violinista, cantó un fragmento de la muy nostálgica 'Aquellas pequeñas cosas', no sin antes «agradecer a los que han compartido el camino conmigo». Fue un momento mágico y hasta el rey Felipe le dio las gracias por «el regalo».

El de Serrat fue el discurso más claro y conciso de la ceremonia de los Premios Princesa de Asturias: «Los valores democráticos y morales han sido sustituidos por la avidez del mercado». El rey Felipe tuvo un momento para dolerse por la guerra en Ucrania y Gaza y reivindicó no olvidar a las personas en tiempos de deshumanización. «El peor castigo que puede infligirse es la condena a la invisibilidad, a ignorar la existencia del otro, el rechazo y el desprecio».

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