Mucho antes del incidente de Palma y mucho antes de que la leyenda urbana de la mala relación entre la reina Letizia y la reina Sofía se convirtiera en canon, ambas mujeres escenificaron en 2012 un año ejemplar de sororidad femenina.
Aunque ahora nos parezca increíble, la reina Letizia, entonces Princesa de Asturias, fue el firme apoyo de la reina Sofía en uno de sus peores momentos de cara a la galería: cuando se descubrió públicamente la existencia de Corinna Larsen, el verdadero interés amoroso del rey desde hacía ocho años.
El 14 de abril de 2012 el rey Juan Carlos I sufrió el aparatoso accidente de caza en Botsuana que convirtió a la ex princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein en su «amiga entrañable» de cara a la prensa internacional, a la reina Sofía en una mujer casada con un adúltero múltiple y, de carambola, a su nuera Letizia en su único apoyo.
El mismo teatrillo que tuvo que interpretar la reina Sofía cuando le avisaron de que un avión privado llevaba a su marido herido desde el Delta del Okavango a una clínica madrileña porque había que operarle de urgencia fue el primero de los despropósitos y la sucesión de sonrisas congeladas que vendrían a continuación.
La reina Sofía tardó tres días en pisar el hospital en el que se recuperaba el rey de su operación. Cuando la avisaron del incidente se encontraba en Grecia celebrando con sus hermanos la Pascua Ortodoxa y no quiso interrumpir su viaje.
O quizá quiso evitar lo que ya había sufrido en 2010, cuando acudió a visitar a su marido a un centro hospitalario tras una operación de pulmón y coincidió allí con Corinna. Afirma Jaime Peñafiel que de aquella visita la reina se retiró llorando, pero la prensa no se hizo eco de aquello.
Su annus horribilis público no se inició hasta ese 2012 y el pistoletazo de salida fueron los escasos 20 minutos que pasó en la Clínica San José de Madrid «visitando» a su marido infiel aunque más tarde los medios publicaron que al rey ni le había visto ni le pretendía ver.
De todas formas su esfuerzo por acallar los rumores no caló en la opinión pública, desde aquella visita exprés la situación de la reina Sofía quedó comprometida evento tras evento. Los periódicos aireaban casi a diario infidelidades pasadas y presentes de su marido y la emérita intentaba mantener el tipo.
No se lo pusieron fácil. A los cotilleos sobre Corinna había que añadir la publicación del bien documentado libro de Pilar Eyre, «La soledad de la reina», y los chistes que se hacían al respecto de sus «cuernos».
Hasta una agencia de contactos especializada en personas casadas e infieles se atrevió a hacer una campaña publicitaria con una imagen de la reina Sofía abrazando a un modelo sin camiseta y el lema «Ya no tienes por qué pasar la noche sola».
Fue el mismo año en el que la reina Sofía fue criticada por su apoyo sin fisuras a su hija la infanta Cristina y su yerno, Iñaki Urdangarin. La misma época en la que la familia Urdangarin fue vetada de los actos públicos y, con ello, la reina se quedó aún más sola.
Curiosamente en ese momento la entonces princesa de Asturias decidió dar las mayores muestras públicas de afecto y respeto a su suegra. Detalles que no se han vuelto a repetir como ver a Letizia, junto a la reina Sofía, llevando a sus hijas a ver «Sonrisas y lágrimas», junto a los niños Urdangarin y los Marichalar.
Juntas fueron a los Premios príncipes de Asturias y charlaron animadamente, Sofía se giraba en el palco del desfile militar del 12 de octubre para poder hablar con Letizia en vez de con su marido, sentado a su lado, y compartieron abrazos y risas en los Juegos Olímpicos de Londres.
Incluso fueron expulsadas a dúo de la zona de prensa en la que se habían colocado estratégicamente para felicitar al taekwondista Nico García cuando ganó la medalla de plata.
Durante ese año, si la reina Sofía acudía a algún acto era muy probable que la princesa de Asturias la acompañara de buen grado, algo impensable en el actual 2022. Fueron los 365 días de sororidad en la casa real española que terminaron abruptamente por culpa del caso Nòos. Tal y como describió Pilar Eyre aquel 2012 en una entrevista, seguramente en aquel momento Letizia, por primera vez, sintió «compasión» por su suegra.
20 de enero-18 de febrero
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