La reina Letizia, durante su encuentro con los familiares de las víctimas de la Dana. /
La sobria llegada de los reyes Felipe y Letizia a la Catedral de Valencia anunció la trascendencia del momento. La reina, con un gesto de impresionante seriedad, salió de su coche oficial vistiendo riguroso luto, con abrigo negro y pañuelo al cuello que no se quitó ni durante la misa. Al pisar la plaza de la Reina tampoco hizo ademán de saludar o sonreír, consciente del dolor que la esperaba más allá de la Puerta de los Hierros. Quizá también de la tensión que aún acumulan tantos vecinos valencianos.
Puede que, a su llegada, los reyes Felipe y Letizia ya supieran de los familiares de víctimas que, al ver a los políticos llegar a la catedral, decidieron no asistir a la solemne misa funeral. El Arzobispado de Valencia extendió invitación a absolutamente todas las familias afectadas y hasta fletó taxis para que pudieran llegar a templo, más en una tarde-noche complicada, como todas las que prolongan la Navidad
Unas 400 personas ocuparon el lugar preferente en la basílica: los bancos situados en la nave central. A su derecha, en un lateral, se sentaron los políticos: con tres ministros (María Jesús Montero, vicepresidenta primera y ministra de Hacienda; Ángel Víctor Torres, ministro de Política Territorial, y Diana Morant, ministra de Universidades) y Carlos Mazón, presidente de la Generalitat, todos circunspectos y sin dar pie a polémicas .
Justo antes de que los reyes Felipe y Letizia entrara en la catedral , llegó Isabel Díaz Ayuso y ocupó su asiento en segunda fila, justo detrás de Morant. Un par de minutos después de que los monarcas recorrieran el pasillo central hasta el altar mayor y ocuparan su sitio, dos sillones en la parte izquierda del presbiterio, se sentó en su sitio Alberto Núñez Feijóo.
En realidad, la presencia o ausencia de políticos fue lo de menos dentro de la catedral y durante la misa funeral, oficiada por el arzobispo Enrique Benavent. Su emotiva homilía multiplicó la emoción de los familiares de las 222 víctimas de la DANA en Valencia, algunos de ellos portadores de fotografías enmarcadas de sus seres queridos fallecidos. Sobre todo cuando conminó a «aprender que la auténtica solidaridad es la de aquellos que ponen a las personas que sufren en el centro de su acción y se olvidan de sí mismos y de sus intereses«.
«En esta Eucaristía le pedimos al Señor que las dificultades no nos lleven a caer en la insolidaridad, que las diferencias no lleguen a convertirse en divisiones, que las perspectivas distintas a la hora de afrontar los problemas no perjudiquen a los más necesitados, que los intereses propios no prevalezcan sobre el bien común. Solo así podremos mirar el futuro con esperanza», dijo el arzobispo Enrique Benavent. Fue el mensaje más claramente dirigido a los políticos presentes.
Tras una hora de ceremonia, el final de la misa funeral marcó el momento más esperado de la tarde-noche, con los reyes Felipe y Letizia ya dispuestos a saludar a los familiares de las víctimas que enseguida se arremolinaron alrededor de ambos. En realidad, los monarcas recorrieron fila tras fila de bancos saludando, abrazando y escuchando a todos los familiares que les tendieron la mano.
Una vez más, fue sobre todo la reina la más buscada por los afectados familiares: el consuelo y, sobre todo, la escucha atenta que Letizia sabe poner a disposición lo justifica. Ella, evidentemente compungida, se llevaba las manos a la cara, hacía gestos de dolor y asentía a cada confidencia recibida. Su cara, tan expresiva siempre, revelaba sobre todo impotencia.
La reina Letizia y el rey Felipe saludando a algunos familiares de víctimas. /
El encuentro directo con las familias afectadas duró alrededor de media hora, pero muy intensa. El rey Felipe pudo recorrer prácticamente toda la nave central estrechando manos, abrazando y escuchando lamentos, dando besos. Sin embargo, Letizia no avanzaba, pues no paraban de acercarse personas que querían trasladarle su situación, expresar su dolor o solicitar ayuda.
La reina se detuvo especialmente con personas mayores, muy afectadas, y no dudó en estrecharlas entre sus brazos. Ya llevaba los ojos brillantes, conmocionados por los testimonios. El monarca retrocedió en más de una ocasión para escuchar las conversaciones que mantenía con los familiares.
«Ha sido un acto muy bonito y muy sincero», declaró a los medios de comunicación presentes Susana, viuda tras la DANA y residente en Catarroja. Se refería sobre todo a los reyes Felipe y Letizia y no a los políticos, pues muchos familiares no terminaban de encajar su presencia en la catedral de Valencia. Y, sí, de nuevo se pudo comprobar que la presencia de los monarcas no es en vano, pues el abrazo del rey y de la reina pudieron consolar a aquellos que lo buscaron. Mientras, fuera, la tensión no paraba de aumentar.
Ya muy cerca de al salida, los reyes Felipe y Letizia se detuvieron largo rato con una persona que llevaba no uno, sino dos retratos de familiares fallecidos. /
Al final del recorrido de los reyes por la nave central de la catedral, algunos de los presentes perdieron de vista la solemnidad del momento y el dolor de los familiares y se dedicaron a pedir 'selfies' al rey Felipe, a lanzar vivas y a tratar de fotografiar a la reina. Letizia se zafó hábilmente de estas personas, protegiendo la dignidad de las víctimas con su propia voluntad de sobriedad. Al final, salieron del templo entre unos comedidos y sentidos aplausos.
Al salir por la Puerta de los Hierros, en la misma plaza de la Reina, la expectación inicial había mutado ya en gritos e insultos. Los valencianos allí congregados esperaban la salida de los políticos para elevar sus quejas, sin advertir que aquellos salían rápidamente por una puerta lateral. Los reyes Felipe y Letizia, conscientes del enfado de los ciudadanos, tampoco quisieron demorarse allí y subieron rápidamente a su coche oficial.
Seguramente, el rey Felipe y la reina Letizia ocuparon buena parte de su viaje de vuelta a Madrid compartiendo las impresiones, confidencias y lamentos que les trasladaron los familiares de las víctimas en la Catedral de Valencia. Las 222 no son todas las que son. Aún quedan cuatro desaparecidos por localizar.