La relación de las casas reales europeas con la equitación viene de antiguo y roza la obsesión. Sirva de ejemplo que la reina Isabel II está obsesionada con la cría de purasangres, su sobrina, Zara Phillips, es campeona olímpica en salto y nuestra infanta Elena ha vivido no uno, sino dos romances vestida de amazona: el primero con Luis Astolfi (que acabó casado con la desconocida Isabel Flórez ) y el segundo con Cayetano Martínez de Irujo.
Porque, no nos engañemos, más jugosos que los resultados deportivos y económicos que les reportan las aficiones ecuestres a la realeza nos interesan los romances que nacen en las cuadras. La princesa Margarita conoció a su amor imposible, Peter Townsed, montando a caballo; la princesa Ana acabó casada con un jinete, Mark Phillips; y la hija favorita del rey Juan Carlos estuvo a punto de hacer lo mismo con Luis Astolfi.
No existen casi testimonios gráficos del idilio (eran otros tiempos) pero sí titulares jugosos en los medios de la época (del tipo « recta final de un noviazgo clandestino»). Corría el año 1986, la infanta Elena ya había cumplido 23 años y Luis Astolfi era un jinete sevillano y veinteañero con toda una carrera deportiva por delante.
Luis Astolfi Pérez de Guzmán provenía de una familia numerosa (de 14 hermanos nada más y nada menos) relacionada con el Real Club de Pineda de Sevilla y competía desde los 14 años.
A los 19 ya cosechaba éxitos deportivos suficientemente llamativos como para que su familia permitiera que se olvidara de ejercer como abogado (carrera que estudió en la universidad) y se volcara en su faceta de jinete. Llegó a ser olímpico en cuatro ocasiones.
La primera vez que se le vio junto a la infanta Elena fue en la celebración del Rocío Chico en honor de la Virgen de la Candelaria en 1986. Desde ese momento, y hasta tres años más tarde, no había torneo de hípica en el que la pareja no apareciera junta, sonriente y convenientemente acompañada por los familiares de él, al fin y al cabo Astolfi fue el primer novio no oficial de la infanta.
La situación era tan evidente que el jinete tuvo que dar explicaciones en el ¡Hola! afirmando que no le habían invitado a Marivent, su cara y sus novias pasadas fueron portada de Garbo y el internacional Point de Vue dio por hecho que estaban juntos.
A lo largo de todo 1986 la prensa auguraba un anuncio de compromiso oficial en breve mientras la pareja intentaba diluir la atención de los medios apareciendo como integrantes del mismo equipo en los concursos hípicos de España y Portugal y acompañados de amigos fuera de las pistas.
Como no hubo nunca confirmación de Zarzuela tampoco se supo jamás la fecha real de la ruptura, pero la realidad es que tres años más tarde la infanta y Luis Astolfi dejaron de coincidir. Expertos en saber qué se cuece de puertas para dentro en la familia real, como Paloma Barrientos, aseguran que el jinete no soportó la presión de ser el partenaire de una infanta de España y mucho menos estaba dispuesto a abandonar su carrera deportiva.
Después de Astolfi la infanta probó suerte con otro jinete bastante menos discreto, Cayetano Martínez de Irujo, pero este idilio apenas duraría tres meses. El resto de la historia ya lo conocemos, en 1995 ella se casó en Sevilla con Jaime de Marichalar, el cese de la convivencia llegó en 2007 y en 2009 el divorcio.
Por su parte Luis Astolfi se unió a María Isabel Flores (rebautizada Flórez por los medios años después) en 1991 en una boda holandesa que solo apareció reseñada en el Hola. Tres páginas sin desperdicio en las que la madre de la novia declaraba que su nieto estaba «a medio camino» y en las que se aseguraba que la pareja se enamoró en el verano del 88.
Pero en 2013 los ex novios volvieron a coincidir y para entonces ambos estaban divorciados. La historia de ese reencuentro alimentó el rumor de que la infanta Elena y Luis Astolfi habían vuelto a salir. El Mundo incluso publicó que la pareja había estado junta el 6 de noviembre en el AC Hotel Ciudad de Sevilla by Marriott.
La realidad es que tras el divorcio de Luis Astolfi en 2012 la infanta incrementó su presencia en espacios claves de su amistad, el Real Club Pineda y al Centro Ecuestre Pony Club de Badajoz.
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A pesar de lo que nos gustan las segundas oportunidades para muchos el tonteo que la pareja ha mostrado concurso hípico tras concurso hípico dno es más que la demostración de que los ex novios son, en realidad, los mejores amigos posibles.
La infanta ha apoyado a Luis Astolfi tras su divorcio y la muerte de sus padres. Por su parte el jinete es el refugio de la hija de los eméritos y su mejor compañero cuando ejerce de amazona, hasta suplió a su entrenador durante una breve temporada. Aunque suspiremos por un romance otoñal entre ellos (y ninguno de los dos hayan rehecho oficialmente su vida amorosa desde su divorcio), vamos a tener que asumir que son solo amigos.