De izquierda a derecha, la reina Victoria Eugenia, María de las Mercedes y, de pie, don Juan, conde de Barcelona. / GTRES

Victoria Eugenia y María de las Mercedes: reinas fallidas, mujeres rotas y una carta que revela la crueldad secreta entre suegra y nuera

El trono fue esquivo para las esposas de Alfonso XIII y don Juan, que además vivieron el fallecimiento de un hijo y una vida marital llena de infidelidades. Sin embargo, Ena no admiró a María de las Mercedes.

Aunque el rifirrafe entre la reina emérita Sofía y la reina Letizia escandalizara al mundo, lo cierto es que las relaciones entre suegras y nueras en la familia real han sido buenas pocas veces. La historia del España guarda un lugar especial para María Cristina de Habsburgo-Lorena, segunda esposa de Alfonso XII, y Victoria Eugenia de Battenberg, su nuera desde una desgraciada boda con Alfonso XIII.

María Cristina no quería a Ena: no era aristócrata ni católica y, además, llevaba en la sangre la enfermedad de la hemofilia. Al final, su hijo el rey también la rechazó y hasta el pueblo español lo hizo, a pesar de su gran trabajo de beneficencia.

La relación de Victoria Eugenia de Battenberg y María de las Mercedes de Borbón, esposa de su hijo Juan y por avatares históricos desposeída de trono, tampoco fue todo lo ideal que hubiera debido ser. Sin embargo, la biografía de ambas mujeres transita por caminos paralelos y, desafortunadamente, trágicos. No fueron felices ni como reinas ni como esposas ni como madres. Quizá porque sus vidas ya eran suficientemente dolorosas, guardaron sus críticas en el territorio íntimo.

Victoria Eugenia de Battenberg superó muchas adversidades para convertirse en reina, sobre todo la oposición de la reina María Cristina por los motivos que ya contamos. Abjuró de su religión anglicana para convertirse en católica y recibió el título de Alteza de su tío, el rey Eduardo VII antes de casarse enamorada, pero la felicidad apenas duró. Sus cuatro hijos varones (excepto Juan) enfermaron o murieron y eso le distanció definitivamente de Alfonso XIII, que tuvo decenas de amantes y varios hijos fuera de su matrimonio.

Por qué se separó la reina Victoria Eugenia

Para hacerse personar las infidelidades, Alfonso XIII le regalaba joyas, de ahí el mítico joyero de Ena, origen de las famosas joyas de pasar de la Corona española. Pero consentía que su madre, la reina María Cristina, ejerciera todo su poder en el Palacio Real: controlaba las comunicaciones de Ena a través del personal de Palacio y hasta decidía sobre la educación de sus nietos. Victoria Eugenia fue una reina segundona.

Dedicada a las obras benéficas (creó la Escuela de Enfermeras) e incomprendida por el pueblo, Victoria Eugenia de Battenberg fue aislándose cada vez más, en parte por la contención en la que l a había educado su abuela, la reina Victoria de Inglaterra. La Primera Guerra Mundial empeoró la relación con su suegra, la reina María Cristina, pues esta apoyaba a las potencias centrales por su origen Habsburgo, mientras que Ena estaba del lado de los aliados

Cuando la II República se anunciaba en la turbulenta vida política española, Victoria Eugenia de Battenberg y Alfonso XIII ya no se hablaban. De hecho, ella sale de España en tren en dirección a Francia un día antes que el rey. Ya en el exilio, Ena decide poner tierra de por medio y, de facto, separarse. Se trasladó a Londres con su madre, Beatriz de Battenberg, y con el estallido de la Segunda Guerra Mundial se instaló en Lausana.

Victoria Eugenia dejó todo atrás, marido e hijos, y reclamó en los tribunales su dote, los intereses durante veinticuatro años y una pensión. De hecho solicitó a Francisco Franco la asignación como viuda de 250.000 pesetas anuales que fijaban las estipulaciones matrimoniales. Aún así, tuvo que empeñar muchas de sus joyas para salir adelante. Franco le concedió finalmente 700.000 pesetas anuales para que pudiera llevar una vida de lujo.

Durante su exilio, Victoria Eugenia de Battenberg no tuvo demasiado contacto con sus hijos y, de hecho, no asistió a la boda entre Juan de Borbón, ya designado como heredero al trono, y María de las Mercedes, su prima. Sí quiso acudir en cambio al bautizo de su primer hijo, Juan Carlos, en Roma en 1938. Fue su madrina junto al cardenal Pacelli, más tarde el papa Pío XII.

Curiosamente, María de las Mercedes y Victoria Eugenia no tuvieron demasiada relación, más allá de los acontecimientos familiares en los que coincidieron: dos bautizos (en Roma y Madrid, de los dos siguientes reyes de España) y un boda (en Atenas). Los condes de Barcelona vivían en Estoril, mientras que Ena residió hasta su muerte en Lausana.

Sin embargo, tuvieron una vida matrimonial paralela, pues María de las Mercedes sufrió también en fallecimiento de su hijo menor, Alfonso (por el famosos accidente con la pistola), y las infidelidades de don Juan, que sobrellevó con resignación (y con alcohol) durante toda su vida.

Parece que la frialdad entre suergra y nuera no se debió solamente a la distancia geográfica que impuso la historia. De alguna manera, Ena no podía entender la debilidad de María de las Mercedes ante las tragedias sufridas. Recordemos: ella resistió con entereza un atentado el mismo día de su boda (el de Mateo Morral) y décadas de humillación.

Sí ha trascendido una prueba de este desprecio gracias a una carta que le escribió a una prima, después de la boda de Juan Carlos y Sofía en Atenas. Le decía: «Todo el mundo iba bien vestido excepto María, mi hija política. Su traje era azul fuerte y hacía que pareciese… Está enormemente gruesa de nuevo y casi siempre en las viñas del Señor y temo que la mayoría se dé cuenta de ello».

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