A pesar de su sonrisa sempieterna, Mary de Dinamarca se ha ganado fama de ser una mujer fría. /
Mientras a Margarita de Dinamarca le va estupendamente desde que su hijo Federico es el rey (hasta se la ha visto caminando sin bastón, algo impensable desde su operación de espalda del año pasado), a la reina entrante, Mary Donaldson, le siguen pasando factura los recuerdos del pasado.
Ahora, por lo visto, toca el turno de retomar el rumor sobre su pretendida frialdad, una imagen pública sustentada en detalles tan anecdóticos como el de que quién lloraba a moco tendido el día de su boda era el príncipe Federico y no ella.
Mientras en su Tasmania natal quieren plantar un árbol en su honor (un Blue Gum, para más señas) por haber conseguido la proeza de aprender danés y ganarse a pulso su corona, otros sectores de la prensa y los foros más turbios de internet recuerdan al mundo que durante mucho tiempo Mary Donaldson ha sido considerada la reina de hielo de las monarquías europeas.
Y estamos hablando de la misma corte en la que la reina Margarita retiró los títulos a sus propios nietos por la vía de los hechos y sin llamar siquiera a los afectados por teléfono antes de rebajar su estatus al de conde y cambiarles el apellido. Ser frío, en Dinamarca, es, por lo tanto, ser muy frío. ¿Pero son los rumores ciertos?
Vídeo. Los momentos más difíciles de la vida de Mary Donaldson /
A su imagen de persona eficiente pero poco cálida no ayuda que a la reina Mary no se le conozcan aliados en Dinamarca a pesar de llevar dos décadas en el país. Que las personas que trabajan con ella la abandonen cada tanto y que ninguno de sus parientes australianos se prodigue por Copenhague tampoco ayuda. Desde Tasmania a Dinamarca hay 26 horas de vuelo y sólo su hermana mayor, Jane Alison, parece dispuesta a hacerlas.
De hecho Jane Stephens (si la queremos llamar por su apellido de casada) es la única que acudió a su proclamación como reina. Un movimiento de acercamiento mínimo del círculo más íntimo de la monarca recién estrenada y, hasta cierto punto previsible, porque de los tres hermanos de Mary Donaldson Jane ha sido siempre la más visible y cercana a su hermana menor.
Fue dama de honor en la boda de la princesa heredera Mary en 2004 y luego, en 2006, fue madrina del primogénito de la pareja real, el príncipe Christian. Además, tanto ella como su marido acudieron el pasado año a la gran cena de gala con motivo del 18 cumpleaños de Christian. Pero si intentamos ver más allá de Jane… no hay nadie.
Su hermano John protagonizó hace siglos un escándalo con comentarios desafortunados en Facebook en los que se refería a la futura reina danesa como «la que no debe ser nombrada» y no se le volvió a ver.
Su hermana Patricia es otro misterio: se sabe que en algún momento ha colaborado en la puesta en marcha de la beca Crown Princess Mary que se concede a estudiantes de intercambio daneses que desean cursar estudios en la Universidad de Tasmania, pero no existe ni un posado de ella con Mary en ninguna agencia.
Mary Donaldson y Federico X en su proclamación como reyes /
El padre de la reina, ya octogenario, nunca fue un gran fan de salir a su lado en las fotos. Y con su madrastra las malas lenguas siempre han afirmado que Mary no se lleva bien. Con semejante panorama parece que la reina Mary no posee un gran apoyo familiar.
Para hacer aún más raras las cosas, y tratando de acallar los rumores de que algo anda mal con la familia australiana, los hermanos emitieron un comunicado antes de la proclamación de Mary en el periódico The Mercury en el que declaraban: «Sabemos que nuestra hermana seguirá mostrando la misma fuerza, amabilidad y gracia en su nuevo papel al lado de su marido, el rey Federico X. Hoy, Dinamarca es su hogar». A buen entendedor…
Danesa o australiana, no cabe duda de que la royal tiene una coraza que le permite poner buena cara en los actos públicos mientras la prensa explota a su alrededor por las imágenes de su marido con otra mujer.
Una armadura con la que viene cargando desde hace tiempo. Ella misma ha explicado cómo, cuando murió su madre de forma inesperada tras una intervención quirúrgica, recibió la noticia en soledad porque ya no vivía en la casa familiar. También pasó todo el proceso de luto sola y sin pedir ayuda. Fue increíblemente doloroso, pero en aquella época aprendió a fingir.
Que su propio marido la defina siempre en términos de «profesionalidad» no ha ayudado a crear una imagen benevolente de la australiana de cara a la galería. En el último libro del ahora rey describe a su esposa en términos tan institucionales como « nació para este rol», que hacen que su historia de amor parezca un casting.
Humanizar a la nueva reina parece la última frontera que Mary Donaldson debe superar tras veinte años dedicada a cuidar a los herederos del trono, aguantar desplantes de la familia política, relacionarse en exclusiva con los amigos de su marido y dedicarse a todas las causas sociales habidas y por haber sin conseguir el beneplácito de los más quisquillosos.
La maquinaria se ha puesto en marcha y la operación Mary, reina del pueblo, por fin ha comenzado. De hecho, para su próximo cumpleaños el 5 de febrero está previsto en un canal de la televisión danesa un documental titulado «La reina Mary, la chica de Tasmania». Una operación de maquillaje más necesaria que nunca: las lágrimas de su marido en su proclamación como rey contrastaban de nuevo con su sonrisa perfecta y congelada.