Mary Donaldson haciendo una reverencia a Máxima de Holanda /
Nunca defrauda. La princesa Mary de Dinamarca , una de las royals con más estilo y personalidad de las actuales Casas Reales europeas, se ha convertido en el perfecto relevo de la monarquía danesa. Este próximo domingo, 14 de enero, Dinamarca vivirá la abdicación de la reina Margarita en favor de su hijo Federico, y tanto él como su esposa Mary pasarán a ser los nuevos monarcas del país escandinavo.
Será entonces cuando comprobemos si, una vez nombrada ya Su Majestad la Reina Mary –el título que ostentará a partir de ahora como reina consorte– seguirá haciendo ese gesto tan suyo y llamativo y que la ha convertido en la « reina de las reverencias».
Desde su boda con el príncipe heredero Federico de Dinamarca, celebrada el 14 de mayo 2004 en la catedral de Copenhague, la australiana de origen Mary Donaldson ha demostrado adaptarse a las estrictas normas de una casa real como la danesa con total perfección. Incluso en los momentos más delicados y comprometidos como los que vivió hace tan solo unas semanas, con la publicación de las comprometidas fotos de su marido Federico con Genoveva Casanova en Madrid, la futura reina de Dinamarca supo cumplir a rajatabla con su rol de consorte y mantener la compostura en todo momento, algo para muchos difícil de entender.
La exclusiva publicada por la revista Lecturas vio la luz coincidiendo con la visita de Estado a Dinamarca de los reyes Felipe y Letizia , y Mary demostró tener asumido su papel de reina heredera con total profesionalidad. La prensa nacional, y también al internacional, pusieron el foco de manera muy incisiva en cada uno de los gestos y movimientos de la royal danesa y fue difícil, por no decir imposible, encontrar un solo detalle de demostración de sentimiento de tristeza o enfado.
Y es que si algo caracteriza a la esposa de Federico de Dinamarca es su profesionalidad y su compromiso absoluto con el estricto protocolo que rige a una Casa Real tan tradicional como la que ha encabezado durante 52 años la reina Margarita.
Pero hay un gesto claramente protocolario que ha caracterizado a Mary de Dinamarca durante los veinte años de matrimonio con quien será desde este próximo domingo el rey Federico X de Dinamarca. Y nos referimos a esas llamativas reverencias con las que saluda a los monarcas con los que se ha reunido de forma oficial durante las dos décadas que lleva de matrimonio con el heredero a la Corona danesa.
El protocolo recomienda pero no obliga a seguir sus normas. Y aunque las monarquías son instituciones estrictas y solemnes en sus tradiciones, el gesto de la genuflexión que ha popularizado Mary Donaldson ha caído notablemente en desuso entre los miembros de otras familias reales actuales.Los tiempos cambian y hasta las monarquías evolucionan y se modernizan, o eso se supone.
De ahí que llame poderosamente la atención que una princesa e inminente reina consorte joven, de educación cosmopolita y de origen plebeyo sienta esa especial obsesión por saludar de la forma más exagerada y tradicional a los reyes y reinas con los que ha mantenido encuentros oficiales hasta la fecha.
El saludo de la reverencia a reyes y reinas tiene su propio «manual de uso» dentro del protocolo de toda Casa Real. Y las recomendaciones son notablemente diferentes entre los hombres y las mujeres. Mientras que ellos deben dar un sencillo apretón de manos al tiempo que inclinan levemente la cabeza, las mujeres deben realizar la correspondiente genuflexión que consiste en doblar la rodilla derecha mientras se apoya el peso sobre el lado derecho del cuerpo. Y siempre manteniendo la espalda recta y el contacto visual con la persona a quien se está saludando. Un gesto que, aunque muy tradicional y en claro retroceso, Mary de Dinamarca domina a la perfección y realiza de forma totalmente natural.
Aunque no siempre fue así. Basta echar la vista atrás para comprobar que se trata de una técnica que la todavía princesa consorte ha ido perfeccionando a lo largo del tiempo. De resultar al principio un gesto mas torpe y forzado que otra cosa ha ido evolucionando hasta llegar a una demostración de respeto y rendición de pleitesía de lo más elegante y estético.
Y son ya bastantes las voces autorizadas que inciden en que esta obsesión por exagerar sus saludos a los miembros de la realza de rango superior –solo a reyes y a reinas–, puede tener su origen en un cierto complejo de inferioridad dada su condición de plebeya.
Algo que tampoco tendría mucho sentido, pues no es la única futura reina de origen plebeyo. Aquí tenemos el mejor ejemplo, el de Letizia, que viene de una familia «normal» que se ha ganado con su compromiso y profesionalidad como princesa primero, y como reina actualmente el máximo respeto a todos los niveles.
Ahora la duda es si la futura monarca danesa seguirá adelante con sus famosas reverencias. Una vez sea nombrada reina ostentará el máximo rango y ya no tendrá la obligación –aunque ya vemos que nunca la ha tenido– de saludar al resto de monarcas con una genuflexión. Bastará con un apretón de manos y dos besos, en todo caso. Y será un buen momento para superar de una vez ese supuesto complejo de plebeya que arrastra desde hace dos décadas.