DOS MUJERES Y UN DESTINO Máxima de Holanda cumple 52: localizamos a Emily Bremers, la azafata que pudo casarse con Guillermo de Orange y ser reina de los Países Bajos

Guillermo de Holanda ha encontrado en Máxima de Holanda una de las grandes fortalezas de su reinado, a veces puesto en entredicho por su lujoso estilo de vida. Como cuando la pareja adquirió una mansión en Grecia, una hacienda de 4.000 metros cuadrados en Kranidi, que algunos han cifrado en un valor superior a los 4,5 millones de euros. Por su carácter cercano, extrovertido, su sempiterna sonrisa y espontaneidad, la economista argentina ha roto muchas barreras en un país donde se admira su gran capacidad de asimilación cultural, pues no en vano habla neerlandés al a perfección.

Sin embargo, la hija de Jorge Zorreguieta, secretario de Agricultura y Ganadería entre 1979 y 1981 durante la sanguinaria dictadura de Videla, pudo haber visto cambiado su destino si la relación sentimental que su ahora marido mantuvo con la azafata de KLM Emily Bremers hubiera prosperado.

Su presentación a los medios de comunicación no fue precisamente ortodoxa, sino más bien el destino impuso que su identidad saliera a la luz después de que sufrieran un aparatoso accidente de tráfico en 1994. En un principio, la ahora princesa Beatriz, entonces reina de los Países Bajos , no se oponía a esta relación, pero el padre de la joven, un reconocido dentista, Don Bremers, cometió un sonoro fraude fiscal por el que abandonó el país y esta fue la semilla que acabó germinando en su ruptura en 1998.

Emily Bremers, que tenía un ligero parecido físico con la reina Máxima, parecía muy enamorada de Guillermo (y viceversa), pero fue fatídico para su historia de amor ese accidente, en el que el coche del príncipe chocó con un camión por evitar a otro vehículo que circulaba a más de 150 kilómetros por hora. La prensa se preguntó entonces qué hacían ambos juntos a medio camino entre Nüremberg y Münich. Al parecer iban a esquiar, pero Casa Real no quiso confirmar ni desmentir este extremo.

En un principio, Emily era bien recibida en Palacio. De hecho fue una de las invitadas, en calidad de pareja todavía no oficial de su hijo, al 60 cumpleaños de la reina Beatriz. En 1999, Guillermo conocería a la reina Máxima en la Feria de Abril de Sevilla, en concreto en la caseta del Real Club de Andalucía El Aero, donde había acudido acompañada por su amiga Cynthia Kauffman, quien a su vez había conocido al príncipe en la maratón de Boston en la que ambos participaron.

Emily Bremers, por su parte, rehizo su vida con un amigo del príncipe Guillermo, el aristócrata Rhoderick van der Vijck, con quien se acabaría casando, pero sin demasida fortuna. Uno de los momentos más embarazosos que protagonizó la pareja fue cuando acudieron al 40 cumpleaños de la reina Máxima de Holanda en 2011.

Antes de esas circunstancias cordiales debemos recordar que Guillermo fue fotografiado con Emily Bremers, siendo ya pareja de la que hoy es su mujer. Unas imágenes que llegaron a las manos de Máxima, quien puso tierra de por medio y se fue a la Patagonia a descansar. Hasta allí se desplazó un arrepentido Guillermo dispuesto a agasajarla hasta el extremo que fuera necesario, e incluso le regaló un anillo de piedras preciosas para sellar su reconciliación en Navidad.

El matrimonio de Emily Bremers con Rhoderick van der Vijck, con quien se casó en noviembre de 2002, no funcionó y en 2014, para escenificar su emancipación definitiva, ella se compró un apartamento en La Haya por 272.000 euros, de dos plantas y con cuatro dormitorios. En ese momento aún compartía con su exmarido otra propiedad en la misma zona residencial de Benoordenhout, que habían adquirido en 2003 por 430.000 euros. Tuvieron dos hijos, Philiph y Maurits, y la ruptura llegaría en 2014.

Emily Bremers ha estado durante más de 20 años vinculada profesionalmente a la compañía petrolífera Shell. Hace tan solo dos semanas comunicaba su salida de la empresa en su perfil de Linkedin: «Miro hacia atrás al increíble tiempo que pasé en Shell con gratitud y orgullo. Shell es una increíble organización y me siento afortunada de haber sido parte de ella durante más de veinte años y de haber trabajado con gente tan diversa, talentosa y encantadora. Mis diferentes roles me han proporcionado inolvidables experiencias y me han permitido crecer y desarrollarme tanto personal como profesionalmente y estoy muy agradecida por ello».

Este lunes 15 de mayo se ha incorporado a su nuevo trabajo en FMO, una entidad bancaria, en el departamento de Recursos Humanos, y está muy ilusionada con este nuevo reto profesional.

Después de 23 años en la mencionada compañía petrolífera asegura que «me marcho con ricas experiencias, amables recuerdos y un gran aprecio por la profesionalidad, las oportunidades que se me han dado y las amistades que he construido».