Ahora que no vemos constantemente a los duques de Sussex en los medios de comunicación, la obsesión de Meghan Markle con el beis resulta más evidente que nunca. En su última aparición oficial, retransmitida puntualmente en el perfil de Instagram de su fundación, Archewell , la ex actriz luce su color de cabecera de cabeza a pies. Un bloque de color que no se mueve, no se nota, no traspasa.
Esta es solo la última foto de una larga serie de looks que van del beis al camel, las tonalidades que Meghan Markle ha favorecido en su armario desde su compromiso con el príncipe Harry, allá por 2017. El beis es su zona de confort y su seña de identidad. Un lugar en el que, hasta su llegada, no habíamos visto a ninguna princesa, reina o duquesa española o británica. Evidentemente, para no confundirse con la mismísima pared.
A fuerza de discreto, el beis carga con la cruz de ser el color más anodino y sin chispa del armario. Un tono al que recurrir si eres niñera, espía o traductora en Naciones Unidas. ¿Por qué Meghan Markle decidió convertir el beis en su bandera? Lo contó en 'Hayy & Meghan', el documental que protagonizó con su romántico príncipe en Netflix .
«Mientras viví en el Reino Unido, rara vez me vestía con colores«, desveló Meghan. «Fue algo premeditado. Según fui informada, en los eventos no puedes vestir del mismo color que la reina o de otros miembros de la familia real. ¿Qué color no llevarían jamás ninguna de ellas? Camel, beis, blanco roto. Por eso optaba por esos tonos apagados. Bueno, también porque pasaba inadvertida. No quería destacar».
Desde luego, el razonamiento es irreprochable. Y muy complaciente con el papel de recién llegada a la familia real más poderosa del continente. Sin embargo, Markle no tenía porqué mantener su fidelidad al tristísimo beis una vez culminado el 'Megxit' que la devolvió a Estados Unidos , ya convertida en duquesa de Sussex. ¿A quién quería agradar con tanto color café en la soleada California?
Evidentemente, hay mucha más estrategia tras la militancia en el beis de Meghan Markle de la que reconoce. Porque este insípido color al que tanto recurre no solo es refugio indumentario del alto funcionariado o los uniformes de servicio más rancio. También es el punto de partida y destino final del llamado 'lujo silencioso', esa ostentación de los absurdamente ricos que subrayó la serie 'Succession'.
Hagamos el chiste: 'Succession' se parece mucho a 'Sussexion', pero no son lo mismo ni por asomo. Los herederos de las grandes fortunas globales y los que ya las poseen visten para evitar las miradas: son alérgicos a la notoriedad. Algo que claramente no se puede decir ni de Meghan ni de Harry, ambos embarcados en una polémica campaña de autobombo sobresaliente .
Los último que necesitan los megaricos del mundo es llamar la atención o exhibir carácter, personalidad o estilo, Para qué, si ya tienen todo el dinero que quieren. Quién se iba a imaginar que su repliegue hacia los colores faltos de cualquier intensidad se convertiría en marca de estatus y, por tanto, algo que copiar para simular familiaridad con el universo de las grandes fortunas o incluso una gran fortuna similar.
Ahora que las colecciones de otoño lanzan ya sus primeras prendas camel, beis o café, conviene desentrañar el espíritu algo hipócrita de esta triste y anodina tonalidad. Las megamillonarias la usan para atribuirse discreción de manera hipócrita: los ceros que acumulan sus cuentas bancarias son necesariamente escandalosos. Las simplemente ricas, como Meghan, lo hacen de manera puramente aspiracional.
Simular el estatus gracias a la moda es un juego al que no solo juegan las compradoras de Zara , como comprobamos en el caso de Meghan Markle. La insistente apariencia de neutralidad de su armario beis simula una serenidad y un desinterés que solo puede responder a todo lo contrario: un deseo incontrolable de ser una más en la élite. No en la 'vulgar' pandilla de los Beckham : los Sussex aspiran a más. La jugada no le salió bien en Buckingham Palace. Puede que en Hollywood, tampoco.
20 de enero-18 de febrero
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