Familia real de noruega

La complicada relación de Mette-Marit con su padre y sus padrastros: un playboy alcohólico y dos dolorosas pérdidas

Antes de pasar el calvario de los problemas con la ley de su hijo Marius, la princesa noruega se vio obligada a despedirse de sus tres figuras paternas.

La princesa Mette-Marit de Noruega. / gtres

Jorge C. Parcero
Jorge C. Parcero

No corren buenos tiempos para la familia real de Noruega y en concreto para uno de sus miembros más queridos por sus compatriotas, la princesa heredera Mette-Marit. A sus nuevos problemas de salud , que la han obligado a cogerse la baja, se suman las graves acusaciones por agresión de su hijo Marius Borg, que podrían hacer que la propia royal acabase declarando ante un juez .

Respaldada siempre por el gran apoyo de su esposo, el príncipe heredero Haakon, Mette-Marit no tiene, en cambio, una figura paterna a la que acudir en estos momentos complicados. Tanto su padre como sus dos padrastros han fallecido, jalonando una vida en la que las tragedias se han sucedido para la princesa. La más dramática de ellas fue la muerte de su hermanastro Tron Berntsen, víctima en 2011 de los disparos del asesino múltiple Anders Behring Breivik cuando trataba de proteger a su hijo de diez años.

Especialmente complicada fue la relación de la futura reina de Noruega con su padre, Sven O. Hoiby. Divorciado de su madre, Marit Tjessem, cuando ella tenía tan solo once años, se volvió a casar a los 68 años con una stripper tres años menor que su propia hija. «Es amor verdadero», aseguró entonces el periodista y notorio playboy habitual de la crónica de sociedad en las revistas noruegas.

Para entonces, el contacto entre Mette-Marit y su padre era prácticamente nulo, sobre todo después de que Sven O. Hoiby anunciase su intención de escribir un libro contando los secretos de su nieto Marius. De forma notable, la princesa se refirió a él durante uno de sus queridos 'trenes literarios' , recordando que «cuando era pequeña siempre sentí que tenía algo que ocultar. Que mi padre era un alcohólico no lo sabía ninguno de mis amigos». Abriendo su corazón, añadió que «uno de los asuntos más difíciles que he superado en mi vida ha sido la relación con mi padre y mi relación con la muerte».

Dos duras pérdidas casi consecutivas

En marzo de 2007, Sven fallecía a los 70 años víctima de un cáncer de pulmón. Pero tan solo un año después llegaba otro duro golpe con la muerte de su padrastro, Rolf Berntsen, la persona a la que Mette-Marit había considerado siempre como su auténtico padre y cuya perdida le afectó profundamente.

Sven O. Hoiby, padre de Mette-Marit. / gtres

Berntsen, casado con la madre de Mette-Marit desde 1994, se había sometido a un trasplante de corazón en 2001. Durante los meses anteriores a su fallecimiento los periódicos noruegos habían informado de que su estado de salud era delicado, por lo que faltó a varias reuniones privadas de la familia real. Berntsen sí asistió a la celebración de los 70 años de los reyes Harald y Sonia .

Marit Tjessem hizo pública en 2011 su relación sentimental con Magnar Alfred Fjeldvær, que fallecía en 2020 a los 83 años. «Echaremos de menos a Magnar, significaba mucho para la familia», aseguraron los príncipes herederos en un comunicado. En su funeral, Mette-Marit y su madre se despedían de él diciendo: «Nuestro querido, bueno, amable y cariñoso papá, abuelo y suegro se durmió tranquilamente en Kristiansand el 15 de junio de 2020».

El tumultuoso pasado de Mette-Marit

Antes de tener que lidiar con estas dolorosas pérdidas de seres queridos y de los preocupantes asuntos que la atenazan en el presente, la princesa debió pasar por momentos muy difíciles en su camino a convertirse en una persona querida y respetada por su pueblo.

Haakon de Noruega y Mette-Marit el día de su boda. / gtres

Mette-Marit Tjessem Hoiby, por entonces madre soltera, causó un gran revuelo cuando se comprometió en 2000 con el príncipe Haakon . En aquel momento, a sus compatriotas les escandalizó menos que su futura reina fuera madre soltera que el hecho de que admitiera entre lágrimas que alguna vez se había movido en círculos que consumían drogas. Tampoco gustó a la conservadora sociedad noruega que la pareja se hubiera mudado a vivir juntos a un apartamento de Oslo quince meses antes de la ceremonia.

«Mi rebelión juvenil fue mucho más fuerte que la de muchas otras jóvenes», aseguró en una entrevista televisiva tres días antes de su boda. «Eso me llevó a vivir una vida bastante salvaje«. Fue a partir de entonces cuando el apoyo a la futura princesa y a su matrimonio con el príncipe heredero creció. Desde el nacimiento en enero de 2004 de la primera hija de la pareja, la princesa Ingrid Alexandra , su popularidad se ha disparado.