Miguel Urdangarin llega al hotel Grande Bretagne, en Atenas, para asistir al funeral de Constantino de Grecia. /
Miguel Urdangarin es, posiblemente, el miembro de la familia creada por la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin más discreto de todos. A sus 21 años recién cumplidos comparte con su hermano Juan Valentín esa querencia por pasar lo más desapercibido posible y raro es verle en actos públicos. Uno de los últimos, en le funeral de Constantino de Grecia, y de eso hace ya unos cuantos meses.
Su perfil, discreto y esquivo, se aleja años luz del que ha decidido adoptar su hermano mayor, Pablo, que no solo se convirtió en el portavoz de sus padres cuando estalló la polémica Ainhoa Armentia , sino que, desde hace unas semanas, protagoniza su propio culebrón sentimental junto a su novia, Johanna Zott. La pareja ya ha acaparado portadas y protagonizado arrumacos en público, algo que ni hemos visto ni veremos en el huidizo Miguel.
Durante sus 21 años de vida, el joven ha elegido el camino de la privacidad. Se ha alejado de las polémicas, incluso de la familia real. El hijo de la infanta Cristina se quedó sin ver a su abuelo Juan Carlos I cuando visitó España el año pasado y se ha mantenido sin opinar sobre la separación de sus padres.
El discreto nieto de la reina Sofía ha sido también el más ninguneado por la prensa, hasta el punto de parecer un misterio. El hecho de que no lo ponga fácil, tampoco ayuda mucho.Las imágenes de los Borbones reunidos en aquel último adiós al rey de los griegos mostraron una nueva faceta de Miguel en la ceremonia, sin miedo a las cámaras mientras apoyaba a su madre. Fue protagonista de uno de los momentos más tiernos, cuando le tomó la mano y la besó.
Miguel se ha situado al margen porque ha preferido llevar un tipo de vida más intelectual y con un perfil de popularidad más bajo. Nació en Barcelona el 20 de abril de 2002 y tuvo como padrino al rey Felipe y como madrina a su tía Lucía, la menor de los hermanos de Iñaki. Noveno en la línea de sucesión, se le describe como muy buen estudiante, aplicado y educado.
Su amor por el conocimiento le llevó a probar con la música. Gracias a ella, conseguía unir a la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin. Lo describe la periodista Sílvia Taulés en Vanitatis: «Aprendió a tocar el piano en el colegio. Muchos recuerdan aún hoy a sus padres en el auditorio del Liceo Francés viendo a su hijo actuar. Las clases las retomó en Ginebra cuando se mudó la familia y allí se repetía la escena, casi romántica, del niño al teclado y los padres admirados».
Pero su verdadera pasión le llegó en el lugar más inesperado, en Mallorca. Durante sus vacaciones practicaba vela, surf y esquí acuático. Incluso hace unos años salió a navegar con su tío Felipe en Palma. Se había enamorado de ese azul. Por eso, cuando cumplió la mayoría de edad, se decantó por estudiar Ciencias del Mar. Quería conocer los procesos físicos, las corrientes, las mareas y todo lo que implicara ese campo del saber. Se mudó a Londres, lejos de todos.
Miguel Urdangarin, su hermano Pablo Valentin y su hermana Irene.
Su actitud de niño era muy diferente a la que tiene de adulto. Se le veía pegado a su primo más polémico, Felipe Juan Froilán de Marichalar y Borbón; abrazados y entre risas. Ambos tenían fama de ser los graciosos de las reuniones, entretenían con sus bromas a toda la familia.
Se produjo un cambio en él con el paso del tiempo, por todos los problemas que llegaron: cuando encarcelaron a su padre, cuando Iñaki se separó de su madre y cuando se filtró la noticia de la nueva novia del empresario, Ainhoa Armentia (a la que de momento no conoce personalmente).
Su hermano Pablo Nicolás ha sido el más expuesto, se ha hecho popular entre las generaciones más jóvenes y se ha convertido en una estrella del balonmano. Mientras, Miguel (que cada vez se le parece más; ambos son altos y de ojos claros) quedó relegado a momentos concretos. Sus dos grandes actos públicos como protagonista han sido su bautizo y su comunión.
El hijo de la infanta prefiere estar fuera del mapa de la actualidad. No consta que haya ido a visitar a su prima, la princesa Leonor, que también vive en el Reino Unido. Según la revista Hola, su carácter es más parecido al de la hermana de la heredera, la infanta Sofía: tienen el mismo sentido del humor.
Cuando Miguel Urdangarin nació, Juan Carlos I estaba henchido de orgullo. «Miguel ha nacido con los ojos abiertos», explicó. Dos décadas después, la relación entre abuelo y nieto está en el aire. Se mantienen distantes, pero simbólicamente unidos.
La complicidad de Juan Carlos y Miguel se encuentra en un pequeño objeto. El joven lleva un sello de oro en el dedo meñique en su mano izquierda, una costumbre heredada del emérito. Es un guiño directo.
No obstante, el hijo de la infanta prefiere su calma. Por eso, el año pasado se quedó en el Reino Unido durante la visita de Juan Carlos I a España, según la revista Semana. Tras su largo viaje desde Abu Dabi, de los cuatro hijos de la infanta Cristina, solo fue uno a verle. Pablo Urdangarin fue el único que se encontró con el emérito en Pontevedra, donde el rey anterior asistió a un partido de balonmano. Miguel está decidido: prefiere centrarse en los estudios.