El rey Mohamed Vi en una imagen de cuando aún era un príncipe. /
La última cita royal que ha tenido lugar en tierras marroquíes nos dejó una imagen sorprendente: la de la hermana del rey, la poderosa Lalla Meryem , conversando con la reina Máxima de los Países Bajos en un perfecto español.
Porque como nos recordaba Alfredo Fraile en su libro Secretos confesables, el vínculo de la familia real marroquí y España va mucho más allá que su buena relación con el rey Juan Carlos. Tanto el rey Mohammed VI como sus hermanas e incluso su propio padre, Hassán II, crecieron al abrigo de mujeres españolas.
De hecho, el propio Hassán II tuvo en su corte a empleadas de nuestra nacionalidad que le ayudaron a convertirse en rey; como Paquita Gorroño, que llegó a Rabat huyendo de la guerra civil en 1939 y acabó convirtiéndose en secretaria de Mulay Hassan antes de convertirse en rey.
Pero dos de estas mujeres de la antigua corte marroquí, Ascensión Díaz Folgueras y Juana Labajos González, fueron determinantes en la vida de Mohammed VI porque hicieron algo más que velar por la crianza de los cinco hijos de Hassan II, le salvaron la vida.
Ascensión era diplomada en Puericultura por la Facultad de Enfermería Salus Infirmorum. Cuidaba del príncipe heredero desde su nacimiento y estaba al frente de las «salus españolas» que cuidaban de los hijos del rey.
Juana Labajos González formaba parte de ese equipo de nannies que velaban por el confort de los retoños royal desde el día que vino al mundo el primero de ellos, la princesa Lalla Meryem. También fue Juana Labajos la primera en sufrir las consecuencias del golpe de estado de 1971 que estuvo a punto de aniquilar a la familia real marroquí.
Ocurrió el 10 de julio de 1971. Hassan II, padre del actual monarca Mohamed VI, quiso celebrar su 42 cumpleaños con una gran fiesta que duraría varios días y en la que agasajaba a unos mil invitados en uno de sus palacios de verano. Pero la celebración acabó en tragedia.
El jefe del ejército marroquí, el general Mohamed Medhub, ordenó a dos promociones de la escuela marroquí de suboficiales, unos 1400 efectivos, el asalto del palacio estival de Skhirat donde se celebraba el cumpleaños del monarca.
Un centenar de invitados fueron masacrados con la irrupción de los soldados, veinte de ellos jefes superiores y mandos de las Fuerzas Armadas Reales. Aunque nunca hubo cifras oficiales se afirmó que de 180 a 200 invitados de los asistentes resultaron heridos.
Juana Labajos se encontraba en primera línea del primer tiroteo de los golpistas, pero milagrosamente se salvó con un pensamiento en la cabeza: llegar hasta los niños que descansaban en las residencias reales de palacio. En aquel momento el príncipe Mohamed tenía siete años.
A pesar del dramatismo del golpe de estado, la prensa española reflexionaba en aquellas fechas que la masacre podría haber sido aún peor si Hassan II hubiera escogido cualquier otra de sus palacios de verano para celebrar su cumpleaños.
Aunque se llame palacio, la residencia que la casa real marroquí posee en Sjirat, a las afueras de Rabat, se parece más a un resort de lujo que a un edificio fastuoso. Consta de un complejo de bungalows y villas que recorren la línea de la playa y están separadas de la carretera principal por un campo de golf. Los invitados intentaron huir corriendo por esa misma playa mientras los militares sublevados llegaron a través del campo de golf y apuntaron una ametralladora hacia esa zona.
El objetivo inicial del cabecilla de la rebelión, el general golpista Mohamed Medbuh, era mantener a los invitados como rehenes para forzar al rey a firmar su propia abdicación. El propio Medbuh seleccionó a Juana Labajos de entre el grupo de rehenes como primera moneda de cambio. Pero no pudo ejecutar su jugada.
Con lo que nadie contaba en ese momento es que alguien disparara contra el general sublevado y le matara, y que su fallecimiento inesperado le diera a Hassan II una ventana de tres horas en la que las tropas rebeldes no supieron organizarse, pero él sí.
Pero antes de conseguir aprovechar esa ventaja, Juana y Amparo se enfrentaron al momento más difícil de sus vidas. Con Medbuh muerto, el siguiente hombre al cargo del golpe de estado, el coronel Ababou, ordenó matar al rey y a toda la familia real, niños incluidos.
Ni la embajada española en Marruecos ni la propia familia de Juana Labajos se ponen de acuerdo de quién fue la mujer que se enfrentó a los golpistas con el príncipe en brazos. Uno afirma que fue Juana, otros que Amparo. Lo que sí recogieron los testigos de la época es que las cuidadoras de los príncipes y las princesas los rescataron y se encerraron en el baño de las mujeres protegiendo con sus cuerpos a los niños mientras una de las españolas se enfrentaba a los asaltantes.
Vídeo. Quién es quién en la familia real de Jordania
Cuatro días más tarde del ataque al palacio real fueron ejecutados en un campo militar próximo a Rabat una decena de los jefes de la conspiración contra el rey: cuatro generales, cinco coroneles y un comandante.
Y curiosamente fue el marido de otra española, el doctor Fadel Benyaich esposo de la granaína Carmen Millán Monleón, quién salvó la vida de Hassán II y sus hijos el día del atentado. El médico se puso la túnica real para despistar a los atacantes y fue quién disparó al cabecilla golpista dando a la nanny del heredero la posibilidad de escapar e ir a custodiarlo. Fadel Benyaich murió en el asalto y sus hijos recibieron el honor de estudiar desde entonces compartiendo pupitre con los hijos del rey.
Juanita Labajos falleció en Madrid seis años después de aquel golpe de estado, pero antes de fallecer el monarca le concedió dos de las distinciones más importantes que la corte marroquí puede dar a una mujer. El día de su entierro su féretro portaba una corona de laurel enviada por la familia real de Marruecos.