Carolina de Mónaco y Stefano Casiraghi fueron, sin lugar a dudas, la pareja royal más perseguida por los paparazzi (y más rentable para la prensa rosa) desde que se casaron en 1983. Juntos protagonizaron momentos inolvidables durante apenas siete años y tuvieron tres hijos tan pluscuamperfectos como ellos mismos: Andrea, Carlota y Pierre Casiraghi .
Desgraciadamente la familia royal perfecta se rompió de forma trágica e inesperada en 1990. Stefano Casiraghi, que hizo todo lo que pudo para convertir Mónaco en su fuente de ingresos, estaba en el momento de su muerte inmerso en darle un nuevo impulso a la empresa que acabó costándole la vida.
El empresario italiano consiguió la franquicia de una firma de costosas embarcaciones de lujo sólo accesibles para los presupuestos más elevados. Y para asegurarse un negocio redondo se convirtió en la imagen de su producto estrella: las lanchas de carreras. Con él compitiendo y Carolina de Mónaco en la grada animando la publicidad estaba garantizada.
Amante de la velocidad y sin miedo a nada, Stefano Casiraghi se convirtió en una estrella de las competiciones de lanchas offshore llegando a ostentar el título de campeón del mundo antes de sufrir el accidente en la costa de Montecarlo que le costó la vida.
La única buena suerte que acompañó a la familia Casiraghi-Grimaldi aquel 3 de octubre fue que Carolina de Mónaco no estaba entre el público en el momento del accidente, como era habitual. Se encontraba de compras en París y fue su amiga íntima Inés de la Fressange quién tuvo que darle la terrible noticia.
La muerte de Stefano Casiraghi dejó a Carolina de Mónaco desolada y convertida en una viuda joven y con tres niños pequeños a los que criar. Andrea Casiraghi tenía seis años cuando perdió a su padre, Pierre Casiraghi sólo tres. Ya han pasado 33 años desde la muerte de Stefano Casiraghi, pero aún hoy se buscan parecidos entre los hijos de Carolina de Mónaco y su padre. ¿Quién es el heredero oficioso del legado de Stefano Casiraghi?
Los mismos ojos azules, el mismo atractivo y, durante un tiempo, el mismo pelazo, Andrea Casiraghi parecía de joven el vivo retrato de su padre pero en versión melancólica. Más allá de lo físico, Andrea Casiraghi y su padre también se parecen. Por ejemplo, ambos se sienten atraídos por la velocidad, aunque la edad haya vuelto más prudente a Andrea de lo que nunca fue su padre.
Mientras Stefano Casiraghi competía en carreras de alto riesgo en el mar, Andrea Casiraghi prefería saltarse el límite de velocidad en la carretera, como le sucedió cuando le pillaron en 2011 circulando a 200 km/h en una autopista francesa que permitía, cómo máximo, los 130 km/h y acabó perdiendo el carnet y su coche. Desde ese momento su relación más estrecha con la velocidad es su asistencia año tras año al Gran Premio de Fórmula 1 de Mónaco.
El amor por una buena fiesta también es una herencia Casiraghi. Del pasado ibicenco y fiestero de Andrea Casiraghi tenemos testimonios gráficos abundantes gracias a que muchas de esas juergas tuvieron lugar en Ibiza bajo la atenta mirada de los paparazzis.
Su padre Stefano Casiraghi también disfrutaba de una buena celebración pero, eso sí, en la intimidad. Tras su muerte trascendió que la fiesta con la que celebró su último cumpleaños en Marrakech, apenas un mes antes de su accidente, fue épica.
Los problemas con la justicia también afectaron a la juventud de ambos Casiraghi. En 2005 Andrea intentó convencer a puñetazos a un paparazzi de que le dejara en paz y los carabinieri romanos tuvieron que intervenir.
Lo de Stefano Casiraghi fue bastante menos agresivo, pero más aparatoso y acabó con el empresario ante los tribunales en 1989. Fue acusado de haber comprado a los 22 años un certificado médico falso para librarse del servicio militar obligatorio italiano.
Curiosamente la causa médica que escogió para librarse de la mili fue aducir que sufría un «grave desarreglo de las funciones del aparato genital» que le convertía automáticamente en impotente. Tres hijos más tarde la justicia italiana decidió intervenir.
¿Bastan estas tres coincidencias para convertir a Andrea Casiraghi en el heredero más parecido al segundo marido de Carolina de Mónaco? Veamos los méritos del pequeño de la familia, Pierre, para corroborarlo.
Pierre acababa de cumplir tres años cuando su padre murió y su recuerdo de Stefano Casiraghi siempre ha quedado borroso en su mente. Pero su legado no, y poco a poco se ha adueñado de él con pequeños detalles, como cuando eligió Stefano como nombre de su primer hijo.
Los puntos de conexión entre Stefano Casiraghi y su hijo menor son de lo más variado. Por ejemplo, su amor por la alta costura. Mientras lo más fashion que hemos visto hacer a Andrea Casiraghi fue la vez en la que le fotografiaron comprándose unos zapatos en la calle más cara de Milán, Pierre es, desde octubre de 2021, embajador de Dior.
Un vínculo que ha viajado a través del tiempo, porque no olvidemos que Stefano Casiraghi y Carolina no se perdían un desfile parisino y el empresario, además, fue el primero que consiguió la licencia para vender Christian Dior en Montecarlo.
Si Andrea ha heredado la afición por la velocidad paterna, Pierre es sin duda quién ha recogido el testigo competitivo de Stefano Casiraghi. En octubre de 2014 era posible verle en el circuito alemán de Hockenheim, Alemania, participando junto al príncipe Albert von Thurn und Taxis en una carrera de coches.
Su amor por el mar (otro de los puntos en común con su padre) le ha llevado también a participar en todo tipo de regatas. En julio de 2016 venció en Cádiz al duque Hispania español, todo un «motivo de orgullo» para el monegasco al que le quedaron ganas de repetir. En 2017 se le vio competir en un catamarán en la Copa del Rey de vela de Mallorca.
Y si su padre llevó a Carolina de Mónaco hasta el desierto para participar juntos en el París Dakar por aquello de promocionar Subaru (otra franquicia que llevaba en exclusiva), Pierre Casiraghi también ha participado en algunas aventuras desconcertantes. Como cuando en agosto de 2019 fue uno de los dos patrones del velero Malizia II que transportó a Greta Thunberg hasta Nueva York porque la joven se negó a tomar un avión.
Mientras Andrea Casiraghi vivía y trabajaba en Londres hasta que su familia se ha trasladado recientemente a la ultrapija Gstaad, Pierre Casiraghi ha permanecido al cuidado del legado empresarial paterno. Ha trabajado durante años en la empresa de su padre en Mónaco y sigue en permanente contacto con los Casiraghi italianos. La imagen de él junto a su hijo visitando a la matriarca del clan Fernanda Biffi ha dado la vuelta al mundo esta semana.
Para Stefano Casiraghi la familia era lo más importante y para Pierre Casiraghi parece que también. Así lo demostró cuando se quedó cuidando durante el turno de noche a Ernesto de Hannover en la Clínica Delgado de Lima cuando el marido de su madre fue ingresado de urgencia durante la fiesta preboda de Sassa de Osma. ¿Podemos afirmar ya que Pierre es el más Casiraghi de los hijos de Carolina de Mónaco?
20 de enero-18 de febrero
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