El Baile de la Rosa es el evento de la alta sociedad por excelencia porque aúna los mejores looks, la elegancia aristócrata, los cotilleos (como los rumores de embarazo del año pasado que despertó Carlota Casiraghi ) y a los royals fuera de su rutina protocolaria. Los invitados llegan a la juerga primaveral para transformar el Sporting Club de Montecarlo y desde que Grace Kelly los convocó por primera vez en 1954 hasta este 2023, la fiesta se ha renovado sin perder esa esencia de película.
Los Grimaldi, encabezados por una orgullosísima Carolina de Mónaco, muestran músculo de lujo y derroche. Durante todas las ediciones se han inspirado en la cultura egipcia, el rock o incluso la movida madrileña para recaudar fondos para la Fundación Princesa Gracia de Mónaco.
Aunque ahora es la estrella, la primogénita de Raniero III contó en una entrevista que su primera vez en el baile fue poco agradable. Era su cumpleaños y sus padres la enviaron sola. Hubiera preferido una cena con amigos, pero se encontró con un evento en el que había 100 violinistas y solo tocaban 30 (los demás, casi de decoración). Pero el tiempo le dio su lugar, pasó a estar cómoda entre sus invitados, sobre todo con su amigo Karl Lagerfeld (a quien homenajeó el año pasado con un precioso traje negro).
Una de las primeras imágenes del Baile de la Rosa es de 1978. Carolina tiene 21 años y mira con complicidad a Philippe Junot. Su boda se celebró precisamente el mismo año (y su amor duró hasta 1980). No tenían el beneplácito de la familia. Se esperaba que la hija mayor se comprometiera con Carlos de Inglaterra.
De 1981 es una de las imágenes más míticas del reconocido Baile de la Rosa. Grace Kelly va vestida de amarillo con una especie de lazos en la cabeza, y su hija lleva un impresionante vestido rojo. Lujo, pomposidad, mangas abullonadas y un collar de rubíes que coronaba a Carolina como una de las princesas europeas más estilosas.
En 2001, Carolina de Mónaco aparece del brazo de su tercer marido, Ernesto de Hannover (ya había superado a Philippe y a Stéfano Casiraghi). La pareja, que había hecho su primera aparición en 1997, entre polémicas; se reforzaba ante las cámaras por parecer ideales. Como curiosidad, ese mismo año él fue multado con unos 510.860 euros por insultar a una periodista del diario Bild, que a su vez había denunciado que el aristócrata había orinado junto al pabellón turco en la Expo de Hannover.
Dos años antes de fallecer, en 2003, Rainiero posa con su hija Estefanía de Mónaco. La prensa no dejó escapar un particular detalle: el tono primaveral estaba apagado, llevaban colores oscuros y la alegría brillaba por su ausencia. El motivo, la guerra de Irak. El ABC recogía entonces que la familia también se enfrentaba a sus propios conflictos internos: se rumoreaba que Carolina y Estefanía no podían verse. Su padre fue el muro de contención.
El año dorado para los españoles fue sin duda 2008. ¿Quién podría imaginar una fantasía como Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover junto a Pedro Almodóvar, Alaska y Mario? Una imagen para el recuerdo. El tema era «la movida madrileña» y se juntaron representantes de la corriente y un enorme grupo de personas travestidas. El director de cine les dejó una frase: «Celebrar la movida también es celebrar la transición democrática de España hacia la libertad, pues nada hubiera sido posible sin esa libertad reencontrada»
Y llegó Charlene Wittstock, la invitada diferente. En 2009 ya era la nocia oficial del príncipe Alberto. Estuvieron toda la velada pegados, enamorados, bailarines. La gran ausente era Estefanía, pero la ex nadadora la suplía con un enorme tupé engominado y un pronunciado escote. El otro gran protagonista de la noche fue el legendario Chuck Berry. Mejor que un cuento de princesas.
La familia monegasca sacó sus mejores galas inspiradas en Marruecos en 2010. Andrea Casiraghi asistió junto a su novia, Tatiana Santodomingo y su hermano, Pierre, sacó a debutar a su pareja, Beatrice Borromeo. La aristócrata italiana había conocido al tercer hijo de la princesa Carolina de Mónaco dos años atrás, mientras estudiaba en la universidad. El año de esta aparición fue el mismo en el que se licenció en Derecho y Economía en la Universidad Bocconi de Milán.
En 2013 Carlota Casiraghi se echa un novio humorista, Gad Elmaleh, lo que eclipsa al resto de enamorados. Habían pasado de amigos a pareja y eso les hacía sentir más auténticos, sin engaños para engatusar. Pero él era 15 años mayor que la Grimaldi y todo el mundo predecía un desenlace rápido. Ocurrió dos años después.
En 2016 apareció por primera vez en el Baile de la Rosa Alexandra de Hanover, con un vestido rosa claro, a juego con Carlota Casiraghi. La ausente, en esta ocasión, era Charlene. Y la más presente fue Beatrice Borromeo, quien se enfundó un vestido rojo con una falda de tules cargada de movimiento.
La última cita, el año pasado, fue una de las más especiales. Tras una durísima pandemia que había cancelado la cita anual dos veces seguidas, los royals sacaron sus looks más exagerados bajo la temática de los locos años veinte. Christian Louboutin, quien se encargó de la dirección artística de la 66ª edición de esta gala, había prometido dos cosas: mucha energía y humor.
Este sábano se vuelve al ruedo. Los royals y el resto de invitados privilegiados se reúnen por una buena causa (y con una buena excusa). Se esperan tules, brillos, corbatas, pajaritas… Y queda la duda de siempre: ¿Quién será el protagonista de la gran noche?
20 de enero-18 de febrero
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