Irene de Grecia con su hermana, la reina Sofía. /
La princesa Irene de Grecia , hermana de doña Sofía , ha seguido una vida peculiar y muy alejada de lo que se supone que debe ser la existencia de un miembro de la realeza. No contrajo matrimonio y no se le conocen romances ni relaciones. Y, si por algo se distingue, es por su austeridad, su alejamiento de los lujos y las comodidades y su dedicación a su Fundación Mundo en Armonía.
Irene encontró el sentido a su vida en Madrás, en La India, a donde viajó con su madre a finales de los años sesenta y, desde entonces, ha cultivado una profunda espiritualidad relacionada con el budismo y la filosofía hinduista. Y se ha dedicado en cuerpo y alma a la ayuda a los demás.
Irene de Grecia nació en Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, el 11 de mayo de 1942. Sus padres, el entonces príncipe Pablo de Grecia y Federica de Hannover , habían tenido que partir al exilio tras la ocupación nazi de Grecia, durante la II Guerra Mundial. Es la pequeña de tres hermanos: su hermana, la reina Sofía, nació en 1938, mientras que su hermano Constantino, futuro rey de Grecia , vino al mundo en 1940.
Irene tenía cuatro años cuando su familia regresó a Grecia, en 1946. Un año después, su padre, Pablo de Grecia, se convirtió en rey y su hermano Constantino en heredero. Pero, la familia tuvo que abandonar Grecia de nuevo, en 1967, tras un golpe militar y un contragolpe sin éxito, que supusieron la deposición de Constantino . La familia se instaló en Roma en los primeros años. Pero pronto, en 1969, Irene viajó a Madrás con su madre, donde sé ambas instalaron durante varios años.
Este viaje con su madre cambió profundamente a Irene. La muchacha tímida con dotes de pianista se volcó en el estudio de la espiritualidad hinduista, que siempre atrajo de forma especial a su madre. La época, a comienzos de los setenta, supuso, además, un momento de gran interés en Occidente por la cultura hindú. Madre e hija se consagraron al estudio de la filosofía y la fe hinduista y budista en comparación con la religión ortodoxa.
La princesa Irene de Grecia con su madre, la reina Federica. /
La princesa acogió en varias ocasiones a su hermana Sofía y a sus tres sobrinos en Madrás. Una de ellas, a principios de los setenta, correspondió, según se dice, a un grave momento de crisis matrimonial de doña Sofía, que había descubierto las infidelidades de su marido, el rey Juan Carlos . Doña Sofía también ha mostrado interés por las filosofías de Oriente.
No está claro si Irene se convirtió al hinduismo o al budismo. Parece que es una devota de Shankaracharya, un maestro védico indio del siglo VIII, y ha estudiado profundamente los Vedas, las sagradas escrituras hindúes. Para ella, es el camino para lograr la paz mundial.
Al morir su madre, en 1981, abandonó la India y se instaló en el Palacio de la Zarzuela, donde sigue viviendo con su hermana Sofía. Ambas son uña y carne e Irene ha supuesto un gran apoyo para su hermana en momentos difíciles. La vida social de Irene es escasa. Se la ha podido ver en la boda del príncipe Leka y Elia Zaharia, en 2016, y en el funeral de su hermano Constantino , a principios de 2023.+
Sin embargo, hubo un tiempo, tras el fallecimiento de su madre, en el que Irene era una mujer muy activa y recorría el mundo en busca de ayuda para su fundación. Hubo un viaje que marcó especialmente a Irene, según ha contado la periodista Eva Celada en su libro «Irene de Grecia, la princesa rebelde». La propia Irene lo calificó como uno de los mejores viajes de su vida. Estaba centrada en sus estudios filosóficos en la Universidad de Madrás, como una forma también de pasar el duelo por la reina Federica .
En 1985, tuvo noticia de que la Unión Europea tenía pensado eliminar a cuatro millones de vacas para limitar la producción de leche y mantener su precio. Irene, como muchas otras personas, se escandalizó, especialmente porque en La India, las vacas son animales sagrados. Además, tuvo que enfrentarse a las críticas de un sabio hindú que le hizo ver que, mientras miles de niños indios carecían de una alimentación adecuada, en Europa estaban matando a estos animales, y que meditar no era suficiente para cambiar aquella realidad. «Usted podría, en vez de meditar, trabajar para abrir puertas», le dijo el sabio.
Así fue como Irene se puso en marcha. Viajó a Europa, donde investigó sobre los excedentes de alimentos. Y descubrió que se destruían toneladas de alimentos en toda la Unión Europea. Don Juan Carlos intentó mediar para enviar al menos mil vacas a la India. La cuestión era muy complicada, porque no se podía asegurar la supervivencia de los animales tras un viaje de estas características.
Finalmente, un informe dio el visto bueno e Irene consiguió el permiso de Alemania y de La India. La princesa viajó en un avión con 100 vacas, al sur de la India, donde estuvieron en cuarentena. Fueron 14 horas de viaje e Irene no tuvo reparo en acompañar personalmente a los animales. Llegó envuelta en un fuerte olor, pero feliz. A partir de entonces, la princesa se dedicó a numerosos proyectos de ayuda humanitaria relacionada con la alimentación, la agricultura y la ecología.