Inesperadamente se han vuelto las tornas y Mary Donaldson, la futura reina danesa , y su esposo el príncipe heredero Federico, han sido los que han salido peor parados por la decisión de la reina Margarita de revocar los títulos de príncipes a algunos de sus nietos.
Concretamente, la monarca despojó de sus títulos a los niños fruto de los dos matrimonios de su hijo menor, el príncipe Joaquín. Un drama madre-hijo que se transformó rápidamente en un drama hermano contra hermano y nuera contra nuera del que la princesa Mary se ha tenido que proteger con la estrategia del avestruz: desapareciendo del mapa.
Cuando la reina Margarita comunicó hace un par de meses su decisión de evitarles a los hijos del príncipe Joaquín el mal trago de ser príncipes de Dinamarca no supo prever las consecuencias que acarrearía esta decisión. La pareja de príncipes herederos del trono, Mary y Federico, tampoco.
Mientras desde Francia Joaquín y su esposa la princesa Marie manifestaban públicamente su shock y descontento y hablaban de una relación «complicada» con los herederos del trono, en Dinamarca los futuros reyes daneses intentaron dar la callada por respuesta. Para sorpresa de nadie la estrategia no salió bien.
Mary Donaldson se refirió a este tema en una única ocasión, y sus palabras dieron pie a más tensiones dentro y fuera de la familia real. Un traspiés que empañó ligeramente la brillante imagen que mantenía en los últimos tiempos la futura reina danesa, que ha ganado peso, presencia y agenda y representó a su país de adopción en Nueva York (e incluso departió con Joe Biden).
Sus declaraciones llegaron durante un acto en Copenhague. Mientras desde Francia los afectados hablaban de bullying a su hija por la pérdida de su título de princesa, la princesa Mary entonó un royal «ajo y agua» al pronunciar la sentencia «el cambio puede ser extremadamente difícil y realmente puede doler. Pero eso no quiere decir que la decisión no sea la correcta».
Su esposo, el príncipe Federico, no lo hizo mucho mejor. Llegó a decir ante las cámaras de la prensa que había hablado con su hermano sobre todo el asunto, pero desconocía que su hermano estaba reunido en ese mismo momento con su madre en palacio.
Tras semejante desbarajuste de comunicación institucional los príncipes herederos cambiaron de estrategia: él aludió a que todo era un asunto «familiar» y privado y ella cerró la boca para siempre. La mujer que había hablado ante la ONU hacía apenas unos meses, se volvió muda.
El deseo de mantener la crisis de los títulos como si fuera un asunto privado fue interpretado por todos como el intento de quienes tienen la sartén por el mango de obligar al bando perdedor a pelear en un terreno que permita mantener intacta la imagen de la familia real.
Una presión sobre Joaquín y su esposa que se ha traducido en todo tipo de detalles, como que se cocinara en las bambalinas de palacio la presencia del príncipe Joaquín y la princesa Marie a la comida en honor de la reina Margarita celebrada el pasado 12 de noviembre, una de las últimas celebraciones de su Jubileo de Oro.
Una asistencia que no consiguió la tan deseada foto de la unidad familiar y que ha sido definida por los medios daneses como »una representación teatral que debe convencer a los daneses de que todo está bien».
La foto de familia unida y sonriente no se produjo este fin de semana y si se hubiera producido nadie la hubiera creído. Pero sí ha tenido un efecto sorprendente: la opinión pública se ha manifestado claramente a favor de los «desheredados».
Solo por viajar hasta Copenhague la prensa alababa el compromiso del príncipe Joaquín y su esposa con la institución. Fuera de los medios también se ha alabado al príncipe. De hecho, el hermano de Federico de Dinamarca ha retornado al Instagram de la casa real danesa (tras 55 publicaciones desaparecido) y su intervención ha sido de las más alabadas en esta red social. «Lo está haciendo muy bien, príncipe Joachim. Se le necesita en la Casa Real», decía uno de los comentarios. «Espero que asuma más tareas para la Casa Real», se leía en otro.
Mientras, los príncipes herederos han intentado proceder como les ha indicado la propia reina, como si nada hubiera pasado, y esa estrategia puede haber sido un error. El 5 de noviembre presentaron juntos los premios Crown Prince Couple's Awards, una ceremonia en la que otorgan cuatro premios a personas que han destacado en el ámbito cultural y social.
La larga ceremonia repleta de chistes pactados y donde el príncipe Federico hasta bailó fue catalogada por algunos como un espectáculo aburrido mientras otros espectadores seguían con el run run del drama familiar en la recámara.
«Desafortunadamente, el conflicto con Joaquín le quita brillo. No puedo tomar sus sonrisas en serio. No pueden sentarse y ser agradables y amistosos y al mismo tiempo tratar tan mal a su propia sangre», comentó uno de los espectadores.
Tras la ceremonia de premios la pareja de príncipes viajó hasta Vietnam y a su regreso a Dinamarca la princesa Mary se refugió en una cacería tradicional del zorro en la que ya no se caza ningún zorro y que es, en realidad, una carrera de caballos en la que los jinetes y sus monturas recorren 11 km de bosque y campo y en la que no hay micros de la prensa ni posibilidad de comentarios en redes sociales. Tampoco rompio su mutismo en su viaje a Zanzíbar.
Los expertos apuntan a que en el fondo de las críticas contra los herederos del trono reposa no solo la sorpresa por su falta de empatía, sino también el temor a que la familia real danesa acabe convertida en los nuevos Windsor y que sus problemas «privados» afecten a su imagen pública y la del país. Y no les falta razón, porque en el mismo año han vivido dos episodios que muestran que este fenómeno podría suceder.
En junio la princesa Mary y su esposo efectuaron un viaje oficial a los Países Bajos, pero la prensa en aquel momento estaba más pendiente de aclarar con los príncipes el destino final de su hijo tras destaparse un caso de abusos en el elitista colegio al que asistía que en descubrir las bondades de Dinamarca.
Meses más tarde la noticia de la retirada de los títulos principescos opacó cualquier logro que la pareja de herederos pudiera conseguir en la visita oficial a Vietnam. De hecho, en el país asiático la princesa Mary se vio obligada a volver otra vez sobre el tema y contestar a los periodistas que cubrían el viaje con una única pregunta en mente: la de si quería dar la réplica a «la relación complicada» que su cuñada había enunciado desde Francia.
«No tengo nada más que añadir a lo que ya he dicho. Espero que no hayan viajado hasta aquí para hacer esa pregunta. ¿Tienen alguna otra pregunta?», dijo la princesa, pero nadie repreguntó. Desafortunadamente para ellos, el año que debería haber sido recordado como el del Jubileo de Oro de la reina pasará a la historia gossip por esta crisis familiar y, de paso, por ser el punto de inflexión que complicó la vida a los herederos de la casa real danesa.
20 de enero-18 de febrero
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