Reconciliación vía joyero
Reconciliación vía joyero
Sin llegar al descalabro del anillo de compromiso que Felipe VI regaló a la reina Letizia cuando oficializaron su compromiso y que ella retiró de su dedo en cuanto estalló el caso Nòos (al parecer Iñaki Urdangarin fue el encargado de la compra), hay que reconocer que el resto de joyas que recibió Letizia Ortiz aquel día tampoco han tenido mucho éxito, hasta ahora.
En la cena privada en el Palacio de la Zarzuela con la que los reyes Juan Carlos y Sofía celebraron que el niño de la familia se casaba con una periodista, la emérita regaló a su futura nuera un aderezo de diamantes, zafiros y perlas discreto, pero cargado de historia.
La propia reina Sofía fue la encargada durante la cena de poner en el cuello de Letizia, que seguía llevando el traje de chaqueta blanco que ha pasado a la historia casi tanto como sus ruegos para que la dejaran hablar en el día más importante de su vida. Letizia le devolvería el favor a su suegra el día de su fiesta preboda, fecha en la que agarrada del brazo de la veterana y luciendo un modelo exclusivo de Caprile plateado lucía en el escote la discreta y elegante joya. Y desde entonces hasta enero de 2024, adiós collar.
En el momento del enlace la prensa recogió que el aderezo regalado por la reina Sofía pertenecía al joyero Borbón desde los tiempos de María de las Mercedes. Como si la emérita hubiera querido instaurar una nueva tradición , doña Sofía se lo regaló a su nuera al igual que ella lo había recibido de manos de su suegra, la condesa de Barcelona, cuando se oficializó su compromiso con «Juanito».
Pero el tiempo, y el libro de Pilar Urbano sobre la reina Sofía, añadieron una sombra de duda a esta versión de los hechos que quedó en entredicho. En esta obra la propia reina Sofía confirmaba que, efectivamente, el collar había sido un regalo por su boda, pero no aclaró ni de quién ni cuándo ni cómo lo había recibido. Lo que sí dejó muy claro es que era una joya 100% suya, no formaba parte de las joyas de la corona. ¿Adiós a la teoría de María de las Mercedes?
Lo que sí es cierto es que al misterio de su origen se le añade el misterio del poco uso que han dado sus dueñas a la joya en cuestión. La original, doña Sofía, sólo fue captada en dos ocasiones públicas llevándolo: en una visita de estado a Guatemala en 1977 y en 1995, cuando la reina fue la anfitriona en el palacio de la Zarzuela de una congregación de misioneras.
La reina Letizia, por su parte, tampoco ha corrido el riesgo de desgastar la joya por el uso, un destino que parecen haber compartido el resto de joyas que le dieron sus suegros en aquella cena privada. El reloj de 17.000 euros que recibió de manos del rey Juan Carlos ha desaparecido de su muñeca desde 2007, y los pendientes a juego con el collar (de todas la única joya que utilizó con cierta asiduidad) se perdieron por el joyero real tras la abdicación en 2014.
Al collar con la perla lágrima se le han concedido aún menos oportunidades de lucirse: apenas se le vio en la cena de gala ofrecida por los eméritos en el Palacio de El Pardo el día de la víspera de su boda con el príncipe de Asturias.
Pero gracias al cielo o a la economía circular la reina Letizia ha decidido desempolvar las joyas del supuestamente día más feliz de su vida y darles una segunda oportunidad. Los pendientes que recibió de manos de la reina Sofía recibieron una segunda oportunidad en la Pascua Militar de 2020. Y el collar de compromiso, por fin, ha vuelto a estar operativo en su cuello este mismo año.
Fue durante la recepción en el Palacio Real al cuerpo diplomático. El mismo día en el que la reina estuvo a punto de perder en varias ocasiones una pulsera de zafiros y diamantes que se cayó al suelo, los más observadores disfrutaron observando que en el escote real había reaparecido una perla en forma de lágrima rodeada de pequeños zapatos y diamantes y engastada en oro blanco. ¿Un homenaje a sus suegros? Conociendo lo fino que hila nuestra reina, habrá que estar pendientes de la próxima aparición de sus joyas de compromiso.