un fallo lo tiene cualquiera Kate Middleton y Letizia: así nació el rumor de que la princesa de Gales y la reina de España no se sorportan

Jóvenes, guapas y plebeyas Letizia Ortiz y Kate Middleton parecían condenadas a entenderse, pero la prensa y las redes sociales prefieren lo contrario: que no se soporten.

La reina Letizia y Kate, princesa de Gales, charlando en 2019. / gtres

Silvia Vivas
Silvia Vivas

No llega a la leyenda negra que ha acompañado desde siempre la relación de doña Letizia con Marie-Chantal Miller, pero sin duda la interacción Kate Middleton- Letizia Ortiz ha sido el beef royal más jugoso de nuestra soberana con otro miembro de la realeza europea desde el incidente de la Catedral de Palma con su suegra.

Y es que a primera vista parecía que Letizia Ortiz y Kate Middleton iban a encajar como anillo al dedo. Ambas de orígenes plebeyos, ambas destinadas a ser reinas por amor y ambas iconos de estilo. Si decidieran encender la chimenea y confesarse la una a la otra el anecdotario que conservan de sus etapas como royal in progress, la velada sería muy larga.

Pero, desafortunadamente, lo que parecía estar destinado a ser un flechazo, no pudo ser. Las redes sociales, los tabloides, las revistas del corazón y todo tipo de opinadores compulsivos decidieron que la retórica de la competitividad entre dos mujeres jóvenes y poderosas merecía más la pena que entonar un «amigas para siempre».

Y como todo buen rumor tiene algo de base para que cuaje en el imaginario colectivo, este posee imágenes gráficas de la reina Letizia visiblemente ninguneada frente a una Kate Middleton cuanto menos incómoda. Todo ocurrió en el año 2019. Pero aún antes la relación entre ambas no empezó con buen pie.

Las (escasísimas) ocasiones en las que la reina Letizia y la princesa de Gales han coincidido

Que a nuestra reina le importa un comino codearse con otros royals para darse lustre a su currículum le quedó claro al mundo entero cuando le dijo a la esposa de Pablo de Grecia el ya famoso «lo que me estás contando es de pijos y yo soy una chica trabajadora» (anécdota que ha relatado una y mil veces Pilar Eyre).

La única que se ha ganado un hueco en el corazón de nuestra soberana (¡Hola! dixit) es Máxima de Holanda, a la que llama cariñosamente Max y con la que comparte trucos de supervivencia de la realeza, como adquirir stilettos con detalles en PVC para que el pie no se resbale y así poder aguantar estoicas los tacones durante horas.

Y llegamos a Kate Middleton y sus interacciones con Letizia de las que todos esperaban grandes cosas y una complicidad hasta entonces nunca vista con nuestra reina. Pero esa complicidad no ha llegado jamás, entre otras cosas porque si el roce hace el cariño la actual princesa de Gales y la ex princesa de Asturias no se han rozado mucho.

Vaya por delante que cuando se conocieron de forma oficial ninguna de las dos se encontraba en el mejor momento para entablar nuevas amistades. Kate Middleton se iba a convertir en unas escasas 24 horas en duquesa de Cambridge gracias a una boda a la que su principesco novio acudió apestando a alcohol (según afirma el padrino de la ceremonia).

Por su parte Letizia acudía a la cena preboda de los Windsor y la ceremonia nupcial televisada como princesa de Asturias novata, arropada por su suegra la reina Sofía, y con toda la prensa analizando con lupa cada uno de sus movimientos.

Aquel primer encuentro Letizia-Kate tuvo lugar en la recepción anterior a la boda de Kate Middleton con el príncipe Guillermo. Felipe llevaba barba, la reina Sofía un chal y Letizia un modelo de Felipe Varela que incendió las redes sociales y los titulares y no precisamente para bien.

En contraste con lo que sucedió cuando apareció vestida de rojo Caprile en la boda de 2004 de Mary Donaldson y el príncipe Federico de Dinamarca, lo que aconteció en 2011 con el modelo de gala de escote corazón y espalda al aire de la cena prenupcial de Kate fue un desastre.

En Letizia de la A a la Z el periodista Carlos García Calvo muestra bien cuál fue el sentir de la época y lo que se transmitió en los medios nacionales e internacionales en aquel momento: «La extrema delgadez de Letizia hizo que se disparasen los rumores de que sufría anorexia unos meses después de su boda. Vestida con un traje de noche imposible de Felipe Varela sus brazos y sobre todo su espalda huesuda se convirtieron en Trending Topic en la prensa internacional». Sin duda, un mal recuerdo para un primer encuentro.

Y llegamos a 2017. Letizia Ortiz ya es reina de España y junto al rey Felipe VI realizan su primer viaje oficial al extranjero, una visita de Estado que les lleva a disfrutar de la hospitalidad de los Windsor durante tres días con sus correspondientes cenas de gala.

Hay retratos de Letizia con el duque de Edimburgo, con la reina Isabel II, con la princesa Ana (que le hizo una reverencia épica). También compartió coche con Camilla y recibió cariñosos besos de Carlos III. Hasta el príncipe Harry les sirvió de cicerone en una acto en la abadía de Westminster y el príncipe Andrés les acompañó en otro acto.

Pero de los herederos al trono británico ni rastro. Lo único que se supo fue que Kate Middleton y su tiara acudieron a la primera cena de gala en honor de los reyes de España que se ofreció en el palacio de Buckingham. Lo sabemos porque le hicieron una foto fugaz dentro de su coche oficial. No hay constancia de que cruzara ni media palabra con Letizia. Tampoco de lo contrario. Lo que sí sabemos es que la segunda cena de gala que se organizó para despedir a los reyes de España, se la saltó.

El ninguneo de Kate Middleton en 2019: un fallo royal a la altura del rifirrafe en la Catedral de Palma

Y tras tanto no coincidir llegó 2019 y la materialización de lo que sucedió en 2017: la reina Isabel II concedió la Orden de la Jarretera al rey Felipe VI y en 2018 reina y rey acudieron a Londres a la ceremonia correspondiente.

Pero se mascaba la tragedia royal. La mala suerte que suele acompañar a nuestra monarca en las puertas ( recuérdese la catedral de Palma) se repitió, sólo que esta vez la agraviada fue ella. Impresionante Letizia esperaba a pie de escalera a que alguien le hiciera caso.

Entonces llega Kate, duquesa de Cambridge, y sale de su vehículo oficial acompañando a la otra reina invitada de la jornada, Máxima. Letizia espera paciente y esboza una sonrisa lista para ser ampliada en previsión de la interacción inminente con Kate… que pasa de largo sin dedicarle ni una mirada y ni mucho menos una reverencia. Letizia ya era reina, Kate aún no era ni princesa y las redes sociales implosionaron.

Vídeo. Los tacones de Letizia: lujo, elegancia y sencillez

De nuevo los medios internacionales convirtieron a Letizia en la protagonista de un evento royal londinense de forma completamente involuntaria. Twitter crucificó a la mujer del príncipe Guillermo haciendo escarnio de su grosería y replicando el vídeo del desencuentro una y otra vez.

Los medios británicos echaron mano de expertos en lenguaje corporal, como Judi James, que acabaron admitiendo que había cierta distancia entre ambas mujeres. Una falta de interacción aún más apreciable en la parte de la ceremonia que las hizo coincidir en el mismo carruaje.

Pero los silencios y las sonrisas impostadas podían tener una justificación mundana, como por ejemplo que ambas mujeres querían respetar la solemnidad del evento, algo incompatible con el parloteo o las carcajadas, o que Kate Middleton estaba luchado contra uno de los famosos mareos que le asaltan en este tipo de transportes (algo que ya sufrió en el Trooping the Colour). O así disculpó la experta Judi Janes en el diario The Daily Express la actitud de la duquesa.

Sea como fuere luego se filtraron otros vídeos en los que la reina y Kate conversaban, a iniciativa de Letizia, pero en los que también quedaba de manifiesto que aquel día, quién rescató a Letizia del aburrimiento y el ostracismo, fue la actual duquesa de Edimburgo, aka Sofía de Wessex.

¿Podemos afirmar con tan pocas pistas que ambas mujeres no se llevan bien? Difícilmente. Pero lo que sí está claro es que parece que a ninguna de las dos parece hacerle especial ilusión entablar nuevas amistades «en el trabajo». Sobre todo si hay cámaras cerca.

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