Los escándalos crecen
Los escándalos crecen
El 23 de diciembre la reina Silvia de Suecia cumplirá 80 años, pero a este paso va a tener pocas ganas de celebrarlo, al menos, en público. De hacerlo, corre el riesgo de pasar a formar parte del escaparate de sonrisas forzadas en el que se están convirtiendo las grandes monarquías europeas últimamente ( Mary Donaldson dixit). El motivo de su mala cara no es otro que el fantasma de los escándalos sexuales que han vuelto con más fuerza que nunca a la corte sueca.
No es que sea una novedad, porque la consorte del rey Carlos Gustavo ya ha tenido que afrontar en el pasado esta vergonzosa situación. Fue hace mucho, cuando el propio monarca fue relacionado (e incluso ridiculizado) por sus aventuras extramatrimoniales.
El problema es que ahora los problemas han llegado en dos frentes distintos, afectan a dos de los hombres de su vida a la vez y casi la han sometido a un bombardeo mediático de malas noticias simultáneo. De un lado ha aparecido un nuevo libro sobre su marido, el rey, que vuelve a airear en público su comportamiento extramatrimonial. De otro, la prensa y la policía están persiguiendo por tierra, mar y aire a su querido sobrino, Patrick Sommerlath por, supuestamente, haber comprado servicios sexuales. Doble combo de disgustos.
La narración de lo acontecido con el sobrino de la reina, Patrick Sommerlath, parece el inicio de un culebrón de media tarde. Un hombre acude en septiembre de 2021 a un club de masajes en Östermalm, Estocolmo. No tiene ni idea de dos hechos fundamentales: el primero, que esa visita le haría huir del país dos años más tarde, el segundo, que la policía estaba vigilando el local.
Al salir del club, el hombre fue detenido e interrogado. Se sospechaba que había pagado por recibir cierto tipo de servicios que poco tenían que ver con un spa al uso y de hecho se sabía que había abonado un extra de unos 85 euros. Patrick Sommerlath afirmaba que ese dinero extra lo invirtió en comprar una almohada que le ayudara a combatir sus problemas de espalda. El dueño del club le dejó claro a la policía que no vendía almohadas.
Y aquí es cuando se complican las cosas, porque Patrick hizo valer su mejor baza: la de ser el sobrino favorito de la reina. Tan favorito que se instaló en el país a los 16 años y se crió junto a los príncipes suecos. Tan favorito que esperó escondido en el palacio de Drottningholm a que su delito prescribiera, cosa que hizo en noviembre de este mes.
La policía informó al tribunal que había ido en varias ocasiones a intentar registrar el domicilio del sobrino y entregarle la citación por delito sexual, pero jamás lo consiguió. Justo antes de que su delito prescribiera, Patrick tomó un vuelo con rumbo a Estados Unidos.
La imagen de la casa real por su actuación en el caso de Patrick, que ha sido cuanto menos confusa, ha avivado los rumores del pasado cuando en 2010 el protagonista de los escándalos sexuales era el propio rey. En aquel entonces Carlos XVI Gustavo fue acusado de haber visitado clubes privados de hombres y de haber salido con «coffeegirls».
Con un buen ojo editorial inimaginable, y en plena crisis por el sobrino fugado, una nueva biografía del monarca sueco titulada «El jefe: la historia de un escándalo» ha resucitado de nuevo aquella polémica aportando nuevos detalles.
Thomas Sjöberg, autor del primer libro bomba sobre el padre de la princesa Victoria de Suecia, recupera su narrativa favorita en esta nueva obra que es una segunda parte de su obra de hace más de dos décadas. La obra vuelve a desterrar la supuesta relación extramarital del rey con la cantante 18 años menor que él, Camilla Henemark, a finales de los años 90.
Pero lo más irritante para la corte ha sido que describe al monarca como un auténtico mafioso que presiona a todos aquellos que van en contra de sus intereses y su imagen pública y del que su propia ex amante afirma tener miedo.
Lo que está claro es que entre unos y otros le van a amargar el cumpleaños a la reina y que el comunicado oficial de la pareja real afirmando «que se toman este asunto en serio» no ha servido para calmar los ánimos.