La reina Sofía vivió más o menos feliz durante la primera década de su matrimonio, hasta que en 1976 descubrió que el rey Juan Carlos le era infiel. /
Las revelaciones sobre la vida privada del rey Juan Carlos I no cesan, aunque seguramente no estamos ni remotamente cerca de saberlo todo. Parece que la actividad sentimental del rey emérito solo puede compararse con la que se presumía a Julio Iglesias, aunque hay quien afirma que el monarca le superó en desparpajo y despreocupación. Tres de sus amigas entrañables, Bárbara Rey, Queca Campillo y Corinna Larsen, han protagonizado portadas, programas y documentales. ¿Qué sabía la reina Sofía de ellas?
Evidentemente, la reina Sofía era consciente de que no podía contar con la fidelidad del rey emérito desde el inicio de su matrimonio. Hoy sabemos que, solo tres meses después del fallecimiento de Francisco Franco, en enero de 1976, pilló al monarca con una de sus amantes. Llevaban diez años de casados y es probable que Juan Carlos I ya tuviera experiencia en la práctica de las vidas paralelas.
Oficialmente, 1976 marca el fin del matrimonio entre la reina Sofía y el rey Juan Carlos, que pasan a ocupar habitaciones separadas. Y lo cierto es que su figura parece importar lo mínimo al monarca, que la despacha en su biografía oficial escrita por José Luis de Vilallonga con unas breves líneas que culmina con la famosa frase «La Reina es una gran profesional. Una gran profesional se toma su oficio muy en serio. Doña Sofía nunca olvida que es la Reina».
Aunque el papel de la reina Sofía pasa a ser mínimo en la vida afectiva del emérito una vez llega a la familia el príncipe heredero, sus amigas entrañables sí la han tenido muy en cuenta. La obsesión de las amantes del rey Juan Carlos con Sofía de Grecia se corresponde con el grado de molestia que supone para su esposo en cada momento vital. En este sentido, Corinna Larsen es la que más se obsesiona con la emérita.
La inexpugnable discreción de Marta Gayá, la amante más duradera de Juan Carlos I, la pone a salvo de conocer posibles celos y obsesiones. Sin embargo, la fotógrafa Queca Campillo, amiga y acompañante del rey durante más de dos décadas, dejó traslucir el desagrado que le producía la reina Sofía en unas cintas que dejó grabadas, relatando su duradera relación con el monarca.
«La reina Sofía siempre nos ha puesto unos problemas para trabajar impresionantes», acusaba Queca. «Siempre era: 'Demasiados fotógrafos', 'Demasiadas cámaras', 'Muchos flashes'». En los años 80, cuando comenzó el romance del rey emérito con Queca Campillo, ya habían pasado por su vida Bárbara Rey y muchas otras. Sin embargo, la reina Sofía no digería su situación de puro objeto representativo de la institución. «Al principio, la reina sufría muchísimo», ha contado Pilar Eyre.
«Sofía trataba de estar al tanto de si el rey llevaba una pulsera nueva o una corbata nueva, como las que le regalaba una popular presentadora italiana», ha relatado al periodista. «A través de estos pequeños signos, Sofía intentaba adivinar a quién veía en cada momento. Era una época en la que el rey se cuidaba más, lucía mucho, iba bronceado y con un peluquín que le puso un peluquero de Barcelona. Ya no se recataba nada y hablaba de 'mi novia', refiriéndose a Marta Gayá, en público».
Resulta paradójico que la persona más ignorada por el rey emérito Juan Carlos y con menos poder dentro de Zarzuela fuera tan despreciada por las amantes del monarca. Como cuenta Eyre, la reina Sofía fue una sufridora solitaria e impotente. «Era una mujer muy celosa y, además, estaba sola, no tenía corte ni camarilla ni amigas en quién confiar».
Bárbara Rey fue amante del rey Juan Carlos en dos períodos, antes de su matrimonio con Ángel Cristo a finales de los años 70, y después de su divorcio del domador. /
Solo una persona amparaba a la reina Sofía: Sabino Fernández-Campos, jefe de Casa Real y cómplice de las aventuras amorosas del rey Juan Carlos, hasta que terminó cansándose de su despreocupación. Ya en los años 90, filtró informaciones a la prensa sobre la relación del monarca con Marta Gayá para que fuera más discreto y dejara de darle disgustos a Sofía de Grecia, que estaba tristísima.
Quizá sea esta conexión de la reina Sofía con Sabino Fernández-Campos lo que explique la particular manera en la que Bárbara Rey habla de la reina Sofía. Por un lado, explica que la emérita siempre fue muy agradable y correcta con ella, preguntándole hasta por la salud de su familia. Sin embargo, también deja caer una teoría de la conspiración en la que una mano negra movía los hilos para espiarla y amenazarla.
Corinna Larsen fue candidata a convertirse en la segunda esposa de Juan Carlos I, pues el monarca comunicó a su familia su intención de separarse de la reina Sofía. En la foto la vemos con su hijo, al que el emérito trataba como si fuera suyo. /
Corinna Larsen sí se atreve a decir, con nombres y apellidos, quién supone detrás de los ataques que en su momento recibió en la prensa, de «asesina de elefantes» a «bruja malvada». «Estoy leyendo estas confabulaciones y todas ellas son muy despiadadas», confesó Corinna. «Solo pensaba: 'Vaya, esto tiene la marca de la reina Sofía por todas partes'. Es una mujer enfadada, capaz de salir a destrozar la imagen de otra mujer a la que percibe como una especie de rival».
La ex amante del rey Juan Carlos llegó a asegurar que la reina Sofía tenía prisa por ver a su hijo en el trono y que ella conocía mejor que nadie los negocios del monarca. Sin embargo, la realidad es que la emérita estaba por entonces totalmente fuera de juego para los asuntos de Zarzuela. «Llegó un punto en que el sufrimiento se convirtió en indiferencia», ha revelado Pilar Eyre. «Me han contado que en los últimos años de su matrimonio no le importaba absolutamente nada ni el rey ni Corina».