La reina Sofía tiene que estar más feliz que nunca al haber reunido a sus tres hijos, el rey Felipe, la infanta Elena y la infanta Sofía, y a sus sobrinos, en un almuerzo en Marivent. /
Desde hace casi una década, las increíbles vacaciones menguantes de la familia real en Marivent ha convertido a la reina Sofía en una heroína de la nostalgia. La reina emérita es la única royal que se mantiene fiel a la costumbre Borbón de pasar el grueso de las vacaciones en Palma de Mallorca, no sabemos si por aferrarse a tiempos más felices, por mera querencia a las tradiciones o por pura preferencia personal por la isla balear. Si no hiciera tantísimo calor, veríamos cómo la madre del rey Felipe se pasea por Palma como por casa.
En los últimos años, Marivent solo ha provocado quebraderos de cabeza a Sofía, Felipe y Letizia. Las tensiones entre los miembros de la familia del rey obligan a un milimétrico encaje de las agendas royal destinado a evitar encuentros incómodos.: los Reyes por una lado y las infantas, por otro. Los tres hermanos han pasado tiempo de vacaciones con su madre, pero no han trascendido encuentros entre el rey Felipe y sus hermanas, Cristina y Elena, y mucho menos ha habido foto de familia que incluyera, además, a Letizia.
Si nos atenemos a las exigencias representativas, lo cierto es que no tenemos porqué esperar una foto en este sentido, ya que desde 2014 la familia real se restringió al núcleo duro formado por los reyes Felipe y Letizia, sus hijas y la reina Sofía. Sin embargo, la ausencia de testimonio gráfico de un encuentro entre hermanos confirma que Casa Real prefiere seguir manteniendo el cordón sanitario alrededor de los reyes y sus hijas, Leonor y Sofía, al menos públicamente.
No debe ser fácil digerir este distanciamiento de la propia familia, sobre todo conforme van pasando los años y cicatrizando las heridas de aquellos escándalos. Ymás si en la intimidad siguen fluyendo las conversaciones y los encuentros, algo que resultaría lógico en cualquier familia que se quiebra pero sabe reconducir la situación hacia la reconciliación. ¿Alguien puede pensar aún que Felipe VI no se habla con sus hermanas?
En realidad, lo que está en discusión y es objeto de cuidadosa valoración es cómo y cuándo puede producirse una visibilización pública de esa reconciliación. Dicho en otras palabras: si es conveniente seguir produciendo la imagen de una familia real descontextualizada y aséptica, higiénicamente a salvo de cualquier tipo de 'contaminación', o se puede correr el riesgo de mostrar la reconstrucción de las relaciones rotas, primero entre hermanos y, más tarde, con la reina Letizia.
Marivent y la reina Sofía se convierten en dos elementos centrales para esta tarea, pues suponen uno de los escasos nexos de unión entre las infantas y sus hijos y la familia real. Gracias a la insistencia de la reina emérita por conservar sus vacaciones en Palma de Mallorca, es posible testar la reacción de la opinión pública ante los cruces, posibles coincidencias y rumores de encuentro entre hermanos, sobre todo entre Felipe VI y la infanta Cristina.
Aunque la infanta Elena se ha movido siempre en un terreno algo más neutral, han sido las dos hermanas las que se han mantenido en todo momento al lado de su padre, el rey emérito Juan Carlos, incluso cuando sus manifestaciones y comportamientos amenazaban con dañar significativamente la figura del Rey. Han sido, en todo momento, más hijas que hermanas. Sin embargo, la relación entre Felipe y Cristina, grandes amigos desde siempre, quedó más dañada.
La separación de la familia real del matrimonio formado por la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín fue inevitable: la opinión pública se les echó encima al conocer los detalles del caso Nóos. ¿Estaría preparado el público para ver una foto del rey Felipe y su hermana, ahora que esta se divorcia y se distancia sentimentalmente del causante del daño? Había expectación máxima por saber si ambos se verían durante las escasas horas que han coincidido en Marivent. No tanto por confirmar si charlarían o no, como por comprobar si Casa Real se atrevería a propiciar alguna foto.
Algunos periodistas han confirmado que el rey Felipe VI almorzó con sus hermanas, la infanta Cristina incluida, y sus sobrinos, prueba de que Casa Real comienza a testar con mucha suavidad cómo se tomaría la ciudadanía una reanudación pública de las relaciones. Probablemente asistimos a los primeros pasos de la Paz de Marivent, una reconciliación en abierto de los hermanos que pueda recibirse como algo positivo también para una institución que puede y debe humanizarse.
La Paz de Marivent, ese esperado reconocimiento público del restablecimiento de relaciones familiares, tendría que extenderse necesariamente a la reina Letizia, cuya figura sí aparece radicalmente separada de la familia Borbón, y a sus hijas, que permanecen bajo la influencia de su madre. Seguramente es un camino que deben hacer ambas partes: no se trata de olvidar, sino de demostrar que reconocer errores y modificar el rumbo permite acercar posturas.
Necesitamos una monarquía intachable, es cierto, pero también una institución que no se atrinchera ni guarda rencor, por enorme que haya sido el daño. Una familia real que sabe reconducir sus tensiones y convivir respetando sus diferencias es el mejor ejemplo para una ciudadanía que se enfrenta a retos muy parecidos en su día a día. Incluso con el rey emérito Juan Carlos, quizá irrecuperable ya en el plano público, sobre todo si no pide perdón ni da explicaciones de su comportamiento, pero necesariamente cerca de su familia en los últimos años de su vida.
20 de enero-18 de febrero
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