Un selecto grupo de personas se cuenta entre el círculo más íntimo de la reina Sofía, pero entre ellas, Laura Hurtado de Mendoza y Maldonado ocupa un lugar especial. Fue el primer gran apoyo de la reina emérita a su llegada a España en 1962, cuando la joven princesa griega se instaló en el Pabellón de la Zarzuela, entonces un destartalado caserón.
Aún no estaba totalmente claro el destino de la joven recién casada: podía ser reina de España, pero Francisco Franco no había expresado aún sus deseos sucesorios. No lo hizo hasta 1969.
Aquellos seis primeros años en Madrid, hasta que Francisco Franco confirmó que el siguiente jefe de Estado sería el entonces príncipe de Asturias, fueron durísimos para Sofía. En un abrir y cerrar de ojos, se encontró inmersa en un asfixiante círculo de aristócratas y adictos al régimen muy conservador y con la oposición de Carmen Polo, quien aspiraba a convertir a su hija, Carmen Martínez-Bordiú, en reina de España gracias a su matrimonio con Alfonso de Borbón.
No solo los desaires de Carmen Polo entristecían en la princesa de Grecia, sino la soledad y cierto aislamiento que, con buen criterio, decidió soportar por el bien del futuro rey Juan Carlos. Desde El Pardo se insistía en que formara su propia corte entre las aristócratas españolas, de forma que pudiera disponer de la compañía de un cierto número de damas. Sofía no quiso: temía que ejercieran de espías para los Franco.
Inevitablemente, la reina Sofía tenía que designar a alguna persona para que la asistiera en su agenda oficial. Fue entonces cuando conoció a la que se convertiría en su amiga más fiel y duradera, solo superada por Irene de Grecia como compañera de vida. Se trata de Laura Hurtado de Mendoza, su secretaria personal desde 1970 y aún hoy consejera de la reina e integrante como vocal y miembro del comité ejecutivo de la Fundación Reina Sofía.
La mayor preocupación de la reina Sofía era encontrar a una persona que fuera fiel a la monarquía y no adicta al régimen de Franco. La encontró en una sobrina lejana del marqués de Mondéjar, considerado un padre adoptivo por Juan Carlos de Borbón y de total confianza como jefe de su Casa. Laura Hurtado de Mendoza es dos meses menor que la reina Sofía y ha sido su mano derecha en toda las cuestiones relativas en su vida privada y familiar. De hecho, hacía las veces de la reina cuando esta no estaba disponible.
Cuando los reyes Sofía y Juan Carlos fueron proclamados como tales en 1975, dieron inicio a una serie de viajes por los cinco continentes que les apartaron durante largas temporadas de Zarzuela. Entonces era Laura Hurtado de Mendoza la encargada de supervisar a las infantas Elena y Cristina y al príncipe Felipe, tanto en sus rutinas familiares como en sus estudios.
Laura Hurtado de Mendoza, una mujer de carácter dulce y muy culta, acompañó a los tres hijos de la reina Sofía en su primer día de clase en el colegio de Los Rosales, el 18 de septiembre de 1972. De hecho, ha estado en los momentos más delicados de la biografía infantil de los niños, como el fallecimiento de su abuela, la reina Federica.
El 6 de febrero de 1981, solo Laura y el príncipe Felipe estaban en Zarzuela cuando llegó la fatal noticia. Con buen criterio, Laura Hurtado de Mendoza evitó por todos los medios que el niño se enterara del trágico fallecimiento de su abuela, en una operación de estética rutinaria. Logró que la persona que le hablara por primera vez de la muerte fuera su madre, la reina Sofía.
Además, Laura Hurtado de Mendoza se ha ocupado de coordinar a las mujeres de la familia real con los modistas y diseñadores que les hacían la ropa, ha viajado con la reina en muchas de sus visitas familiares por toda Europa y algunos países de Oriente Próximo y ha sido la que le ha proporcionado compañía en los momentos que doña Sofía ha estado sola y abatida. Hasta se encargó de que la actual reina Letizia estuviera cómoda y con todo a su gusto desde su entrada en Zarzuela hasta su boda.
Pocas, muy pocas veces hemos podido leer declaraciones públicas de Laura Hurtado de Mendoza sobre la reina Sofía, aunque en los momentos más duros, sobre todo tras la abdicación, fue de las que quiso salir al paso de rumores para confirmar que haría «lo que Felipe VI le pida», además de explicar que a la reina Sofía «no se le ha llegado a conocer bien».
«Se ha hablado siempre de su profesionalidad y de su sacrificio, pero va más allá. Tiene un corazón enorme y una gran capacidad de solidarizarse con el sufrimiento de los demás porque ella también sufre. Quizá por la vida que ha vivido», explicó hace algunos años Laura Hurtado de Mendoza sobre su íntima amiga. Además de afinidad, ambas tienen en común su religiosidad. De hecho, Hurtado de Mendoza es miembro del Opus Dei en calidad de agregada.