drama en la casa real
drama en la casa real
Juan Carlos I describió a la reina Sofía con una palabra que no fue de agrado de su mujer: la llamó «profesional». La palabra, correcta y fría, era una definición que reflejaba éxito popular de la madre de sus hijos, como cuenta Fernando Ónega en su libro Juan Carlos I: El hombre que pudo reinar. También muestra lo evidente, la complicidad congelada de la pareja.
Los motivos de ese desapego están en el aire. La doctora Álava Reyes, quien coincidió Sofía de Grecia durante sus estudios de Humanidades en la Universidad Autónoma de Madrid, apunta uno. La ve a ella como «una personalidad absolutamente contraria a la del rey». El escritor, Fernando, plantea una suposición: «Quizás por eso se han complementado. Tal vez por eso se han distanciado».
Sofía se crio en Grecia, Juan Carlos entre Roma y España. Ambos, miembros de la realeza y con familias acomodadas, se diferencian en varios detalles. No obstante, uno de los más desmedidos es su relación con el lujo. Él tenía aficiones más caras, como las motos o la caza. Ella, en cambio, prefería los perros y la música.
El podcast Corinna y el rey ha traído al rey Juan Carlos a los medios, lo ha devuelto de su retiro en Abu Dabi, al menos de manera abstracta. Corinna Larsen, la amiga y amante del emérito (según ella cuenta) ha decidido recordar todas sus aventuras y compartirlas, sin tapujos.
Una de las más sorprendentes es el despliegue de medios de Juan Carlos I con intención de seducir a la empresaria alemana. Además de ofrecerle un hogar cerca de Zarzuela, en la señorial casa de caza llamada La Angorilla, se atrevió a regalarle un majestuoso anillo.
La pieza estaba formada por un enorme diamante principal al centro, custodiado por dos más pequeños a los lados. De hecho, según algunos expertos, su precio podría superar el millón de euros. Ella, que ha filtrado la imagen del anillo, aseguró que el rey había llegado a pedirle la mano a su padre, Finn Bönning Larsen.
Era una joya elegante con un significado difícil de obviar, el compromiso. Él le dio el presente cinco años después de que comenzaran la relación. La intención era pedirle matrimonio, con un gesto que era, según la alemana, «más simbólico que vinculante».
El pedrusco era de tales dimensiones que Corinna solo podía ponérselo en contadas ocasiones, como en una cena con pocos invitados. «Fui muy discreta en público», reconoce en el tercer episodio del programa. «Tan solo lo sabían un pequeño número de personas en España, amigos íntimos del rey», prosigue. La amante del rey temía que alguien viera la joya, lo contara y la noticia llegara a oídos de la reina Sofía.
Las distinciones exuberantes aburrían a Sofía de Grecia, quien disfrutaba de otras inquietudes, como las sociales. En el libro de Fernando Ónega recuerda sus misiones humanitarias, su aportación en las fundaciones para la Lucha contra la drogadicción, su implicación con colectivos marginados y su presidencia en organizaciones sociales.
Pero, sin duda, lo que más define su apuesta por lo austero son sus viajes. La reina ha elegido compañías aéreas baratas ( low cost, como se llaman) y «ha dormido en lugares que no son precisamente cinco estrellas».
Esta máxima la aplica a su día a día. La madre de Felipe VI apunta todo en las reuniones de trabajo. En lugar de elegir una pluma o un bolígrafo sofisticado, prefiere la sencilla marca BIC.
Aun así, Juan Carlos y Sofía han evitado que sus diferencias se hagan insoportables. De hecho, la periodista Pilar Urbano lo recoge, en una confesión de la reina sobre su marido: «¿El amor? El mío, el nuestro, ha evolucionado hacia una amistad. Una fuerte amistad. Yo soy… su compañera. En este viaje vamos juntos. Y eso no se acaba».