La reina emérita Sofía vuelve a sentirse de nuevo reina sin competencia en Marivent, el palacio al que considera su personal dominio aunque en realidad esté bajo la batuta de la reina Letizia . Es de dominio público que este lugar de la costa balear es el más parecido a los paisajes de su infancia, en los alrededores del palacio ateniense de Tatoi. La familia real de la era Juan Carlos fue más familia real que nunca en Palma de Mallorca. O eso parecía.
La infancia y adolescencia de Elena, Felipe y Cristina parecía idílica en Palma de Mallorca, donde recibían clases de vela, se bronceaban y vivían sus primeros amores adolescentes. Juan Carlos disfrutaba de la navegación y de la adoración de su corte balear, un grupo de empresarios y aristócratas entregados a la 'dolce far niente' junto al monarca. Fueron años dorados para los Borbón que, a la postre, se cobraron un alto peaje en la reina Sofía.
Los peores veranos de la reina Sofía en Palma de Mallorca sucedían sin que el gran público, la ciudadanía, se enterara de lo que en realidad sucedía tras los altísimos muros de Marivent. Hoy sabemos que los monarcas no dormía juntos desde 1976, cuando la reina decidió imponer habitaciones separadas tras enterarse de una nueva infidelidad del rey Juan Carlos.
La vida sentimental del rey Juan Carlos fue, durante décadas, tema tabú en los medios de comunicación y un secreto a voces en la alta sociedad y los periodistas más cercanos a Casa Real. Hoy sabemos que la reina Sofía también era conocedora de sus romances, aunque es imposible confirmar si estaba al tanto de la relación más larga que ha tenido el monarca a lo largo de los años, o no. Hablamos de Marta Gayá .
¿Cómo no iba a saber la reina Sofía de Marta Gayá, a la que los 'insiders' reales llamaban 'la reina de Mallorca'? En 1992, las revistas Point de vue (francesa) y Oggi (italiana) se atrevieron a denominarla «la compañera sentimental del rey Juan Carlos». Difícil que la emérita no conociera la trascendencia de esta mallorquina elegante y discreta que apenas trabajó: solo ejerció brevemente como decoradora. Es la amiga especial más fiel del rey Juan Carlos, al que aún visita en Abu Dabi.
Marta Gayá ha sido la compañera de vida del rey Juan Carlos, hasta el punto de que este llegó a compatibilizar su relación con otras mujeres con las que se veía esporádicamente. Solo su romance con Corinna Larsen amenazó de alguna manera la posición privilegiada de Gaya, a la que el monarca recompensó con al menos un millón de euros, gracias a los que vive discreta y acomodadamente en Suiza.
Debemos suponer que la reina Sofía estaba enterada de la relación del rey con Marta Gayá, pues las precauciones que tomaron al principio de su relación se fueron por la borda y los amantes muy pronto se dejaron ver juntos y felices en las fiestas privadas de su círculo íntimo de amigos . Toda la alta sociedad de la isla sabía que estaban juntos. También la mayor partes de los periodistas que se desplazaban los veranos a Palma de Mallorca. «Nunca he sido más feliz», llegó a confesarle a su amigo Josep Cusí el rey Juan Carlos.
El peor día de la reina Sofía en Palma de Mallorca, su peor noche más bien, fue una cena de pesadilla en la que su fachada de esposa entregada y reina profesional se vino abajo ante decenas de comensales. Allí vivió la humillación más grave de la que se tiene noticia: en una fiesta en honor al multimillonario Aga Khan, en julio de 1990 en el Real Club Náutico, a la que estaban invitados 200 personajes ilustres veraneantes en la isla.
Durante la cena, una mesa de muchas quedó vacía. Se ocupó una vez servido el primer plato, con lo que todo el mundo pudo ver llegar a los comensales, muy animados. Eran el escritor José Luis de Villalonga, amigo personal del rey Juan Carlos y su biógrafo años más tarde, Marta Gayá, el príncipe Tchokotua, otro amigo íntimo del monarca, y su mujer, Marieta Salas . ¿Se molestó el rey por la descortesía de sus amigos, capaces de sentarse a la mesa después que él? Para nada.
En lugar de enfadarse ante tamaña descortesía, el rey Juan Carlosse levantó de la silla y fue a saludar efusivamente a todo el grupo. Fue el primer gesto público de deferencia del monarca a la que entonces consideraba la mujer de su vida y una denigración para la reina Sofía . Aquella noche, con aquel saludo que se extendió durante bastantes minutos, el rey presentó públicamente a su amante oficial. La reina aún no emérita se convirtió, también oficialmente, en una reina humillada.
Aquel gesto del rey Juan Carlos tuvo una repercusión enorme, mucho más grave de lo que el rey pudo jamás calcular. Lo que había salido de él de manera totalmente natural, sin pensar en las consecuencias, se convirtió en el escándalo del verano. Hasta la revista Tiempo se atrevió a informar sobre el desplante real. Entonces, el monarca estaba ciego de amor. Llegó a plantear el divorcio de la reina Sofía , pero el general Sabino Fernández Campo, jefe de la Casa Real, lo desaconsejó. El rey Juan Carlos le despidió en 1993.
20 de enero-18 de febrero
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