Los duques de Sussex , aka, Harry y Meghan, viven a juicio de sus detractores y la prensa británica en una especie de perpetua crisis matrimonial al más puro estilo Charlène y Alberto de Mónaco . Sólo que en su caso parece que los dos compiten por ser el royal triste del palacio.
Quizá porque tanto a sus ex súbditos británicos como al resto del planeta gossip les cuesta creer que alguien deje su país, su familia y lave sus trapos sucios vía best seller sin arrepentirse ni un poco, todos buscan en las actitudes del hijo menos predilecto de Carlos III pistas que indiquen que está a punto de confesar que lo suyo con la americana ha sido un error tan colosal como abandonar su perdido Frogmore Cottage.
Y si se quiere mirar la hemeroteca y los documentos gráficos el goteo de señales están ahí, tenue, pero constante y un poco más intenso en los últimos tiempos. Harry de morros en el concierto de Beyoncé mientras su mujer baila con su madre extasiada es la última representación gráfica de este desencuentro, pero no la única.
Como la narrativa de la mala mujer que pervierte al pobre hombre poderoso pero tonto no vende periódicos si éste no se redime al final, miles de fanáticos de los royals firmarían mañana mismo porque el príncipe Harry abandonara Estados Unidos , Montecito y a Meghan Markle sin mirar atrás.
Y por eso las pistas de alejamiento de su pareja han sido buscadas desde el primer día que ambos pronunciaron el «sí quiero». Por ejemplo, la autora especializada en la casa real británica, Valentine Low, en su libro Courtiers: The Hidden Power Behind The Crown, de 2022, afirmó que Harry sufrió dos ataques de nervios por la posición en la que le colocaba Meghan Markle. Y a nadie le gusta tener crisis nerviosas.
La primera de ellas sucedió cuando Harry se enfrentó a su abuela, Isabel II , por la tiara que Meghan deseaba llevar el día de su boda. La segunda cuando Meghan decidió demandar a los tabloides por publicar la carta que le había escrito a su padre antes de su boda, algo jamás visto en la familia real británica, y que Harry tuvo que comunicar a la reina en persona.
En ambas ocasiones el duque de Sussex se dio cuenta de que convivir con la ex actriz de Suits y tenerla contenta no iba a ser tan cómodo como él pensaba. Una pista que ya debería haber captado cuando al principio de su relación ella le presionó para que anunciara oficialmente que era su pareja bajo amenaza de dejarle.
Toda esta retórica de que el hermano del príncipe Guillermo vive bajo el yugo de su esposa, pero que ya, por fin, ha abierto los ojos y no sabe cómo escapar del lío que se ha metido se ha alimentado artículo a artículo desde que en 2020 la pareja abandonara Reino Unido y sus responsabilidades para con The Firm. Pero este verano la narrativa ha llegado a su punto álgido.
Este verano, por fin, Harry y Meghan han dejado de ser simbiontes y venderse como el pack Sussex y sus agendas se han separado. Por eso Meghan Markle podía disfrutar del concierto de Taylor Swift sin aguantar a Harry con las manos en los bolsillos a su lado: él estaba por esas fechas en Japón para asistir a una cumbre organizada por la Sociedad Internacional de Promoción Deportiva.
La imaginación se disparó, especialmente, cuando días después, el 12 de agosto, Harry compitió, con la sonrisa más deslumbrante de los últimos tiempos, en un torneo de polo a medio planeta de distancia de su amante esposa. Una ocasión que las «fuentes cercanas» al duque de Sussex no tardaron en explotar en la prensa para informar que « Harry es más él mismo cuando no está cerca Meghan».
El concierto de Beyoncé fue, para muchos, la guinda de ese pastel de desencuentros matrimoniales mediáticos. Unas imágenes que pusieron las redes sociales patas arriba con hashtag de todo tipo, desde los que descalificaban a Harry hasta los que le consideraban un «rehén» y empatizaban con el príncipe aunque él, en aquel momento, no estuviera empatizando con nadie.
No olvidemos el detalle de que el recital de Beyoncé era regalo y celebración de cumpleaños de su suegra, la madre de Meghan . Que el príncipe no hiciera ni el esfuerzo de sonreír, se ha convertido para muchos, en señal de que lo que pasa en California puede estar a punto de acabar en Reino Unido.
Y es que la prensa sensacionalista británica lleva meses anunciando acercamientos secretos y telefónicos entre Harry y su hermano Guillermo en los que el «repuesto» de la familia Windsor le habría pedido a su hermano mayor volver a trabajar para la corona.
Según The Mirror, Harry ha pedido a su hermano una «tregua» porque las cuentas no le salen. Ni Netflix, ni Spotify, ni Meghan Markle parecen suficientes para quedarse en Estados Unidos y conservar su nivel de vida.
Eso sin tener en cuenta que debe ser difícil de aceptar, para un hombre que está obsesionado con no ser «irrelevante» que, en California se le ignora, su libro de memorias ha sido el más abandonado en los hoteles a lo largo del año y su primer documental en Netflix no ha merecido ni una nominación a los Emmy.
¿Y mientras que hace Meghan? Pues no son pocos los que advierten que la actriz dio carpetazo a su primer matrimonio vía mail y sin mirar atrás y que quizá sea ella la que deje atrás la historia de amor «más grande que cualquier cuento de hadas que hayas leído», como la propia Meghan Markle definió su matrimonio con Harry ante una estupefacta Oprah Winfrey. De momento, ya aparece en su Instagram sin su anillo de casada.
20 de enero-18 de febrero
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