¿Feliz o infeliz cumpleaños para Tamara Falcó? La marquesa de Griñón celebra sus 41 a medio camino entre desconectar de las mundanales redes sociales para encontrar la paz espiritual o resurgir de la infidelidad de su ex novio Íñigo Onieva, y erigirse como la influencer más deseada (sin serlo del todo, pues sus seguidores la vieron primero en el papel couché).
Quién se lo diría a la Tamara que celebraba hace un año la entrada en la cuarentena en el Palacio de Santoña de Madrid, con un vestido largo, blanco, de Jan Taminiau. Los medios describieron ese modelo de alta costura como principesco o de novia, como si fuera una indirecta o una premonición
Pero la hija de Isabel Preysler jamás se apresuró en tomar la decisión precipitada de celebrar una boda, porque para ella es un paso unido a sus creencias religiosas. Se ha mantenido impasible a las preguntas sobre si se iba a comprometer o tener hijos. El tiempo le ha dado la razón, este año ha perdido un futuro planeado y ha recuperado otros muchos.
La fiesta de cumpleaños de la aristócrata se vio en el documental Tamara Falcó: La Marquesa, la ventana que abrió la hija de Carlos Falcó para que el mundo la contemplara en su intimidad. Ya se había dejado entrever su espontaneidad en Masterchef Celebrity (concurso de cocina que ganó), pero con su serie de Netflix también mostró lo que hace cuando no tiene una sartén en mano.
Se descubrió su ambición. «¡Que soy Cordon Bleu!», le dice la chef a su madre. Se desveló su relación con sus amigas Casilda y Ana Finat (con las que queda para rezar). Y, lo más impactante, los acuerdos que tenía con Íñigo Onieva; ella iba a discotecas y él a misa.
Al final, el empresario ha acabado por meterse en las parroquias. Hace un mes, después de una comida familiar, enfiló a la iglesia de San Pascual, en el paseo de Recoletos. Las revistas se hicieron eco de su conversión. Tamara quiso separar las cosas. «No voy a comentar nada de eso, es una cosa entre él y Dios». Se negaba a a entrar en esos asuntos.
En un programa se aventuraron a decir que Onieva también había encontrado su propio refugio en la fe, pero algunos medios señalaron que su actitud era, cuanto menos, sorprendente. Insinuaban que se trataba de una táctica casi de marketing para blanquear su imagen.
Puede que para redimirse por el aluvión de críticas que le llovieron. El mundo se ponía del lado de Tamara Falcó ; vivió con ella su ilusión por el compromiso y se afligió con su ruptura. Se miraba con recelo a aquel chico sacado de las fiestas, la noche, el hedonismo. Se castigaba su lío con una mujer en el festival Burning Man. El beso que cambió su vida en unas horas.
Si alguien esperaba a ver a una Tamara Falcó rota, con lagrimones en los ojos y un chándal al estilo Chenoa, se encontró con lo contrario; una persona que ni canceló sus planes laborales. Le rompieron el corazón en directo y a los pocos días se plantó en un acto publicitario en el Palacio Real.
Fueron días frenéticos. Todo se desmoronó: el plan de casarse el 17 de junio en la iglesia de Santa Bárbara y el convite nupcial en el palacete El Rincón (donde vivió su padre, el marqués de Griñón y se casó con Esther Doña).
La hija de Isabel Preysler solo pudo encontrar sus propios mecanismos para seguir, unos que nadie puso en duda. «El luto ha sido más rápido gracias a la virgen», contaba en el Hormiguero, el programa donde colabora. Cogió las maletas y se fue a peregrinar a Lourdes. Allí, un sacerdote le regaló un libro para animarle: Ven, sé mi luz, las cartas privadas de la Madre Teresa de Calcuta. Así se ha encendido la marquesa.
Hace unos días, a Tamara Falcó le dieron el premio de Mujer del año. La revista Harper's Baazar quería valorar su talento y valentía, en su año más polémico. Se lo dedicó, como no podía ser de otra manera, a su madre, su «referente».
Isabel Preysler ha sido la encargada de aconsejarle. Fue la que le dijo que había más vídeos. Su hija la ha llamado, «la reina de la educación», pero la pareja de Mario Vargas Llosa tampoco se deja marear. Según un programa de televisión, dejó muy claras las cosas al ex novio infiel: «Íñigo, mantente alejado de mi hija. Ni la llames ni te acerques ni te pongas en contacto con ella». De su propia boca salieron palabras más comedidas para su Tamara: «Es un alivio que ella esté tranquila».
Premiaron a Tamara como mujer del año. Ella se queda con otro galardón, el de mejor tía. Apegada a Miguel, de tres años, y Mateo, de uno, se la ha visto sonriente con sus sobrinos, jugando a perseguirles. Han sido un soplo, igual que la madre de los niños y hermana de Tamara, Ana Boyer. Sin titubeos, viajó para estar y acompañar a la marquesa.
El resto de su familia se une: Julio Iglesias Jr. la ve «muy bien». «Es una chica maravillosa, estupenda, y se merece lo mejor». Está segura de que encontrará a alguien adecuado para ella. «Todo el mundo la quiere», prosigue. De hecho, ese amor ha sido el que la ha salvado, según su íntimo amigo Juan Avellaneda. Su tridente mágico es: amigos, familia y fe.
La palabra que ha elegido Tamara para salir de las tinieblas ha sido la calma. Ha esquivado toda actitud pasional y ha respondido a las dudas sobre su relación terminada. «Creo en las segundas oportunidades, pero seguro que la tendría con otra persona». Ha actuado con seguridad, y no mantiene ningún tipo de relación con Íñigo, «por prescripción facultativa».
Su ejemplo es el de soltarlo todo para seguir, con nuevos destinos en mente. «Le deseo lo mejor, pero yo quiero seguir con mi vida. Le he perdonado como cristiana y mujer también, pero simplemente es como una etapa pasada de mi vida», ha admitido. Se ve incluso preparada para un nuevo amor. «¿Por qué iba a cerrarme?», se pregunta.
Todo suena a palabrería hasta que llega la broma, capaz de disipar todas las dudas (quien hace un chiste es porque lo ha superado). Hace unos días, la hormiga Trancas le preguntó en El Hormiguero por una noticia que estaban comentando: «Tú no llevas las cenizas de tu novio en ningún sitio?».
La madrileña respondió a la marioneta. «Trancas, es exnovio». Y la hormiga trajo más leña para el fuego. Hizo alusión al apellido del empresario, y la marquesa respondió con una carcajada. «Tamara, ¿eres más de lluvia o nieva?». Quien ríe la última, lo hace más feliz. Y con la conciencia tranquila.
20 de enero-18 de febrero
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