Víctor Manuel de Saboya y su mujer, Marina Doria, a su llegada a la cena posterio a la boda del príncipe heredero Federico de Dinamarca y Mary Donaldson, en mayo de 2004. /
Puede que estemos ante la última generación de monarcas, con trono o destronados, con biografías capaces de convertirse en documental. La listísima Beatrice Borromeo, madre de dos pequeños y esposa de Pierre Casiraghi, ha dirigido para Netflix la docuserie que pasará a limpio la vida de Vittorio Emanuele de Saboya , hijo del último rey de Italia y un príncipe salvaje, ingobernable y soberbio. Atención, porque junto a Dimitri Rassam, marido de Carlota Casiraghi, planea ya una serie sobre los Grimaldi .
Ya no quedan príncipes ni reyes como Vittorio Emanuele de Saboya , un señor absolutamente disipado en una vida de película. Su salvaje biografía queda como testigo de las costumbres salvajes de los viejos monarcas, tan dedicados a los placeres que terminaban cruzando todos los límites de lo admisible. De hecho, es precisamente por su 'coqueteo' con lo delictivo que nos hacemos una idea de cómo eran sus vidas.
Vittorio Emanuele de Saboya es el primogénito de Umberto II, el último rey de Italia. No llegó a reinar porque los italianos votaron a favor de la república en junio de 1946 (un 54,27%) y tuvo que exiliarse. De hecho, no pudo volver a su país hasta 2002, cuando se derogó la ley que prohibía a los hijos varones del último rey pisar territorio nacional. En 1986, desesperado en su destierro, Vittorio publicó una carta en un diario comunista pidiendo la ayuda de «la gran clase trabajadora». Al final, quien le ayudó fue el papa Juan Pablo II.
El pequeño príncipe salió de Italia a los 9 años en dirección Suiza, donde su madre, la princesa María José, decidió instalarse. Era una aristócrata progresista que había colaborado con la resistencia durante la guerra. Su padre, el breve rey Humberto II, se instaló en Portugal con sus hijas. Vittorio Emanuele de Saboya fue a los internados suizos más exclusivos en los que solo aprendió idiomas. No progresó en sus estudios, pero sí se le daba bien la mecánica.
Una foto reciente de Vittorio Emanuele de Saboya con su nieta, Victoria, actual aspirante al trono de Italia tras la abdicación de su padre, Filiberto de Saboya. /
Hasta los 30, Vittorio Emanuele de Saboya se comportó como cualquier otro millonario de su edad: aprendió a pilotar aviones, esquió, trabajó como submarinista en California, navegó con los amigos, condujo unos cuantos Ferrari, hizo safaris por África y frecuentó el alcohol. En 1958 se enamoró de una campeona del mundo de esquí, Marina Doria, hija de un industrial dedicado a las galletas.
La relación con Marina Doria fue casi clandestina, pues su madre, el rey Umberto, no la aprobó ni después de celebrarse la ceremonia religiosa. Tuvieron que casarse en secreto en Las Vegas, en 1970, y un año después en Teherán, donde Vittorio Emanuele de Saboya se conducía ya como el rey del mambo (sus fiestas en el Hotel Hilton de Teherán eran escandalosas) gracias a su amistad con el sha Mohamed Reza Pahlevi y los negocios que hicieron juntos.
Fue poco antes de su boda cuando Vittorio Emanuele de Saboya conoció a dos amigos que le cambiarían la vida: el fabricante de helicópteros de combate Corrado Agusta, titulado conde por Mussolini, y Mohamed Reza Pahlevi, sha de Irán, pretendiente de su hermana Maria Gabriella . De hecho, esta peliaguda amistad derivó en el primer problema serio de Vittorio Emanuele de Saboya con la justicia.
Investigado por un supuesto delito de tráfico de armas, Vittorio Emanuele de Saboya fue acusado de actuar de comisionista entre sus dos amigos, el fabricante de material bélico Agusta y el sha Reza Pahlevi. Salió indemne del juicio, pero su reputación quedó seriamente afectada entre los miembros del resto de las familias reales europeas. Tampoco ayudó su ingreso en la logia masónica P2, favorita de los servicios secretos italianos, en 1976: se rumoreó que trataba de conspirar para restaurar la monarquía.
Foto de familia de Vittorio Emanuele de Saboya, Marina Doria y el pequeño Filiberto, en Gstaad (Suiza). /
Dos años después, en 1978, se produjo el gravísimo escándalo que terminó definitivamente con la reputación Vittorio Emanuele de Saboya y le convirtió en un paria entre la aristocracia europea. Mientras veraneaba en el yate del polémico millonario romano Nicky Pende, se enzarzó en una pelea y disparó su carabina dos veces, con tan mala suerte que hirió a un turista alemán llamado Dirk Hamer que dormía tranquilamente.
Desafortunadamente, Hamer murió debido a las complicaciones de una amputación que provocaron los disparos y, en 1991, Vittorio Emanuele fue condenado a seis meses de reclusión por uso ilegal de armas. Se le absolvió, en todo caso, de la acusación de homicidio. Este es el incidente que conecta al ex jefe de la Casa Saboya con Beatrice Borromeo , pues cuando trabajaba de periodista, antes de casarse, publicó un vídeo en el que el jefe de los Saboya se jactaba de haber engañad al tribunal que lo había absuelto.
Filiberto de Saboya , hijo de Vittorio Emanuele, demandó a Beatrice Borromeo y al periódico que la empleaba, pero ambos salieron absueltos. De hecho, fue entonces cuando la aristócrata que reniega de la aristocracia hizo unas contundentes declaraciones a 'Vanity Fair': «El padre, Víctor Manuel de Saboya, un asesino absuelto por la Justicia francesa; el hijo, Emanuele Filiberto, exprime todo lo que puede su apellido porque no sabe hacer otra cosa. He escrito muchos artículos sobre ellos y me detestan».
Filiberto de Saboya junto a su esposa, Clotilde Courau, padres de Victoria de Saboya, actual aspirante al trono de Italia. /
En 1995, Vittorio Emanuele de Saboya trató de vender tractores y maquinaria agrícola al Gobierno de Sadam Hussein, sometido a un estricto embargo internacional. No funcionó. Y aunque la familia pudo volver a Italia en 2002, en 2004 el jefe de la casa volvió a protagonizar otro escándalo, en plena boda de Felipe y Letizia .
En una de las fiestas que se celebraron en el complejo de Zarzuela tras el enlace, Vittorio Emanuele de Saboya se peleó con Amadeo III de Saboya-Aosta , aspirante a los derechos dinásticos sobre el trono italiano. Tuvo que separarles la reina Ana María de Grecia y el rey Juan Carlos le anunció: «Nunca más».
Convertido ya en el más indeseable de los herederos europeos, un título que solo puede disputarle el príncipe Andrés de Inglaterra, Vittorio Emanuele de Saboya aún se guardaba un escándalo más. En 2006, fue investigado y encarcelado, acusado de asociación para delinquir, corrupción y explotación de prostitutas.
El fiscal Woodcock que lideró la investigación a Vittorio Emanuele de Saboya destapó la «importación» de mujeres de Europa del Este para ejercer la prostitución en fiestas de lujo y la promoción en la televisión pública italiana un sistema por el que las jóvenes aspirantes se veían obligadas a realizar favores sexuales a cambio de aparecer en pantalla. Un escándalo.
Una vez más, Víctor Manuel de Saboya fue absuelto, pero las grabaciones que sustentaron el caso y las chulescas declaraciones del aristócrata ante el juez terminaron de sepultar su reputación. Sus manifestaciones se escucharon en todas las televisiones y destruyeron el poco crédito que le quedaba.
«Soy un sexomaníaco. Estoy casado desde hace 45 años y estoy contento, pero soy cazador y de vez en cuando me gusta disparar. Y va bien así: pago y basta. ¡Es como ir al cine!», dijo en el estrado. «Ojo, que yo me he convertido en un tipo muy poderoso en Italia, mucho más de lo que esperaba. Ahora rompo el culo a quien me toca los huevos. O se hacen las cosas como yo digo, o el que falla va fuera, ¿entendido?».