Sara Carbonero acaba de salir del hospital después de una operación de urgencia y ha querido dejarle un regalo al mundo: un alegato a la vida. Los acontecimientos han surgido tres años después de ser diagnosticada con un cáncer de ovario. Entonces aprendió mecanismos para salir a flote. «A veces la vida se equivoca», llegó a decir. Esta vez, Sara ha confesado algunos de sus consejos personales que sirven de ejemplo para afrontar la dura enfermedad o cualquier trágico imprevisto.
Todos beben de uno principal, empaparse del cariño de sus seres queridos. En su caso, una larga lista encabezada por su hermana, Irene Carbonero ; su madre, Goyi Arévalo; sus hijos, Martín y Lucas; y su amiga periodista, Isabel Jiménez.
La comunicadora ha aparecido dentro del coche, con las ventanillas bajadas, el pelo al viento y la mirada de la esperanza. Era un vídeo que grabó minutos después de que le dieran el alta. Y le ha añadido una frase del escritor estadounidense Walt Whitman: «Me he dado cuenta de que estar con los que uno quiere es suficiente».
Fue la primera de las lecciones que la presentadora ha compartido en su Instagram tras su inesperada intervención de urgencia del lunes 21 de noviembre en la Clínica Universitaria de Navarra en Madrid. Entró en el edificio para una revisión y salió con una felicidad que no le «cabía en el pecho». ¿Los culpables? Detalles sencillos como el aire en la cara, poder respirar y disfrutar de otro atardecer.
La prioridad para Sara Carbonero es dar las gracias. Es tentador el abatimiento, y nadie puede juzgar si una persona enferma se hunde, pero la periodista ha encontrado la oportunidad de reconocer a sus allegados y a sus «innumerables muestras de cariño. «Me llenan de energía para seguir adelante», ha confesado.
En ese reconocimiento, la toledana de 38 años ha incidido en la labor del personal sanitario. Por cuidarla y por llevarla «en volandas». Además, se ha apropiado de una frase que le han dicho los médicos, un nuevo mantra: «Cada día tiene su afán». Aprender a mirar desde el sosiego, con esfuerzos reducidos (pero infalibles).
Para la periodista ha sido imprescindible mirar alrededor y ver a un grupo reducido de personas que no le soltaban la mano «ni un segundo». «Me ha hecho ser consciente de lo fuerte que es el ser humano si está rodeado de amor», describía en su escrito la ex mujer de Iker Casillas.
En definitiva, ha escrito una manual para conectar con lo que a cada uno le deleita. En el caso de Sara: escuchar los acordes de la guitarra de su canción favorita (para dormirse), oír una voz que le lee el periódico cada mañana y sujetarse a unos brazos que la ponen de pie y le ayudan a dar paseos (aunque sean por los pasillos del hospital).
Los baches, aunque durísimos, han ayudado a Sara a ubicarse de nuevo y a recordarle lo que es importante. Su hermana Irene, que ha estado atenta y ha cuidado de sus hijos Martín y Lucas, de ocho y seis años. Y ellos mismos: «Unos niños que te esperan en casa con los brazos abiertos y la pizarra llena de mensajes». Su íntima Isabel Jiménez, a la que fotografiaron con un enorme ramo: «Unas amigas que cogen el primer avión para traerte unas flores y un puñado de risas».
Deja una sola petición, su mayor deseo: «Yo quiero bailar/ sin este peso silencioso/ esta rabia suave/ este duelo hermoso». Esa Rabia Suave, de Ede, es el título de la canción que le ha acompañado y «salvado» del encierro. El último consejo de Sara Carbonero es seguir en movimiento con un mandamiento en mente: « Abrazar la incertidumbre».
20 de enero-18 de febrero
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