La statue, de Carolle Bénitah © Carolle Benitah / ADAGP Paris, 2024 avec l'aimable autorisation de la Galerie Clémentine de la Féronnière

lujo y cultura

París olímpico: no te pierdas esta exposición que huele de maravilla (y con la que, además, ganarás el Oro)

Si te gusta el lujo mezclado con lo cultural, querrás llegar a la meta que te ponemos y coronarte con el laurel en esta otra Olimpiada. Aquí tiene todas las de ganar nuestra artista Isabel Muñoz. La cita marcada en dorado es en París.

Ángeles Castillo

Te proponemos una exposición extrañamente fotográfica que te va a deslumbrar. Es en la ciudad del Sena y pelea nada menos que por el oro en plenas Olimpiadas. «Or Norme» te invita a compartir podio con Yves Klein, el del color azul, y también con la siempre sorprendente Cristina Iglesias, la del «Portón-pasaje» del Museo del Prado.

Esta vez se trata de los Juegos en versión «perfumada» con la abeja de Guerlain recordándonos que lo dorado no solo es símbolo del lujo sino también de la naturaleza. Oler a triunfo y a la vez invocar «el espíritu de la colmena». No otro color se cuela por las rendijas en la película de Víctor Erice, el de la miel. Pero lo que celebramos ahora es una exposición que viene con las Olimpiadas y Paralimpiadas en el París más excelso, el de la bohemia de ayer y de hoy mezclado con el de los aromas a «crème de la crème».

16 artistas han convertido el 68 de los Campos Elíseos en un pórtico de la gloria bajo el nombre de «Or Norme», que viene a ser un homenaje al oro que baña las creaciones de la Maison Guerlain. Te perfumas con la legendaria Aqua Allegoria, por ejemplo, como si fueras la emperatriz Eugenia en el corazón del siglo XIX (ella hizo lo propio con L'Eau de Cologne Impériale) y te vas a ver la exposición comisariada por Jean-Luc Monterosso y Benoît Baume.

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Isabel Muñoz, L'or pour la voix, 2021 / © Isabel Muñoz

La exposición que se lleva el Oro este verano en París

Ese es el plan. Porque París, ya se sabe, bien vale una misa. Y de paso nos acordamos del rey Midas o los ballets rusos de Diaghilev al ritmo del «Gallo de oro» de Rimski-Kórsakov. En este estadio lo que se juega es la Olimpiada Cultural.

Tienes hasta el 12 de septiembre para dejarte seducir por la icónica «Table d'or» (1961) de Yves Klein, que da la bienvenida al visitante; por Paul Cupido, que registra un vuelo de pájaros a la búsqueda de la poesía infinita de las cosas en clave muy japonesa; o por Carolle Bénitah, «huérfana de imágenes del pasado» que reinventa una historia familiar poniendo una venda dorada contra el olvido.

Sin olvidar, por supuesto, a la escultora-constructora Cristina Iglesias (San Sebastián, 1956), que ha vuelto a hacer magia a la manera de los prerrafaelitas con una obra creada para la ocasión, una impresión única sobre vidrio utilizando oro de 24 quilates que representa el cuerpo de Ai Futaki, que se define como «mensajera del mar», bajo el agua.

Arriba, Arbres II, de Harald Gottschalk. Abajo, La mort d'Abel (Esteban Pelaez), 2007, de Pierre et Gilles; y Yumemiru II, 2017, de Paul Cupido. / DR

Iglesias ha dado a luz a una buceadora que de pronto aparece como «La gran odalisca» de Ingres o la «Venus en el espejo» de Velázquez, de espaldas, según cánones antiguos pero sumergida en la estética de hoy. Tal vez, como se anticipa, un mármol descubierto en las ruinas submarinas de un palacio naufragado.

También desfilan en esta ceremonia George Rousse con su círculo realizado in situ en pan de oro, proclamando que la fotografía siempre ha estado ligada a la memoria; el dúo Pierre et Gilles codeándose otra vez con dioses, diosas y otros personajes mitológicos en sus pinturas fotográficas, con las que componen una segunda historia del arte, «queer, erótica, popular y kitsch»; o Harald Gottschalk sacralizando su árbol dorado casi como un monje en la Edad Media, el árbol de la vida.

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Georges Rousse, Shodoshima, 2018. / © Georges Rousse / ADAGP Paris, 2024

Toda una leyenda áurea y todos ellos evocando lo áurico y lo aristocrático como hacía Píndaro, cantor de atletas, que ya dejó escrito en la primera Olímpica que el oro se distingue entre las riquezas como el fuego en la noche. En la antigua Grecia, lo mejor (aristós) está siempre ligado a la belleza.

Hay mucha alegoría entre estas paredes y una gran voluntad de dar alas a esta Olimpia -allí empezó todo en cuestión de Juegos- que es la capital de la France. Después podrás ir a ver la que pintó Manet, la «Olympia», ahora una mujer, que está en el Museo de Orsay y que bautizó nada menos que Baudelaire. Así es como se triunfa también en París.

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