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Aunque construyó su imagen pública entre los estudios de Hollywood y el palacio principesco de Mónaco, Grace Kelly pasó sus años más felices en dos mansiones históricas alejadas de estos lugares. La vida de la actriz y, después, princesa, está íntimamente ligada a dos imponentes propiedades en la exclusiva Costa Este americana y en la exquisita Costa Azul francesa.
La infancia de la diva de Hollywood discurrió en una impresionante propiedad familiar en West Falls, una exclusiva zona residencial de Filadelfia (Pensilvania), que años después compró el príncipe Alberto II para mantener el legado de su madre. Pero fue años más tarde cuando, ya asentada en Mónaco como princesa, descubrió el paraíso de la Riviera francesa y se enamoró de una maravillosa villa histórica en Gilette.
Aunque su vida institucional transcurría en Mónaco, Grace Kelly 'se escapaba' en cuanto podía a Les Moulins du Villars, una histórica villa en la pequeña población provenzal de Gilette. Curiosamente, esta mansión de piedra del siglo XVII enclavada en una impresionante reserva natural no pertenecía al príncipe Rainiero y a la princesa Gracia, sino que era de unos propietarios privados que llegaron a convertirse en grandes amigos de la familia.
Eso no fue un obstáculo para que la protagonista de La ventana indiscreta o Atrapa a un ladrón se sintiera como en casa. Y no es para menos, porque Les Moulins du Villars es un auténtico sueño. Esta villa centeria de estilo provenzal es una imponente casona de piedra alojada en medio de un frondoso bosque verde, pero a tan solo media hora del aeropuerto de Niza y a poco más de 40 minutos de la ciudad de Mónaco.
Antiguo conjunto de molinos de agua en el corazón del Valle de Estéron, la mansión, que ahora pone a la venta Côte d'Azur Sotheby's International Realty por 11,5 millones de euros, aún conserva algunas esculturas que Grace Kelly y Rainiero de Mónaco regalaron a sus antiguos propietarios.
Les Moulins du Villars vivió su época dorada en los años 70, cuando el entonces propietario, el conde Jean Fernand Joseph Gouin de Roumilly, llevó a cabo una imponente transformación y renovación de la finca, convirtiéndose en el epicentro de los días de calma y relax de la alta sociedad y la aristocracia europea de la época.
Fue entonces cuando se produjo el flechazo de Grace Kelly con la zona y con esta casa en particular: la princesa fue a promocionar los quesos y el aceite de oliva de la región, como parte de su agenda institucional, y se quedó prendada de este bello oasis de paz.
Sus dueños actuales, que disponen de la villa desde 2006, han acometido una nueva reforma hace poco más de una década que aumenta el valor de una propiedad que cuenta con una parcela de más de dos hectáreas y una mansión de más de 600 metros cuadrados. Según describen desde Sotherby's, «a la fachada de piedra de la edificación principal, se le une un hermoso jardín con arbustos, cipreses, palmeras… y una enorme piscina».
La mansión, de cuatro plantas con ascensor, alberga dos cocinas, siete dormitorios, vestidores, despacho, varios baños, algunos en suite, una sala multimedia, bodega y un garaje con cpaacidad para cuatro vehículos. A la casa principal se le unen otras cuatro construcciones dentro de la misma finca: el Santuario, el Cabañón (unas antiguas ruinas romanas reconvertidas en sala de fiestas y eventos), la suite India y la casa de servicio.
Con una decoración ecléctica y opulenta, rica en colores, estampados, terciopelos y maderas nobles, la pieza protagonista del interiorismo es una antigua rueda de molino que se convierte en el elemento central del salón principal. Aunque no se pudo conservar la original, esta pieza recuerda los orígenes de esta propiedad histórica que pronto tendrá nuevos (y millonarios) dueños, pero que siempre quedará en el recuerdo como la casa favorita de Grace Kelly.