
Rosalía, con chándal en uno de sus conciertos.
opinión
Rosalía, con chándal en uno de sus conciertos.
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Casi todo en esta vida tiene su propio 'día de...'. De las croquetas , al chándal. Sí, has leído bien. Si el pasado 16 de enero se celebró el día del bocado al que nadie se resiste, este domingo 21 conmemoramos el día de la prenda a la que parece que, en los tiempos que corren, tampoco se resiste nadie. Sí, queridas amantes del lujo, hoy es el día del chándal y hemos venido aquí no diremos a celebrarlo pero, al menos, sí a hablar de él.
En este artículo amasado a cuatro manos, la que empieza escribiendo (Ana) es la persona que jura y perjura por Dior que nunca-jamás-en-la-vida sucumbirá a esta inesperada tendencia que ha tomado por asalto las pasarelas, los looks de street style, los front rows y, si un día nos descuidamos, hasta la alfombra roja. Bueno, que también hemos visto a alguna celebrity desfilar en la red carpet como si estuviera recién salida del gimnasio.
Ella (yo), enrolada desde que tiene uso de razón en el ejército del Káiser, comparte con Karl Lagerfeld la premisa de que « un chándal es un signo de derrota. Cuando pierdes el control sobre tu vida, te compras un chándal». Claro, que teniendo en cuenta que hasta la firma homónima del diseñador y la idolatrada Chanel lo incluyen en sus colecciones, Rosalía lo lleva, las modelos más exitosas (de las Hadid y las Jenner a Hailey Bieber) lo llevan y las mujeres más elegantes del mundo lo llevan en alguna de sus versiones, igual no es signo de derrota. Solo de enajenación sartorial transitoria.
Pero antes de que nuestras lectoras me echen a los lobos y ceder el paso a Paula Peña, las otras dos manos que escriben en esta sección, hagamos un poco de repaso a este inesperado asalto del chándal al Olimpo del lujo y cómo hemos asistido, impávidas, a su dominación absoluta del panorama fashionista internacional haciendo cierto el himno de Martirio del ' con chándal y con tacones, arreglá pero informal'.
La nueva redefinición del lujo pasa, como ya hemos explicado en otros artículos, en la conquista de un nuevo consumidor y la generación de deseo en un público objetivo diferente: triunfar como firma de lujo en el panorama actual pasa, inevitablemente, por seducir a la Generación Z. Y para eso, hay que adoptar sus códigos y adaptarse a sus gustos. Unos códigos y unos gustos que, por cierto, harían revolverse en la tumba a grandes genios como Cristobal Balenciaga, de plena tendencia ahora mismo, al ver los looks que sacan bajo la firma de su maison.
Porque sí, sin duda, uno de los grandes artífices del triunfo del chándal deluxe es, sin duda, Demna Gvasalia, director creativo de Balenciaga. El diseñador ha transformado por completo la identidad visual de la icónica maison hasta convertirla en un paradigma del streetwear y el gran objeto de deseo de la GenZ. ¿Don Cristobal hubiera pensado, en estos tiempos, en hacer una colaboración con Adidas o Acid Arab? Sinceramente, lo dudo, pero hay que concederle a Gvasalia el éxito rotundo de su estrategia. Es él mismo quien consiguió con Vetements y sus uniformes callejeros erigirse en paradigma de estatus social: rico, pero inconformista. Capaz de gastarse 2.000 euros en una sudadera, pero irónico: «El dinero no puede hacerme feliz, pero Vetements sí», rezaba uno de sus logos más virales. Otro pelotazo.
En los tiempos del lujo silencioso y el Old Money que las GenX y las millenials hemos abrazado como quien abraza el último Birkin del mundo, la Generación Z ha convertido en cool, lo choni y ha hecho del underground y el streetwear la tendencia más deseada del momento. Es la victoria definitiva de Paris Hilton con chándal de terciopelo de Juicy Couture a principios de los 2000.
De hecho, es una de las grandes contradicciones de la Generación Z, a la que yo (Paula) no sé si pertenezco, porque los nacidos entre el 94 y el 98 habitamos una especie de limbo o vacío legal entre ambas generaciones. Lo que sí tengo claro es que mi TikTok se divide en dos tipos de vídeos: los de las chicas que adoran el lujo silencioso y lo practican como si de una religión se tratase y las que se han aficionado a incluir pantalones de chándal en todos sus looks.
De hecho, a esta tendencia ha sucumbido también Instagram: con blazers, con abrigos de paño, con jerséis de punto e incluso con camisas. El pantalón de chándal es tan esencial si quieres ir a la moda en 2024 como lo son las Mary Janes. El zapato preppy por excelencia con el que también los combina medio Instagram. Eso sí, calcetines de todos los tipos mediante, no se olviden.
Aunque me no declaro tan negacionista del chándal como mi compañera Ana — reconozco que hay chicas que consiguen lookazos con el clásico pantalón de Adidas de toda la vida —, sí que debo confesar que no suelo llevar chándal nunca. De hecho, si quisiera recrear uno de los looks que bordan estas chicas de mis redes sociales, no podría. Más allá de los pantalones de punto de estar por casa y los leggins del gimnasio, no tengo ningún pantalón de los que se llevan ahora en mi armario.
Los mencionados looks, que admiro y me horroizan a partes iguales, no son nada fáciles de combinar: debes elegir muy bien las prendas para no ir hecha un adefesio. Nuestra fuente de inspiración última para conseguir estos looks siempre debe ser una firma de culto. Como Gucci. Y no lo digo al azar: ¿recordáis aquella colección en colaboración con Adidas con la que la firma conquistó la pasarela de Milán para la temporada de otoño-invierno 2022? ¿Y la que lanzó en colaboración con The North Face con la que hizo lo propio? Pues eso.
Si algo aprendimos de estas muestras es que combinar el chándal con prendas de nuestro día a día no es para tímidos. Y que si lo haces, hazlo bien. Es decir, con mucho color, estampados y sin miedo. Lo que demostró Alessandro Michele — el entonces director creativo de Gucci — con sendas colecciones fue que un traje de chaqueta clásico puede ser casi tan imponente como un conjunto de punto con el logo de Adidas bien grande y con gorro deportivo incluido.
Amantes o no del chándal, la única certeza que tenemos es que esta temporada se confirma lo que veníamos viendo varias atrás: la ropa deportiva es la nueva moda de culto y nadie se salva de caer en sus redes. La diferencia está en cómo la lleves y lo que quieras transmitir con ella. No es la primera vez que una moda underground, como de la Ruta del Bacalao, se convierte en sinónimo de lujo. Ya sucedió con las alpargatas o el color beige.