Delphine Arnault y Marta Ortega

Las herederas de los grandes imperios de la moda

Delphine Arnault y Marta Ortega están llamadas a dirigir los grandes imperios del mundo de la moda. El nuevo management en LVMH e Inditex se escribe con nombre de mujer pero, ¿les exigimos más a ellas que a los hombres?

Elena de los Ríos

La gran paradoja de los grandes magnates del textil, líderes en uno de los sectores más competitivos y exigentes, tiene nombre de mujer. El de sus hijas, capaces, creativas y sin duda poseedoras de un plus en la sensibilidad que, hasta la fecha, no contaba en el ADN de los hombres de negocios top. Eso inesperado, esa diferencia, une a Delphine Arnault (47 años) y Marta Ortega (39), herederas de los dos imperios más trascendentales del textil .

Sus nombres suscitan cambio, sorpresa, expectativa. Sin embargo, el éxito de su dirección al respecto de sus respectivas compañías familiares depende de las llamadas 'cuatro C's': continuidad, comunidad, conexiones y mando. Según los académicos del 'management', esa es la clave de la prosperidad en las empresas del lujo y no la radical innovación. Proteger, valorar y reactivar el legado significa todo.

Desde ese paradójico punto de vista, Delphine Arnault y Marta Ortega están condenadas a decepcionar al frente de Louis Vuitton-Möet-Hennessy (LVMH) e Inditex . No por su desempeño, sino por la inevitabilidad de la expectativa que suscita el simple hecho de suceder a sus respectivos padres. ¿Exigimos demasiado a las mujeres que se sientan por primera vez en los despachos que ocuparon grandes hombres? Sí. Como también es innegable la vigilancia que se impone a su desempeño desde el minuto cero de la sucesión.

Delphine Arnault y la tensión sucesoria en LVMH, al más puro estilo 'Succession'

El escrutinio al que se ha sometido a Marta Ortega en su primer año como presidenta de Inditex ha sido, como poco, intenso. La decisión de Amancio Ortega (86) de rodear a su hija de un consejo de sabios en el que repartir responsabilidades es el mejor regalo que ha podido hacer a una sucesora que era inevitable. Aunque acabe de firmar los mejores resultados en la historia de la compañía.

Delphine Arnault, sin embargo, está acostumbrada a navegar sola. Su trabajo como ejecutiva en Louis Vuitton y en Dior solo conoce curvas ascendentes, una prueba de que reúne tanta sensibilidad creativa como olfato para los negocios. Está llamada a liderar LVMH, el gran conglomerado del lujo, si es cierto que su nueva posición como directora general de Dior es la última prueba que debe superar antes de ser designada sucesora.

La hija mayor de Bernard Arnault (73) podría hacerse con el timón de la empresa de mayor capitalización de las que cotizan en la Bolsa de París: su valoración asciende a 421.270 millones de dólares. Marta Ortega no tiene funciones ejecutivas, pero a ella pertenece la última palabra en las decisiones trascendentales que afectan a la empresa más grande del Ibex 35: Inditex vale en bolsa 84.000 millones de euros. Más que H&M y Shein, juntas.

Si se confirmara el destino de Delphine Arnault como gran jefa de LVMH supondría el fin de la tensión sucesoria entre los cinco hijos de Bernard Arnault, todos con puestos relevantes en distintas firmas de la compañía. Ella es la primogénita, nacida del primer matrimonio de su padre con Anne Dewavrin, pero sus cuatro hermanos ocupan posiciones importantes en el conglomerado del lujo y aspiras a empañarle la sucesión.

Delphine Arnault, directora general de Dior.

Su principal rival es Antoine Arnault (45), director general y vicepresidente del 'holding' que controla LVMH, consejero de Loro Piana, CEO de Berlutti y jefe de Comunicación del conglomerado. Delphine y Antoine son los dos únicos hijos del magnate que se sientan en el consejo de administración de LVMH. Alexandre (30) es el vicepresidente ejecutivo de Tiffany, la joyería de lujo. Fréderic (27) dirige la marca de relojes Tag Heuer y Jean (24) es el director de marketing y desarrollo de relojes de Louis Vuitton.

«No tengo una marca favorita», confesó el patriarca el pasado octubre. «¿Acaso puede un padre decir que prefiere a uno de sus hijos?», ironizó. Lo cierto es que varios de sus hijos han hablado de la naturaleza competitiva que el mismo Arnault ha fomentado y que ahora podría volvérsele en contra. El gran jefe de LVMH pretende evitar a toda cosa una situación predatoria como la que muestra la serie 'Succession', en la que tres hermanos se disputan el imperio paterno o, lo que es lo mismo, su amor y su respeto.

De momento, la única que parece haber ganado algo de esto último es Delphine: Bernard Arnault no ha confiado a sus hijos ninguna de sus marcas locomotora y, además, los empareja con astutos ejecutivos que les vigilan de cerca. Dior factura tres veces menos que Louis Vuitton, la firma líder con 11 billones de euros generados en 2022, pero le sigue en importancia. Además, Delphine no tiene guardianes. Opera bajo su propia responsabilidad.

Marta Ortega, de doblar camisetas en Zara a liderar el gran cambio de Inditex

La sucesión que en el caso de los Arnault supone el gran quebradero de cabeza, está resuelta en Inditex. El nombramiento de Marta Ortega como presidenta ha despejado las dudas que hubiera podido haber al respecto, además de apuntar al clan materno, los Pérez-Marcote, como ejecutivos de confianza. Además el mismo Amancio culminó la transición de empresa familiar a grupo de inversión familiar, una tarea que puede llevar generaciones y que, en su caso, culminó antes de su retirada, tal y como relata Jesús Salgado en el recientemente publicado «De Zara al cielo» (Esfera de los libros).

Así, el grueso del patrimonio familiar se gestiona desde el 'holding' Pontegadea, que se pone a salvo del negocio textil de Inditex, más sujeto a posibles vaivenes. La gestión de Pontegadea, a su vez inversora en Inditex, se realiza mediante un consejo de familia, en el que las dos facciones herederas estarán condenadas a entenderse. Por un lado están Marta Ortega y su madre, Flora Pérez Marcote; y por otro, Sandra Mera, hija mayor de Amancio, de su primer matrimonio con Rosalía Mera, también en representación de su hermano, Marcos, afectado de parálisis cerebral.

Marta Ortega, con Anna Wintour y Diane von Furstemberg. Foto: Getty.

El hombre más rico del mundo en 2023 no planea retirarse hasta los 80, lo que le deja siete años para ultimar cómo reparte su imperio y a quién deja al frente del mismo. El 'holding' de los Arnault que controla el 41% de LVMH se llama Agache. En realidad, la familia posee el 46% del grupo y el 64% del derecho a voto, con lo que cualquier tipo de maniobra de apropiación por parte de un inversor ajeno es prácticamente imposible.

«Lo que los herederos deben tener claro es que cualquier discordia entre ellos va a afectar al desempeño económico del grupo», explicó a 'Bloomberg' el profesor de la escuela de negocios HEC Paris Philippe Pele-Clamour. «Es un problema que se va complicando conforme pasan las generaciones». Para evitarlo, los Arnault se han organizado en un segundo 'holding' rector llamado Agache Commandite, en el que todos los hermanos poseen participaciones iguales, el mando rota cada dos años (Delphine es la primera en ostentarlo) y un consejo formado por cinco personas ejerce de árbitro. De hecho, las decisiones que impliquen cambios sustanciales en la estrategia de LVMH o Agache requieren su aprobación unánime.

Está por ver si los Arnault se disputarán la posición de CEO de LVMH o si optarán por un ejecutivo exterior, como han hecho en Inditex, primero con Pablo Isla y, ahora, con Óscar García Maceiras. «Es la mejor decisión de cara a minimizar la perversa rivalidad que puede instalarse entre los herederos, especialmente entre Alexandre y Frederic, los más jóvenes y empeñados en emular la meteórica carrera de su padre», explica Pele-Clamour. De momento, solo Delphine y Antoine se sientan en el consejo de administración y poseen perfil público.

Antoine Arnault está casado con la supermodelo rusa Natalia Vodianova, con quien tiene dos hijos. En los años más importantes de su carrera como modelo, Vodianova fue considerada como una de los tops mejor pagadas del mundo, con un caché que rondaba los 5 millones de euros anuales. Delphine se casó en 2005 con el heredero del vino italiano Alessandro Vallarino y se divorció cinco años después. Tras ello, inició una relación con el multimillonario francés de las telecomunicaciones Xavier Niel, con quien tiene 2 hijos.

La ruta de Delphine Arnault no tiene nada que ver con la de Marta Ortega. La presidenta de Inditex comenzó doblando camisetas en tiendas y fue moviéndose por la compañía, pero sin responsabilidades ejecutivas. La hija mayor de Bernard Arnault comenzó a trabajar en la consultora McKinsey tras licenciarse en la London School of Economics y, tres años después, ya entró como subdirectora general en Dior, en la época en la que John Galliano era director creativo.

De hecho, uno de sus aciertos fue orquestar la sustitución de este por Raf Simons en 2011, tras el escándalo que suscitaron unas declaraciones antisemitas. En 2013 pasó a Louis Vuitton, donde hizo valer un estilo de gestión tranquilo, aunque como directora y vicepresidenta ejecutiva dio bastantes sustos a sus empleados. Acostumbraba a visitar por sorpresa las tiendas los sábados por la tarde. Lo mismo que, en tiempos, hacía su padre.

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