La infanta Elena y su talento para convertir las chaquetas sastre en la clave de un estilo de «señora bien» con un punto actual

Elena de Borbón, hija mayor de los reyes eméritos don Juan Carlos y doña Sofía, es una señora «bien» que siempre llama la atención por su estilo a la hora de vestir. Aunque es cierto que su estética se ha ido acomodando en el clasicismo a lo largo de los años, hubo un tiempo en el que fue una de las royals mejor vestidas de su época

Hoy, la madre de Froilán y Victoria Federica no destaca por su estilo tan sofisticado como el que lucía antaño. Pero su progresiva tendencia hacia los looks clásicos y sin salirse de lo siempre correcto no impide que cada aparición pública llame la atención.

Ya sea por los estampados que le gustan, por los accesorios –algunos muy locos como las banderitas de España o las gafas deportivas– o por el calzado – adora las alpargatas con todo y para todo, lo que está claro es que la infanta no pasa desapercibida. Analizamos su estilo.

A sus 60 años, Elena de Borbón y Grecia se ha convertido en una señora con estilo y elegancia a la que pocos «peros» se les puede poner. Siempre viste correcta para la ocasión, ya sea un concurso hípico, un funeral o un acto oficial. Y aunque es cierto que una vez fue una de las royals más sofisticadas y atrevidas de su momento. Siempre se ha dicho que su matrimonio con Jaime de Marichalar, un enamorado de la moda y el lujo, supuso un punto de inflexión en la forma de vestir de la infanta.

A finales de los años 90 se convirtió en una de las mujeres mejor vestidas de la realeza, dejándonos maravillosos looks para el recuerdo de Christian Lacroix o Lorenzo Caprile en los que la inspiración española siempre estaba presente con mantones de Manila o detalles taurinos. También lucía bolsos de firmas como Dior o Chanel. Porque otra cosa no, pero doña Elena es una profunda admiradora de todo lo que tiene que ver con el folclore español, muy especialmente el andaluz.

Por eso no dudaba en acudir a bodas como la de Victoria de Suecia con elaboradas y fabulosas chaquetillas de inspiración taurina o vestidos con voluminosas faldas de tafeta en el mismo color rosa de los capotes de torero. Eran los años en los que la infanta, alentada por su entonces marido Jaime de Marichalar, de quien se separó en 2007, vestía mejor que nadie, arriesgaba y triunfaba. El exduque de Lugo, que siempre ha demostrado un gusto especial por la moda y el lujo, ejerció una magnífica influencia a nivel estético sobre ella. Igual, por cierto, que lo hace sobre su hija Victoria Federica , convertida a sus 23 años en una joven que marca estilo como influencer y royal.

Pero hoy día, a sus 60 años, lo cierto es que doña Elena no destaca por un estilo atrevido o sofisticado. El paso del tiempo la ha ido acomodando en una forma de vestir como la de muchas otras mujeres de su edad y que podría vivir en el barrio de Salamanca de Madrid. Es decir, mujeres que optan por looks clásicos, sin grandes riesgos y que siempre resultan adecuados, sea la situación que sea. Pero la hermana del rey consigue ir un poco más allá. Y es de justicia decir que tiene un estilo bastante personal y muy ajeno al qué dirán.

Ha hecho de las chaquetas de inspiración sastre, o blazers, su mejor aliada, y las combina con todo tipo de prendas y looks. Ya sea una boda y sobre un vestido estampado, como en el enlace de José Luis Martínez-Almeida y Teresa Urquijo , con pantalón de vestir a juego o con faldas largas, la infanta no se separa de su fiel chaqueta.

Una estrategia segura para añadir un toque de elegancia clásica e incuestionable a cualquier outfit. Luego, solo alguien como ella y con su personalidad –o pasotismo, no sabemos muy bien qué es– resulta capaz de llevar unas gafas de sol deportivas con un look de boda o pulseritas y pendientes con la bandera de España a un acto oficial.

Elena de Borbón, es, en cualquier caso, un peso pesado en la historia estilística de la Familia Real, y cada una de sus apariciones públicas acapara titulares por su forma de vestir. Cada vez más alejada de aquella sofisticación y glamour de tiempos pasados pero, al mismo tiempo, cada vez más cerca de la imagen de una royal cercana y «normal» que viste de Zara o Mango, y ya no tanto de Petro Valverde o Lorenzo Caprile. Ni siquiera para las bodas a las que la invitan. Ella hoy prefiere la elegancia natural de un vestido con blazer y salones de tacón cómodo. Y sigue gustando y levantando pasiones. Así son las cosas.