Retrato del diseñador Tommy Hilfiger. / Víctor Llorente

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Entramos en los archivos de Tommy Hilfiger en Nueva York: «la moda tiene que conectar con la cultura de su tiempo, si no, es solo ropa»

Por primera vez en los casi 40 años de la firma, el diseñador nos abre las puertas de su archivo en Nueva York, un espacio acorazado en el que guarda más de 20.000 prendas y donde ha buscado la inspiración para su nueva colección.

Estamos en Long Island City, en el Bronx neoyorquino, delante de un edificio de cuatro plantas sin una sola ventana. Es el búnker donde Tommy Hilfiger (Nueva York, 1951), cuya marca pertenece al grupo PVH Corp., tiene su archivo histórico. Casi 40 años después del nacimiento de la firma, Hilfiger abre por primera vez este espacio sólo para 10 medios de todo el mundo, entre ellos Mujerhoy como única cabecera española.

La razón por la que ha dado el paso es su nueva colección de primavera, Classics Reborn, que reinterpreta y versiona algunos de aquellos diseños que, a partir de mediados de los años 80, lo situaron entre los grandes diseñadores norteamericanos.

«Los clásicos nunca pasan de moda y esta colección moderniza y reinterpeta el estilo preppy americano, no es una simple mirada atrás», nos dice poco antes de comenzar la entrevista y tras ver el archivo y los paralelismos entre las prendas actuales y aquellas con las que empezó.

Por ejemplo, una camiseta serigrafiada con el lema People's place, que era el nombre de la tienda que abrió a los 18 años con un amigo, mucho antes de registrar la firma con su propio nombre. Esa camiseta cuenta con una réplica en esta colección de 2023, formada por 250 piezas y en la que muchas prendas tienen un caracter genderless.

Georgia May Jagger, embajadora de la firma.

«Hace años, cuando conocí a Karl Lagerfeld, le pregunté por qué Coco Chanel había tenido tanto éxito y continuaba siendo actual. Él me dijo: «Muy sencillo, cuando miras su trabajo del pasado, aquello que era cool y relevante entonces, resulta que se convierte en aún más relevante en la actualidad». La colección es una revisión actualizada, con tejidos más técnicos, nuevas siluetas, colores...», detalla Hilfiger al explicar las razones de este punto de partida vintage para su propuesta de primavera.

A sus 72 años recién cumplidos (este 24 de marzo), el diseñador mantiene aún el espíritu juvenil y emprendedor que lo impulsó a convertirse, a partir de 1985, en uno de los referentes internacionales de la moda norteamericana, después de haber lanzado (cuando aún era desconocido) el atrevido eslogan: «Los cuatro mejores diseñadores de ropa de hombre son Ralph Lauren, Perry Ellis, Calvin Klein y Tommy Hilfiger».

Arriba, artículos de distintas colecciones de Hilfiger y botas de 2016 para Lady Gaga. A la derecha, vestido de fiesta inspirado en los polos de rugby. / DR

Él viste la moda que predica para cualquier generación, con un toque de universitario acicalado, lo mismo con náuticos y deportivas que con americanas con capucha, pantalones khakis y gorras de béisbol. Y se muestra con naturalidad curiosa: «Me gusta su jersey. ¿De quién es?». Le digo que de Isabel Marant. «Ah, sí, muy buena, me gusta».

Volvemos a su propuesta estética, de practicidad meticulosamente diseñada, de básicos con destellos de singularidad, de modernidad contenida. « Ser moderno significa estar conectado con la cultura. La moda tiene que conectar con la cultura de su tiempo, con el arte, la música, el entretenimiento y el deporte. Si no, es sólo ropa; y sería muy aburrido», mantiene.

Prendas de la colección actual con el lema People's place y ropa y accesorios de su archivo histórico, en este edificio de Nueva York . / DR

Hilfiger es un experto hallando esas sintonías. En los 70, cuando la moda era una herramienta de protesta política, ofrecía ropa para rebeldes. «Por eso funcionó tan bien People's place, era un lugar de encuentro, de manifestación cultural, donde pasar un buen rato». En los 80, cuando pasó a ser un vehículo aspiracional y todo el mundo quería ser millonario, él llevó el mundo de los deportes elitistas al atuendo cotidiano. La ropa que vestían los millonarios en los yates la trasladó a la calle; y lo mismo con el rugby, el ciclismo y otros deportes.

En los 90, con el arranque de la conciencia social sobre inclusividad y diversidad, incorporó colecciones femeninas. Y en los 2000, con el inicio de la preocupación por la sostenibilidad y la necesidad de que valores como pluralidad e inclusión se asentaran en la industria, incorporó líneas especiales. De hecho, cuenta con una para personas con discapacidad, Adaptive.

Quizá los cambios más significativos de la moda de las dos últimas décadas se están produciendo más en el campo conceptual y social que en el estético. Inclusión, medio ambiente, materiales sostenibles y reciclados, el consumo más racional y menos caprichoso son factores determinantes, quizá más que los avances estilísticos o la ruptura de barreras y códigos estéticos.

«Hoy el foco y la preocupación del público está en la sostenibilidad. En estética hay ciclos históricos, pero aunque parezca que ya está visto, que no hay avance, sí se interpreta de otra manera. Los consumidores siempre quieren algo fresco y nuevo. Pero fresco no significa necesariamente que no lo hayas visto antes, puede ser fresco y a la vez resultar familiar, confortable de vestir y de ver, aunque tiene que haber algo diferente en los detalles, en los tejidos, en las siluetas... A la gente joven le gusta la rebeldía y no quieren vestir como lo hacían sus padres. Eso es lo que hemos hecho en esta colección con piezas clave de nuestra identidad como la camisa Oxford o el vestido Oxfordshire, un renacimiento de los clásicos», explica el creador, que tras una vida en Nueva York se ha trasladado a vivir en Florida tras la pandemia. «Tienen impuestos más razonables –opina–. Y mejor calidad de vida, el tiempo es mucho mejor... Antes venía a la oficina todos los días; ahora puedo hacer el trabajo vía Zoom y venir a Nueva York una vez al mes, más o menos».

En otra entrevista que hicimos durante la pandemia, Hilfiger aseguraba que era el momento de hacer cambios en la industria. Ahora continúa: «Además de los desfiles See now, buy now, que iniciamos justo antes, hemos querido estar muy presentes en los videojuegos, porque vivimos en la era digital y del metaverso. Los videojuegos son una forma de comprar común y lo serán aún más, porque los gamers compran looks digitales para sus avatares. Y resulta que cuando compran esas skins para sus avatares, luego van a la tienda digital o a la física y adquieren también la prenda real».

Insiste en que el futuro del sector encontrará en el metaverso una vía permanente de consumo de moda: «A la gente le gusta porque es entretenimiento y te saca de la trampa del día a día. Todo el mundo quiere liberarse de lo cotidiano para disfrutar de un tipo de vida diferente, el que siempre soñó tener. Es como un chico queriendo ser un jugador de baloncesto en un videojuego: puede saltar a la cancha y ser un campeón. O si quieres ser modelo, puedes ponerte en la pasarela y desfilar». Lo que no cambia para él es la contribución de la moda en ese y este mundo: « La capacidad de hacernos sentir bien psicológica y emocionalmente».

Archivo histórico: cámara sellada

El edificio, en el Bronx de Nueva York, es como una inmensa caja fuerte con avanzadas medidas de seguridad. Incluyen, por ejemplo, que el enorme almacén donde se encuentran las más de 20.000 prendas (clasificadas por años y otros criterios) sea un espacio con la humedad necesaria para que la ropa no se estropee o que se cierre automáticamente y quede sellada para evitar cualquier daño en caso de que se produzca un incendio.

A lo largo de casi cuatro décadas, el equipo de archivo de Tommy Hilfiger ha ido guardando las piezas más significativas de cada colección, pero también han tenido que buscar prendas que les faltaban y que han adquirido en tiendas vintage e incluso subastas.