Cristobal Balenciaga fue el creador de algunos de los vestidos de novia más inspiradores. /
Sus diseños escultóricos convirtieron a Cristóbal Balenciaga en uno de los grandes modistos de todos los tiempos. Esto se mostraba, especialmente, en los trajes de noche y cóctel y en los de novia. El modisto firmó algunos de los diseños nupciales más impactantes, vestidos que sintetizaban la sobriedad y la discreción, a pesar de ser espectaculares. Muchos de ellos tenían una sola costura. Todavía hoy son la inspiración de muchos modelos nupciales .
El modisto desarrolló su trabajo en París, Madrid y Barcelona y vistió a algunas de las mujeres más elegantes e importantes de su época.-Fue descubierto por la marquesa de Casa Torres, abuela de la futura reina Fabiola de Bélgica , en Guetaria, donde había nacido, en el seno de una familia muy humilde. Su madre, Martina Eizaguirre, era costurera, lo que marcó el destino del joven Cristóbal para siempre. El modisto falleció en 1972, tras retirarse en 1968. Aquí repasamos algunos de sus vestidos de novia más conocidos.
El vestido de Fabiola de Mora y Aragón para su boda con el rey Balduino de Bélgica , en 1960, es una de las piezas estrella del Museo Balenciaga de Getaria. Se trata de un diseño invernal, con escote barco y manga japonesa y talle a la altura de la cadera, de donde parte la falda fruncida, más corta por delante que por detrás.
Está festoneado con una aplicación de visón blanco que recorre el escote, la cadera y la cola, rectangular, que arranca de los hombros y se prolonga mostrando toda su extensión. Es de satén color marfil y también va forrado en satén. El vestido está confeccionado con 24 metros de tela y la cola con seis. El tejido es de Sederías Jorge Fábregas, una de las más prestigiosas del momento, de Barcelona. El modisto tardó un mes y medio en terminarlo, en los talleres de Madrid.
Es uno de sus diseños nupciales más sorprendentes y rompedores, que aúna de manera perfecta modernidad y clasicismo. Balenciaga sorprendió con este vestido en 1967. Pero, como en todos sus diseños, destacan el patronaje perfecto y el corte y el uso escultórico del tejido, en este caso gazar de seda.
No tiene mangas, pero sí una pequeña cola. Surgió en plena moda futurista y recoge a la perfección su estilo minimalista. Lo acompaña un espectacular tocado-visera, en lugar del clásico velo, que tiene un aire monacal. Nicolas Ghesquière, director creativo de la firma entre 1997 y 2012, lo rescató para la colección de primavera/verano 2008.
Uno de los diseños que destacan en su colección nupcial es el que realizó, en 1945, para la Condesa de Monterrón, Rosario de Aranguren y Palacio. Está realizado en satén de color marfil, y es de inspiración historicista, con una marcada influencia decimonónica. Esto destaca en el diseño del polisón y en las mangas jamón, que le dan un aire muy romántico.
La última pieza firmada por Balenciaga, fallecido el 23 de marzo de 1972, fue el traje de novia de Carmen Martínez Bordiú , que se casó una semana antes y que se cosió en los talleres de Madrid. La boda, con el duque de Cádiz, Alfonso de Borbón, se celebró en la capilla de El Pardo.
El vestido es un diseño de raso natural en color perla rosada de manga larga y bordado con flores de lis, símbolo de los Borbones. Un manto de siete metros, que nacía de los hombros, constituía la cola. Este manto se cosió una vez que la novia se puso el vestido.
Se emplearon 14 metros de tela de la casa suiza Abraham. Los adornos se cosieron a mano sobre tul y después se recortaron. Para su elaboración se utilizaron veinte carretes de hilo de plata, más de 10.000 perlas, 2.500 brillantes pequeños, 2.200 medianos y 1.700 grandes, además de nácar y cristal.
Sonsoles Díez de Rivera y de Icaza, impulsora del museo de Getaria, e hija de Sonsoles de Icaza, marquesa de Llanzol, musa y amiga íntima de Balenciaga, también se casó con un diseño de Balenciaga, en su boda de 1957 con Eduardo Fernández de Araoz y Núñez. Sonsoles ya hizo la primera comunión con un vestido de Balenciaga y, desde entonces, su colección creció hasta convertirse en una de las más importantes del modisto.
Es el único vestido de novia de Balenciaga totalmente bordado en plata. Además, es más corto por delante, lo que llamó mucho la atención en su momento. En los bordados se emplearon perlas, canutillos, hilos de seda y filigranas metalizadas. Sonsoles contó, en una ocasión, que una de sus nietas quiere casarse con ese vestido, custodiado hoy en el Museo de Getaria. «Es una joya», revela.