«El color puede resucitar a los muertos», dejó dicho Iris Apfel , la gran maestra del optimismo del vestir. Su estilo apeló por igual a veinteañeras y octogenarias, porque sus inventivas mezclas de estampados y tonalidades demostraban la inteligencia de una idea antigua. La hemos visto en múltiples culturas indígenas y vestuarios del folclore: el color afecta positivamente al estado de ánimo. El propio, sí. Pero, también, el de los que nos miran. Quién quiere deprimir a su entorno cuando puede animarlo.
Si la generosidad de espíritu no apela lo suficiente, acudamos al argumento ganador: el color negro, además de estilizar, avejenta. Se come toda la luz que, a partir de los 50 años, necesitamos. Puestos a elegir, una mujer mayor de 50 ha de descartar, lo primero, el negro. De hecho, azul marino, verde oscuro y marrón chocolate tendrían que entrar en la zona de peligro para un estilismo rejuvenecedor. Fuera tristezas.
Este asunto de la tristeza de los colores oscuros explica el éxito del llamado estilo dopamina, a veces también estilo vitamina, que apuesta por llevar la alegría al día a día a través del color. Como sabemos, la dopamina es el neurotransmisor que utiliza el sistema nervioso para llevar a las terminales la sensación de placer y satisfacción, la misma que dispara nuestra capacidad de atención y memoria. ¿Queremos que nos presten atención y convertirnos en memorables? Vistamos con color.
Evidentemente, construir un armario alrededor del color es infinitamente más costoso que hacerlo mediante básicos en negro, marrón o azul marino. No solo porque necesitamos más prendas para conseguir el mismo número de looks, sino por la cantidad de ideas aprendidas y vicios adquiridos que hemos de desprogramar para sacarle el partido a la ropa optimista. Aquí es donde entran en acción los trucos que te proponemos para darle una vuelta optimista, colorista, a tu armario.
Puedes lanzarte a las tiendas locamente y comenzar a probarte nueva ropa y acertar con todo: serás una de esas mujeres con suerte que no necesita discriminar entre tonos. Otras, sin embargo, quizá no entiendan porqué unos colores les favorecen tanto y otros, tan poco. Esto suele tener que ver con el predominio de los tonos fríos o cálidos en la piel, una distinción que es muy útil conocer no solo para la ropa, sino para elegir maquillaje.
Para averiguar si tu subtono de piel es cálido o frío, observa las venas de la muñeca: si son declaradamente azules, tu subtono es frío. Te queda mejor la plata que el oro y tus colores de cabecera tienen matices azules, rosados, morados y plateados. Si el tono de tus venas es verdoso, tu subtono será cálido y el oro tu metal elegido. Tu gama de color favorita tiene matices dorados: amarillos, melocotón y naranjas.
Importante: a las pieles frías le sientan a la perfección los colores en su versión más intensa, primario y brillante. Sin embargo, los pasteles las apagan. Ocurre justo lo contrario con las pieles cálidas: todos los tonos pastel intensifican maravillosamente el matiz dorado de su piel. Con estas claves de colorimetría, ya puedes lanzarte a las tiendas a comprar.
La primera medida que has de tomar para sumarte al color es drástica: guarda, vende o regala las prendas de abrigo de color negro. Así, de manera radical. Si tu subtono es frío, puedes quedarte con el abrigo azul marino: es un color que te favorece muchísimo. Todo lo demás, mejor relegarlo al olvido. Nada avejenta más después de los 50 que una parka o abrigo de color negro, marrón o verde oscuro. Apuesta por prendas en la gama de color que más te favorezca, sobre todo para esas chaquetas que llevas cada día. Si no encuentras en tu tienda habitual, explora las marcas de moda joven: los precios son más baratos y los patrones, cero clásicos.
Las estilistas expertas en el estilo dopamina para mujeres mayores de 50 advierten, y muy seriamente, de los looks monocolores. Aunque el tono sea alegre, no suelen favorecer nada a las mujeres maduras. Si te apetece un look monocolor, procura que las prendas elegidas tengan distintos tonos que contrasten. De hecho, para que un look colorista funcione debe procurar el contraste de, al menos, tres colores. No creas que basta mezclar dos. De hecho, lo idea no es solo mezclar tres tonos, sino que contrasten también texturas y/o estampados.
La manera más efectiva de introducir color en el armario es comenzar a renovar comprando las prendas de abrigo, chaquetas y tops. Puedes combinarlas con los pantalones negros o de tonos oscuros e ir aclimatándote a la nueva intensidad de color de tus looks. También has de encontrar qué estampados van más con tu estilo: topos, rayas, florales, monogramas… Las camisetas de rayas bretones son un básico, las camisas de rayas están siempre en tendencia y las americanas de flores nos queda bien a todas.
Cuando tu armario haya abandonado definitivamente los tonos oscuros e incluso los neutros (sí, los beis y grises tampoco favorecen demasiado después de los 50 años), es el momento de revolucionar los accesorios. Bufandas y gorros, gorras y guantes nos permiten añadir otra capa de color, y un estampado más, a un look que lo necesita. Si llevas gafas, date el capricho de comprarte una montura nueva de tu nuevo color favorito. Y qué decirte de los bolsos… Si son de alta gama, no los vas a tirar. Pero si compras diseños nuevos, que no sean negros.
Vestir con color implica hacerse notar y hacerse notar requiere cierto nivel de confianza. De ahí que sea una opción tan maravillosamente encarnada por tantas mujeres mayores de 50 años, cuya autoestima ha superado ya todas las pruebas habidas y por haber. En un mundo que espera que las mujeres maduras desaparezcan, se impone existir demandando toda la atención posible. Es algo que supo hacer a la perfección Isabel II y que continúa siendo el eje de los looks de poderosas como Dolores Dancausa, Ana Patricia Botín o Belén Garijo. Nadie las va a borrar.
20 de enero-18 de febrero
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