Dormir bien es fundamental porque te ayuda a reparar las células gastadas y te prepara mejor para el siguiente día. A dormir bien se aprende y eso se consigue preparando la mejor higiene para el sueño. Es decir, los momentos previos a acostarse. Eso incluye técnicas de respiración para favorecer el sueño , una cena ligera, relajación… ¿Pero y si has hecho todo bien y luego no puedes dormirte porque el calor es asfixiante o porque simplemente te has desvelado con cierta luz o un pequeño sonido? ¿Es problema del aire acondicionado, de las corrientes, de la temperatura ambiente…? ¿Y qué hago? No desesperes, todavía hay cosas que puedes intentar.
El calor y la humedad probablemente sean los mayores desafíos para dormir bien en verano. La clave está en generar un ambiente fresco lo más natural posible. Es decir, que el aire acondicionado esté siempre a una temperatura óptima y regular, casi sin que se note su presencia. Huye de las corrientes si éstas van y vienen. Y el ventilador ponlo en un extremo de la habitación, nunca directamente sobre ti, y a una velocidad suave. No hay nada peor que despertarse con frío en verano. Y otro consejo: no dejes que el dormitorio se caliente durante el día. Si no vas a estar allí, ventila por la mañana un rato y luego ciérralo.
La luz, el infravalorado enemigo del sueño
La luz está infravalorada a la hora de dormir. Cuanta menos luz, mejor. Si resulta que te has desvelado, igual no es tanto por la temperatura como por la luz que entra en la habitación. Para mantener tu reloj interno en hora, también debes limitar el tiempo de exposición a ordenadores, tablets, móviles o televisión. Y eso incluye que si te desvelas jamás enciendas una pantalla.
Otra de las razones por las que te puedes despertar en mitad de una noche de verano es por el contacto de tu piel con tejidos poco convenientes, ya sean tuyos o de la superficie sobre la que estás tumbada. Es muy útil dormir sobre sábanas transpirables o con capacidad de enfriamiento. En general, las fibras naturales (como el algodón ligero) o las telas absorbentes de alta tecnología (como la ropa de deporte) ayudan a filtrar mejor el sudor que las sintéticas.
La superficie sobre la que duermes también influye en tu sueño. Esto puede ser especialmente importante si tienes un colchón de espuma viscoelástica más o menos nuevo, pues tiende a conservar el calor más que los colchones de muelles tradicionales. Mantener uno o ambos pies fuera de las sábanas puede ayudar a tu cuerpo a alcanzar su temperatura ideal para dormir.
Si nada resulta y te has desvelado irremediablemente, la última solución es aislarte de todo: ni ver ni oír. Es decir, antifaz y tapones para las orejas. Cuando se habla de una buena higiene del sueño, eso es mantener el dormitorio fresco, oscuro y silencioso. Y si no se puede hacer de forma natural, que sea artificialmente.
20 de enero-18 de febrero
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