Los beneficios de vivir en una casa saludable: bienestar físico y mental, eficiencia energética, ahorro y sostenibilidad

La Organización Mundial de la Salud (OMS) definió en 1986 los edificios saludables como aquellas «construcciones que son ambientalmente responsables y eficientes en recursos, pero que también integran salud, bienestar y experiencia humana». Sin embargo, casi cuatro décadas después de acuñar el término, la salud y el confort interior en los edificios europeos están seriamente rezagados, según datos del Barómetro de Edificios Saludables 2024 que elabora VELUX.

«Uno de cada cuatro europeos reside en edificios donde la calidad del aire interior está por debajo de los estándares nacionales y más de 30 millones de ciudadanos se ven afectados por vivir en espacios demasiado oscuros , con un impacto negativo en la salud mental y física«, denuncian desde la firma.

Según estudios de la Universidad de Havard, la ventilación, la calidad del aire, la temperatura, la humedad, el control del polvo y las plagas, la seguridad, la calidad del agua, la exposición a ruidos y la buena iluminación natural en una vivienda (y, por extensión, en los espacios de trabajo) son los nueve aspectos clave que se deben tener en cuenta para considerar saludable una casa.

Almudena López de Rego, Arquitecta y Responsable de Prescripción de VELUX Iberia, presentó las conclusiones sobre el Barómetro de Edificios Saludables 2024 destacando que «empezar un proyecto de arquitectura o embarcarse en una reforma es una enorme oportunidad de crear un espacio que no sólo sea sostenible en este planeta, sino que juegue en favor de sus ocupantes«.

Y es que está demostrado que vivir en edificios saludables no solo mejora la salud física y mental de sus habitantes, que se sienten más resilientes y empoderados, también se adaptan mejor a sus necesidades diarias y, al cumplir estándares de construcción y gestión sostenibles, son más eficientes, repercutiendo estos beneficios en el medioambiente y, también, en nuestro ahorro doméstico.

Tanto es así, que según el Barómetro de VELUX, este tipo de edificios tienen «un impacto medible en la salud mental y física, con menos días de baja por enfermedad y el aumento del rendimiento en el trabajo y en las aulas, incluyendo un incremento del 10-18% solo por una mayor exposición a la luz natural«.

Según resalta el Barómetro de Edificios Saludables 2024, estos deben ser «multifacéticos y no pueden entenderse centrándose exclusivamente en una dimensión o en características individuales», por lo que proponen un plan de acción a largo plazo que comprende cinco dimensiones interrelacionadas: mejorar la salud mental y física, diseñar para las necesidades humanas, llevar a cabo una construcción y gestión sostenibles, que sean resilientes y adaptables y capacitar a las personas.

Pero pasar de la teoría a la práctica no siempre es sencillo y López de Rego apunta, además, que «es responsabilidad del arquitecto cuidar el bienestar de los usuarios en cada momento del día y responsabilidad de los legisladores establecer criterios de salud a la par que de energía».

Tanto es así, que el plan que se promueve tiene su objetivo final en 2050, pero empieza en un corto plazo: «es necesaria una acción política inmediata para introducir normativas que integren un enfoque multidimensional de la salud, la sostenibilidad y la resiliencia como componentes clave de los procesos de toma de decisiones», arrojan las conclusiones del Barométro, que propone un decálogo de recomendaciones para que los edificios saludables se conviertan en la norma e integren la salud, la sostenibilidad y la resiliencia en las políticas de construcción.