RUTINA MONICA BELLUCCI
RUTINA MONICA BELLUCCI
Monica Bellucci tiene 58 años y cada día tiene un físico más espectacular. Al igual que otras famosas, como Cindy Crawford, se mantienen estupendas a punto de cumplir los 60, lo que no tiene otra explicación que el deporte. Eso sí, Bellucci no se vuelve loca y adora su cuerpo lleno de curvas: «No estoy obsesionada con ser delgada. Soy mujer y tengo curvas. Por supuesto, si tu estado natural es ser delgado, entonces es hermoso, pero si eres redondo y curvilíneo, no creo que tengas que cambiar tu naturaleza», asegura. Y tiene toda la razón
Por eso, la actriz no se obsesiona con acudir al gimnasio a diario, lo que no significa que no haga deporte. La natación es una de sus actividades favoritas y llega a practicarla cuatro veces a la semana durante 45 minutos por sesión. Y es que la natación es uno de los deportes más completos, ya que ejercita todo el cuerpo sin tensionar el cuerpo, por lo que lo podemos considerar como uno de los menos lesivos.
La natación implica a la mayoría de grupos musculares de nuestro cuerpo: los glúteos y las caderas, al patear el agua; los abdominales, al sostener todo el cuerpo; y los hombros y los brazos, al hacer el movimiento de hélice para impulsarnos. Esto significa que se tonifica todo nuestro cuerpo, tanto el tren superior como el inferior.
Una hora de natación puede ayudarte a quemar entre 500 y 100 calorías por hora. Este consumo depende de muchos factores, como el estilo elegido, la intensidad del ejercicio, si nadas en piscina o en aguas abiertas o incluso la temperatura del agua.
La natación incrementa la capacidad pulmonar y fortalece los huesos, lo que se traduce en un organismo más resistente. Eso sí, para desarrollar la resistencia es esencial mantener la frecuencia cardíaca constante durante todo el entrenamiento, por lo que es mejor nadar durante más tiempo a un ritmo constante que los entrenamientos de velocidad.
La práctica de la natación aumenta la flexibilidad y la elasticidad de los músculos. Esto es debido a que los movimientos de las articulaciones necesarios para la práctica de la natación hacen que nuestra movilidad aumente, favoreciendo el aumento de nuestro rango de movimiento.
Como hemos comentado, la natación es un deporte de bajo impacto que no daña ni la columna ni las articulaciones, por lo que incluso está aconsejado para aquellas personas en fase de recuperación por una lesión. El agua amortigua, lo que hace que nuestras articulaciones se desgasten menos y se conserven mejor.
Nadar mejora la coordinación motora siempre que sigas una técnica adecuada. Por eso los expertos recomiendan tomar clases para que nos enseñen la forma correcta de realizarlo, y así, sacarle el máximo partido. Eso no significa que no puedas aprovecharte de sus beneficios si no has ido nunca a clase, pero si conoces la técnica, sus bondades se incrementan.
Al nadar también aumenta nuestra capacidad pulmonar y ayuda a nuestros los pulmones a limpiarse, aportando más sangre al torrente sanguíneo. Así como, favorece la circulación sanguínea, el drenaje e inhibe la producción de cortisol, la famosa hormona del estrés.
Cuando nadamos, como cuando hacemos cualquier actividad de alta intensidad, segregamos unas sustancias químicas conocidas como endorfinas, conocidas como hormonas de la felicidad. Estos pequeños neurotransmisores nos dan sensación de plenitud e incluso euforia tanto durante como después del entrenamiento.
La natación está altamente recomendada para aquellas mujeres que sufren osteoporosis tras la menopausia, ya que al nadar hacemos trabajar más los músculos, lo que que a su vez nos ayuda a conseguir una mayor densidad ósea.
Los dolores de espalda es uno de los grandes males del siglo XXI, sobre todo por la postura que adquirimos al sentarnos frente al ordenador. Por ello, nadar puede convertirse en una de tus actividades favoritas, ya que fortalece y flexibiliza la espalda, lo que te ayuda a caminar erguida y no tener dolores cervicales o lumbares.
La natación es ideal para combatir ciertos dolores musculares debido a la flexibilidad que se adquiere con su práctica. Además, el mero hecho de que nuestro cuerpo flote hace que nuestros músculos, huesos y articulaciones se coloquen en su sitio, eliminando posibles lesiones y dolores.