Practicar pilates puede ayudarte a fortalecer el abdomen. /
En muchas ocasiones puede considerarse el Pilates como un ejercicio menor, que sólo realizas cuando ya eres lo suficientemente mayor o cuando tienes alguna lesión que te impide realizar otro entrenamiento más intenso. Pero si este es tu caso, tenemos que decirte que estás muy equivocado.
Gracias al Pilates puedes conseguir definir tu musculatura y fortalecer todo tu cuerpo sin sobrecargar las articulaciones. Pero no sólo eso, ya que la práctica habitual te ayuda a mejorar tu postura corporal y tu flexibilidad, además de evitar molestias en ciertas partes del cuerpo como la cadera, los hombros y la espalda.
No, prácticar Pilates no es sólo para abuelos, aunque ellos también pueden beneficiarse de su práctica habitual. Tampoco es un ejercicio para personas sedentarias, que hayan pasado una lesión o que se encuentren en un momento distinto de su vida, como puede ser el postparto. Aunque en estos casos, también viene fenomenal.
El Pilates es un ejercicio en sí mismo con el que también realizas entrenamiento de fuerza, aunque no de manera muy intensa. Además, gracias al acompañamiento de la respiración durante la práctica, también consigues relajarte y acompasar la mente y el cuerpo.
El Pilates también es bueno para fortalecer la musculatura. /
Según asegura el entrenador personal y profesor de pilates Giorgio Pallikunnel, «este entrenamiento nos permite no sólo fortalecer los músculos abdominales, mejorando nuestro rendimiento deportivo, sino también prevenir lesiones porque fortalece los músculos más pequeños y profundos, fortaleciendo los tendones y ligamentos para proteger las articulaciones».
Cómo se hace: colócate en posición de plancha con los antebrazos en el suelo, los codos debajo de los hombros, las manos juntas frente a la cara y el cuerpo en línea. Manteniendo tu core activo, coloca tu peso sobre un antebrazo y levanta la otra mano del suelo, colocándote lentamente en posición de plancha lateral con el brazo extendido hacia arriba y la mirada siguiéndolo. Regresa a la posición inicial girando siempre hacia abajo antes de repetir del otro lado.
Cómo se hace: túmbate boca arriba con las piernas extendidas y elevadas a 45 grados. La cabeza y los hombros deben estar levantados y los brazos a los costados. Inhalando y exhalando, con las palmas de las manos hacia abajo, realiza movimientos con los brazos extendidos y pegados al cuerpo, imaginando que mueves el aire hacia arriba.
Cómo se hace: túmbate boca arriba con los brazos extendidos y las manos en línea con los hombros. Debes mantener tu core siempre activo flexionando la rodilla para acercarla a tu torso. A continuación, realiza el movimiento a la inversa para devolver el pie al suelo y repite del otro lado.
Cómo se hace: colócate boca arriba con las piernas dobladas a 90 grados y apoyadas en el suelo. Cabeza y hombros deben estar levantados y las manos detrás del cuello con los codos abiertos. Exhalando, lleva el codo derecho hacia la rodilla opuesta, manteniendo la pierna a 90 grados y extendiéndola hacia arriba. La otra pierna se extiende hacia adelante. Inhala y en la siguiente exhalación comienza de nuevo alternando piernas y brazos.