desdicha familiar

Esta es la primera novela de 2025 candidata a ser uno de los mejores libros del año

Finalista del Premio Booker 2023, La picadura de abeja es un libro brillante sobre una familia en la que cada uno de sus cuatro miembros es infeliz a su manera.

Las calles de Dublín, la capital irlandesa en la que transcurren algunas de las tramas de La picadura de abeja, la novela de Paul Murray. / lucas swinden/unsplash

Aloña Fdez. Larrechi
Aloña Fdez. Larrechi

Ya lo dijo Tolstói al comienzo de Anna Karenina: «Todas las familias felices se parecen unas a otras; cada familia infeliz lo es a su manera». La literatura lleva casi siglo y medio demostrándonos que el novelista ruso tenía razón y las familias infelices podrían ser un género literario en sí mismas. Y si lo fueran, habría que añadir un nuevo título a esta lista, que también es la primera novela de 2025 candidata a ser uno de los libros del año.

Escrita por el autor dublinés Paul Murray y publicada en España por Anagrama, La picadura de abeja llegó al mercado anglosajón en 2023 y ese mismo año fue finalista del Premio Booker 2023. Reconocida con galardones como el An Post Irish Book of the Year, el Nero Book Award y el Sky Arts Awards for Literature, fue escogida como libro del año por The New York Times, The New Yorker, The Economist, The Guardian, Irish Times, The Independent y TIME entre otras publicaciones.

Con este aval de la crítica, la novela por fin ha llegado a nuestro país, y está entre las lecturas más recomendables de lo que llevamos de año literario. Te explicamos por qué.

Los Barnes, una familia infeliz

Los protagonistas de La picadura de abeja son los Barnes, pero no son una familia infeliz al uso, son infelices de cuatro formas diferentes. Cada una de las infelicidades se corresponde con los integrantes de la familia: Imelda, la madre, Dickie, el padre, Cass, su hija adolescente y PJ, el benjamín. Cuatro personas que viven bajo un mismo techo y tienen lazos sanguíneos entre ellos, pero ninguna gana de pasar junto a los demás más tiempo del necesario, especialmente los adultos.

Portada de La picadura de abeja, la novela de Paul Murray que acaba de publicarse en nuestro país. / Anagrama

El padre, Dickie, regenta el concesionario de coches que abrió su padre décadas atrás, el lugar en el que se forjó el buen hombre de la familia en toda la región y la fortuna que le permite disfrutar de la jubilación jugando al golf en Portugal. Pero también ese negocio que Dickie aborrece tras descubrir, gracias a un trabajo del instituto de su hija, todo lo que contaminan los coches y que la crisis económica amenaza con llevarse por delante.

El descenso de ventas provocado por esto último es uno de los reproches que Imelda hace a su marido constantemente. De orígenes humildes, y algo traumáticos, es conocida en el pueblo por ser la mujer más hermosa en kilómetros en la redonda. La situación del concesionario le lleva a rogarle a Dickie que hable con su padre para pedirle dinero, y a vender online algunos de los artículos de lujo que ha comprado en los últimos años. De lo que seguro que no tiene tiempo es de ocuparse de sus retoños porque el pequeño es demasiado pequeño, lejano e independiente y la mayor no se deja.

Fachada del Trinity College de Dublín, la institución académica en la que estudian dos de los miembros de la familia Barnes. / stephen bergin/unsplash

Porque Cass tiene cosas mejores que hacer que estar pendiente de los deseos de su madre. Cass solo quiere pasar tiempo con Elaine, su amiga del alma, y a ser posible hacerlo en casa de ella, para que Imelda no se entrometa y demuestre que le interesa más esa joven adolescente que sí tiene una piel en la que merece la pena gastarse el dinero de una crema. Así que Cass sueña con acabar el instituto e irse a Dublín a estudiar mientras se emborracha, tontea con chicos y siente una inesperada pasión literaria.

Por todo esto PJ odia a su hermana. En los últimos tiempos, Cass no le ha prestado mucha atención, no como cuando eran pequeños y jugaban juntos. Ahora él se pasa los días jugando a videojuegos y soñando con fugarse de casa para comprobar si alguien le echaría en falta. Y ha encontrado un aliado, aunque quizá no sea quien dice ser. Pero lo que más le gusta a PJ es el renovado interés que su padre siente por el campo, temeroso de un colapso mundial, que le ha llevado a pasar más tiempo fuera que dentro de casa.

Un puzle familiar, pieza a pieza

En realidad, lo único que está cerca de desmoronarse en el universo de los Barnes es la propia familia, porque mientras que los adultos viven amenazados por la deuda que tienen con su pasado, los jóvenes temen que la incertidumbre que se ha instalado en su hogar sea irremediable y deban sumar una crisis familiar a sus propios problemas.

Murray dedica extensos capítulos a presentar a cada uno de ellos, siendo los jóvenes los primeros, Cassandra y PJ, para luego dar paso a Imelda y Dickie. Una distribución que no es casual y que permite al lector completar el mosaico familiar con el relato y la visión de cada uno de ellos.

Exterior de un pub irlandés, otro de los lugares en los que transcurren algunas de las tramas de La picadura de abeja. / Ving/ UNSPLASH

La profundidad (y el trasfondo) propia de la edad adulta llega con Imelda en un capítulo que carece de signos de puntuación, que comienza siendo demasiado denso, tal vez por lo inesperado, y termina siendo ese personaje que, muy probablemente, se quede contigo toda la vida. Y con Dickie, los flecos terminan de ajustarse y la foto de familia es tan interesante como triste, tan verdadera y natural como espeluznante. Pero no de miedo, sino de reconocible.

Los Barnes podríamos ser (podrían ser) cualquiera. Porque La picadura de la abeja es la historia de cómo un puñado de decisiones equivocadas terminan marcando las vidas de las personas que las toman, pero también de quienes dependen de ellas. Existencias en las que las apariencias son, a veces, demasiado importantes. En otras, simplemente los sueños se construyen sobre bases equivocadas que te anclan a algo que no es real. Y cuando la verdad llama a la puerta, puede ser insoportable.

La capacidad de Murray para dibujar un retrato tan ambicioso con tanto acierto, dibujando los cuatro personajes, sus deseos, sus desgracias y sus anhelos con tanta destreza, hacen de La picadura de abeja una novela impecable, tan triste como divertida, tan compulsiva como perdurable. Un regalo para los amantes de la buena literatura, con personajes que tal vez no llegues a querer pero que, muy probablemente, no vas a olvidar.

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