PSICOLOGÍA
PSICOLOGÍA
El tiempo, o más bien, la falta del mismo, nos trae de cabeza. Hay veces que desearíamos que el día tuviera 48 horas para poder hacer todo lo que teníamos previsto, pero la realidad se impone y el día termina sin que hayas tachado todos los to dos de tu lista de tareas.
La psicóloga Patricia Ramírez, más conocida en redes sociales como Patri Psicóloga, nos cuenta en su libro Cómo tener tiempo para todo, de reciente publicación, que para tener tiempo hace falta hacer cambios drásticos en tu vida que a lo mejor no te gustan, pero que son necesarios.
No, aquí no encontrarás grandilocuentes frases de autoayuda, que quedan muy bien sobre el papel pero que están vacías de contenido. Ramírez te da consejos para que tu día no se convierta en una carrera de obstáculos, pero no todos serán fáciles.
Y este es el caso de hoy en el que vamos a hablar de cómo los convencionalismos sociales, el quedar bien a costa de todo, te hace perder un tiempo precioso. «Uno de los motivos por los que nos falta tiempo es la cantidad que perdemos en compromisos propios y ajenos a los que tendríamos que haber renunciado», cuenta Patricia en su libro.
Ayudarnos mutuamente es clave para vivir en sociedad, por lo que muchas veces entregamos nuestro tiempo por otros. Esto nos hace sentirnos buenas personas y la sociedad valida este comportamiento. «Pero todo tiene un límite. En esta dicotomía en la que vivimos entendemos que si nos damos, somos buenos, y si no, somos egoístas», comenta Patricia Ramírez.
Para que no nos consideren malas personas, son muchos los que caen en la trampa de dar más tiempo del que tienen, sacrificando su salud física y mental con tal de agradar, complacer, caer bien y seguir obteniendo reconocimiento por su implicación.
« Tenemos mucho miedo a defraudar a los demás porque parte de nuestra autoestima depende de complacer a todo el mundo, sobre todo si eres mujer. Tenemos interiorizado que tenemos que quedar bien con todo el mundo pero a pesar de que es cierto que las personas tenemos que ser bondadosas, lo que no puedes hacer es olvidarte de ti«, asegura la autora.
Y no sólo eso. Además de ayudar a los demás, hemos asimilado que estar hiperocupados y ser hiperproductivos es sinónimo de éxito. «Y no es así», sentancia Patricia Ramírez. «Eso es lo que nosotros hemos normalizado, pero a ti no te define como mujer maravillosa la cantidad de cosas que haces, la cantidad de compromisos que tienes...», continúa.
Patricia Ramírez cuenta en su libro Cómo tener tiempo para todo que la dificultad radica en reconocer las señales de que estás sobrepasado, de que tienes que poner límites y saber ponerlos. Y gestionar el sentimiento de culpa que supone no darte a todo el mundo en todo momento.
Nada nuevo bajo el sol. Pero la diferencia está en que ella te aconseja que aprendas a convivir con ese sentimiento de culpa, no en que te des argumentos para entender por qué no debes sentir culpa. La culpa está, la sientes a pesar de que no sea lógico sentirla. Di no, pon límites, y vive con la culpa.
« Decir no permite darle valor a tu tiempo, tener control y saber que eres tú el que decide en qué proyectos te embarcas; saber quién está contigo de verdad y quién lo está por conveniencia. Decir no también te enseña a aprender a buscar la valoración en ti en lugar de ser reconocido por todo lo que das a los demás«, potencia la experta.
Y para lograrlo, aporta unos sencillos tips:
1. Valora el favor que te piden, la petición o el proyecto.
2. Si de verdad tienes claro que no te apetece, que es injusto o que te impide priorizar lo que para ti es importante, di NO. Eso sí, dilo con educación y con respeto, pero con firmeza. No te justifiques, no des explicaciones ni mientas, no pidas perdón. Sé claro y directo.
3. No te dejes chantajear. Utiliza la técnica del disco rayado. Se trata de repetir una y otra vez la misma frase: «Lo siento, esta vez no puede ser». Si no paras de justificarte, puede rebatir tus argumentos y al final puedes claudicar y decir que sí con la consecuente frustración.
4. No pierdas la calma ni te muestres dolido, avergonzado o apenado por no poder responder a una petición.
5. Si la persona se pone muy pesada, dile que tienes que colgar el teléfono o que tienes que irte. Y vete.
6. Y si luego te sientes mal contigo mismo, piensa que esto es cuestión de aprendizaje; que al principio, cuando introduces un cambio, te afecta, pero que poco a poco irás acostumbrándote a priorizarte y disponer de tu tiempo.
7. No pidas perdón por hacer valer tus derechos.
8. No digas mentiras, no te excuses.
9. No desesperes si de primeras no te sale con naturalidad y seguridad. Decir no es una habilidad que tenemos que entrenar.
10. Tienes derecho a tu intimidad y a defenderla. No eres mejor persona por estar siempre para todo el mundo. Si no pones límites, siempre pensarás que los demás son más importantes y te arrepentirás de no haber hecho lo que deseabas.
Para empezar, Ramírez asegura que la gran mayoría de las personas no se van a tomar tu negativa a la tremenda. Eso es lo que tú imaginas, que tendemos a crear escenarios catastróficos en nuestra cabeza que generalmente no van a producirse nunca. Pero en realidad, todo es más sencillo.
La experta explica en su libro que según que según un nuevo estudio de la Universidad de Virginia Occidental e investigadores del Instituto de Tecnología de Nueva York tu percepción subjetiva de cómo puede afectarle negativamente al otro tu negativa es mucho mayor de lo que le afecta en realidad. Vamos, que ellos le dan menos importancia que tú.
Pero si aún así te encuentras con una persona que verdaderamente se enfada cuando pones límites y dices que no a alguna de sus peticiones, huye. «Tienes que decidir alejar emocionalmente a esas personas de tu vida porque tú no puedes estar viviendo la vida que otros han diseñado para ti«, sentencia Patricia.
«Tienes que vivir tu propia vida y si vives la vida que otros han diseñado para ti estás pagando el precio altísimo de dejar de ser tu misma. Y esto nos va a generar problemas de salud mental« sentencia.