Tener una diferencia de opiniones con alguien es normal, ya sea con tu pareja o con cualquier otra persona. Pero no siempre lo hacemos de la mejor manera, y en una discusión habitual puede haber problemas, como que el otro no te deje hablar , que te falten al respeto o que tengas que soportar comentarios machistas .
En mitad de una discusión puede haber un momento en el que un comentario ofensivo o cualquier otra situación nos provoque rabia, pasando rápidamente a elevar el tono. «En ese momento lo que está sucediendo es que la parte de nuestro cerebro que está activada es el llamado »cerebro emocional« o sistema límbico. Si nos dejamos llevar por este estado, va a ser difícil que nos podamos comunicar de forma eficaz, y lo más probable es que nos expresemos desde la rabia a nivel verbal o mediante nuestra comunicación no verbal», nos ha contado la psicóloga Beatriz Galván .
¿Y qué podemos hacer para no caer en esto? «Para poder comunicarnos de forma adecuada, necesitamos que esta parte de nuestro cerebro esté regulada. Desde este estado, nuestro cerebro racional funciona mejor, por lo que pensamos con más claridad y podemos expresar nuestras ideas y argumentos mejor», asegura Galván.
«En el momento en que notes que te empiezas a enfadar o a agitar, trata de concentrarte en sentir tu respiración, y haz unas cuantas respiraciones profundas. Trata de inspirar de forma lenta y profunda, y expirar del mismo modo. De este modo, tu activación irá descendiendo e irás conectando con la calma», aconseja Galván.
Esta es la parte más importante del método, así que presta atención: «Si notas que te estás agitando, observa qué es lo que sientes e internamente identifica qué emoción es: ¿es rabia?, ¿es angustia?, ¿es miedo? Desde estas emociones, nos ponemos en alerta, activando la respuesta de lucha o huída», nos asegura la experta.
Y si te encuentras así, lo más habitual es que eleves el tono: «estando a la defensiva, no es posible que nos comuniquemos de forma constructiva. Necesitamos estar reguladas. Así que tras identificar y nombrar la emoción, observa cómo la sientes en tu cuerpo», aconseja.
Y continúa: «Tras ello, trata de tomar distancia de lo que está sucediendo, poniéndote en la posición de observadora de la escena. De este modo, ayudarás a tu cerebro y a tu cuerpo a identificar que se trata de una situación que no es peligrosa, es solo una conversación». De este modo, se desactiva la respuesta de lucha o huída y dejarás de sentir esa rabia que te impulsa a elevar la voz.
A partir de ahí, sólo tienes que intentar mantenerte tranquila: «Trata de continuar la conversación con un ritmo tranquilo y pausado. Utiliza los silencios para tomarte unos segundos para respirar, y para pensar lo que quieres expresar», nos ha aconsejado.
«Atiende y escucha a la persona con la que estás hablando tratando de comprender lo que dice y cómo lo dice; es decir, atendiendo también a su comunicación no verbal y a su estado emocional», nos aconseja para que consigas conectar con lo que trata de decir la otra persona y puedas así desconectar tu rabia.
Vale, tú has aplicado el método de nuestra psicóloga a la perfección y has conseguido regularte de tal forma que no te has dejado llevar por la rabia y has evitado el grito fácil, pero la otra persona no lo ha logrado. ¿Cómo nos comportamos en esas ocasiones?
«Es importante tener en cuenta nuestro bienestar emocional, de modo que si se trata de una discusión en la que la otra persona se expresa de forma agresiva, es importante que pongamos límites y en caso necesario, zanjar la discusión», nos ha aconsejado. En palabras llanas, lo que quiere decir es que cortes esa situación y no permitas que nadie te grite faltándote al respeto.
«Otras herramientas muy útiles para aprender a manejarnos en las discusiones son la práctica de técnicas de asertividad y de actividades que nos ayuden a conectar con la calma en nuestro día a día, como el mindfulness o la relajación», nos ha aconsejado.
20 de enero-18 de febrero
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