En una época en la que intentamos optimizar hasta el tiempo libre y no hacer nada está penado con culpabilidad, jugar en el trabajo puede parecer incompatible. Una excentricidad de agencias creativas o startup de Sillicon Valley con mesas de billar. Sin embargo, la gamificación no es nueva ni una moda pasajera.
Las grandes compañías han empezado a introducir mecánicas de juego en sus relaciones laborales para conectar con el nuevo talento y relajar el grisáceo ambiente empresarial sin perder de vista sus objetivos. Según datos de la plataforma Playmotiv, especializada en desarrollar aventuras virtuales para equipos comerciales, aplicar estas dinámicas en un negocio puede aumentar la productividad, las ventas y la rentabilidad en torno a un 20%.
Pero lo más interesante es que se ha revelado como una gran herramienta para motivar y unir al personal. Un juego no es sustituto de unas condiciones y un salario dignos, pero tampoco deberíamos subestimar su influencia a la hora de enfrentar retos internos o mejorar el ambiente.
«Es la única fuerza conocida en el universo capaz de hacer que las personas tomen medidas en contra de sus propios intereses, de manera predecible y sin usar la fuerza», apuntan Gabe Zichermann y Christopher Cunnigham en Gamification by Design (O'Reilly, 211).
La gamificación, en palabras de estos dos emprendedores, famosos por conseguir que desconocidos de todo el mundo les ayudaran a ordenar un archivo fotográfico mediante un programa online de incentivos, «es un proceso relacionado con el pensamiento y las técnicas de juego para atraer usuarios y resolver problemas».
Utilizando elementos presentes en los juegos, como niveles, retos o premios, estas mecánicas lúdicas influyen en el comportamiento de los empleados, promoviendo el aprendizaje, la implicación y la resolución de conflictos. Volver ameno el trabajo tedioso es solo una de sus consecuencias.
Todo juego tiene un objetivo y es curioso cómo nos atrapa. Nos centramos en comprender las reglas y nos desprendemos de prejuicios. «En ese momento, es cuando podemos tomar conciencia de nuestros talentos y áreas ciegas», explica la psicóloga Susana F. Casla, directora general de Escoaching y creadora de Talent Gaming©, método que usa el juego en equipo para desarrollar el talento y el rendimiento emocional –Cruz Roja, BBVA, o Mercedes-Benz están entre sus clientes–.
«Habilidades como el liderazgo, la visión estratégica, la capacidad operativa, la toma decisiones en situaciones de incertidumbre, la agilidad o la negociación [...] son ejemplos de lo que podemos identificar, entrenar y desarrollar mientras jugamos», enumera Casla, destacando aptitudes que son sinónimo de que el empleado se integrará con éxito en la empresa.
«El mundo de los negocios tiene inherente una alta responsabilidad que viene acompañada de tensión. Sostenida en el tiempo, afecta negativamente a la salud mental y el estado anímico de las personas y, por lo tanto, de las organizaciones. La gamificación es una vía lúdica para aliviar puntos de dolor, sobre todo en procesos que las personas deben naturalizar para brillar», defiende Javier Krawicki, cofundador y Chief Visionary Officer de Nawaiam, una startup que propone aligerar los procesos de selección y evaluación de personal con un videojuego que hace del candidato un superhéroe que debe salvar al mundo.
¿Qué ventajas tiene frente a la selección tradicional? «Ayuda a desvelar competencias que la tensión de un proceso no te permite revelar», argumenta Krawicki. Según sus cálculos, la gamificación reduce en un 50% el tiempo de las primeras entrevista. Otra de sus virtudes es que habla el idioma del talento más joven, para quienes, según el informe Empleo y jóvenes 2022, de la consultora AdQualis, el salario y la flexibilidad son tan importantes como la posibilidad de desarrollo profesional y los planes de formación.
«Si una parte del clima laboral está bajo, cabe preguntarse cuántos están donde no quieren, quizá porque su talento clama a gritos brillar pero su puesto no le deja hacerlo. Ubicar al talento en su mejor lugar es una gran medicina para la salud organizacional», defiende Krawicki.
Pero aún pesan prejuicios y reticencias sobre la gamificación. Según un reporte del analista Shankar Narayan, el 85% de las estrategias fracasan y parte del problema es que se suele banalizar el concepto, olvidando que no todos los juegos valen.
En este sentido, Susana F. Casla destaca la importancia de jugar en equipo. «El entrenamiento de ciertas competencias no puede ser solo individual. En equipo podemos aprender tres equilibrios fundamentales para tener éxito: el primero, el equilibrio entre ser competitivos para alcanzar un resultado exitoso y cooperar para usar los talentos de todos; el segundo, emocional, entre el éxito y el fra- caso; y el tercero, entre lo estratégico y lo operativo», defiende la psicóloga que propone su aplicación en horario laboral. «En lugar de entrar en una sala de reunión a las 10 de la mañana, sentarnos y discutir un tema clave, ¿por qué no entramos, nos sentamos y nos entrenamos en la solución de problemas?».