EDUCACIÓN
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Tener un hijo adolescente es un reto constante. Te habla fatal y a veces parece hasta que te odia. La verdad es que es algo bastante habitual, puesto que tu hijo ahora está desarrollando su propia independencia y tiene que desmarcarse de los cuidados maternos.
Según aseguran los expertos de Quirón Salud en su Guía para padres de adolescentes malhumorados, parte del origen de su mal humor reside en la fluctuación hormonal, pero otra parte muy importante reside en la cantidad enorme de cambios vitales que acontecen durante la adolescencia.
Los cambios en el cuerpo del adolescente provocan de forma inconsciente una transformación en la forma de comunicación y trato con los adultos. Pero no son ellos solos los que sufren un cambio. El adulto a veces es consciente de estar hablando con una persona joven, pero otras veces cree hablar con su niño pequeño. Esta incongruencia confunde aún más al adolescente.
1. Identificar el origen del mal humor: los expertos de Quirón Salud recomiendan acercarse al adolescente sin preguntarle directamente por qué está tan enfadado, algo que negará, probablemente. Poco a poco, puedes ir indagando a lo largo de los días por cómo le va en el colegio o con sus amigos para intentar adivinar el origen de su enfado.
2. Entender que el joven crónicamente malhumorado no se siente así por gusto: el adolescente que se muestra así es probable que esté buscando una de estas tres cosas, según Quirón Salud: un consuelo, un reconocimiento o una disculpa. Lo difícil es saber cuál de las tres necesita.
3. No recordarles sus dificultades: según los expertos, recordarles lo que les va mal solamente les hace daño, les aviva el dolor que intentan ocultar con su enfado y con su aparente indiferencia. Si les hablamos de sus dificultades solo les estamos recordando sus defectos, no aportando soluciones.
4. Respetar la distancia: los adolescentes tienen muchas dificultades para contar sus cosas porque se sienten débiles y no quieren dar esa imagen ante los padres. El mal humor les ayuda a camuflar su frustración y a evitar que les tengan lástima.
5. No mostrar superioridad: aunque sepas más por la experiencia que te da la vida, el adolescente no lo admitirá nunca. Necesita reflejarse en los padres, pero a la vez necesita oponerse. No debemos mostrarnos superiores, sino estar cerca mostrando interés y preocupación.
6. Participar con ideas, más que con consejos: si no conocemos la causa de su mal humor los consejos sonarán como una muestra de insensibilidad y de arrogancia por parte de los padres. La tarea de los padres no es entender la causa del mal humor de los hijos, sino reconocerlo y permitir que se transforme en palabras.
7. Aguantar: el ser adultos te debe permitir aguantar los envites de los hijos adolescentes sin entrar en su provocación y rebajarte a su nivel. Si respondemos mal sólo conseguiremos desplazar su propia lucha interna a una lucha contra nosotros.
8. Ofrecer confort y sosiego: «el adolescente malhumorado es como el lactante que llora. Debemos calmarle, no agobiarle», dicen los expertos de Quirón Salud. Si no habla, tan sólo mostrarnos cercanos y deseosos de estar con él nos ayudará a encontrar una pista que nos oriente sobre el camino a emprender.